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Texas se lanza a un polémico y riesgoso rediseño de los mapas electorales para favorecer a los republicanos

La estrategia, promovida por Trump, buscaría darle al partido del presidente cinco escaños más en la Cámara de Representantes en las elecciones de medio mandato de 2026

Donald Trump en una sesión en la Cámara de Representantes del Capitolio, en Washington D. C., en marzo de 2025.
Nicholas Dale Leal

Donald Trump compartió el objetivo del polémico rediseño de los mapas electorales en Texas sin rodeos la semana pasada: “Solo un rediseño simple y ganamos cinco escaños”. La puesta en marcha ha comenzado este lunes con el inicio de una sesión especial de la Legislatura texana, completamente controlada por los republicanos.

Oficialmente, el motivo del llamado extraordinario de los legisladores estatales es atender los estragos de las inundaciones que mataron a más de 130 personas hace apenas dos semanas. Pero la inclusión de una votación por un nuevo mapa electoral de distritos al Congreso ha alertado a los demócratas, tanto en Texas como en Washington, que ven cómo los republicanos maniobran para manipular todavía más el mapa más redibujado del país e intentan así ganar ventajas electorales de cara a las elecciones de medio mandato, en 2026.

Las bases de la maniobra fueron sentadas por una carta reciente del Departamento de Justicia, en la que se señala que cuatro distritos mayoritariamente no blancos en las zonas de Houston y Fort Worth podrían estar inconstitucionalmente configurados por razones raciales. El gobernador de Texas, Greg Abbott, no tardó en usar ese argumento como justificación legal para abrir la puerta a un nuevo rediseño del mapa electoral extraordinario. Es un cambio de posición notable y oportunista, pues el Estado defendió vehementemente hasta hace apenas unas semanas en un juicio federal que sus actuales límites distritales fueron trazados sin tener en cuenta la raza.

De acuerdo a varios reportes de diferentes medios, el equipo político de Trump y legisladores estatales han visto en la advertencia del Departamento de Justicia una oportunidad de oro para redibujar de nuevo el mapa y convertir distritos demócratas en escaños republicanos competitivos. La táctica, conocida como gerrrymandering, consiste en trasladar votantes republicanos desde distritos ultraconservadores a otros vecinos con mayoría demócrata, con la esperanza de voltear esos escaños.

“Este plan de los republicanos siempre ha sido el mismo: silenciar nuestras voces para tener un peso desproporcionado en el Congreso”, denunció la congresista demócrata Jasmine Crockett, de Dallas, la semana pasada. “Esto va más allá de la redistribución. Es un robo”, también opinó el veterano representante Al Green, cuyo distrito en el sur de Houston podría estar en la mira.

Los republicanos ya controlan 25 de los 38 distritos congresionales de Texas. Todos menos uno tienen una mayoría blanca y todos fueron ganados por más de 10 puntos en 2024, a pesar de que el partido solo obtuvo el 58% de los votos en esas elecciones de la Cámara a nivel estatal. Pero la estrategia actual está siendo desplegada con miras al futuro, basada en lecciones del pasado. En 2018, en el primer mandato de Trump, apenas superaron el 50% y perdieron dos escaños. Los recuperaron en 2022 tras otra redistribución agresiva, pero como se espera una reacción electoral contra las políticas republicanas en las elecciones de medio mandato del próximo año, en esta ocasión han ido a la ofensiva desde antes.

A pesar del temor demócrata de que un nuevo mapa permita a los republicanos acercarse al control del 80% de los distritos en un Estado donde la candidata demócrata a la presidencia Kamala Harris obtuvo el 42% del voto presidencial, también hay esperanzas de que el intento se vuelva contra sus arquitectos. Para lograr esos cinco escaños que Trump promete, van a tener que tomar riesgos y algunos distritos republicanos hoy seguros se volverán más competitivos en un año con viento a favor para los demócratas.

El ejemplo más claro está en el área metropolitana de Houston, una de las que más crece en el país, con casi ocho millones de habitantes. Harris County, su núcleo urbano, tiene un 75% de población no blanca y una pluralidad latina. Siete de sus once distritos están hoy en manos republicanas, pero la configuración actual —que divide zonas urbanas demócratas en segmentos delgados que se expanden hacia suburbios conservadores— podría ser aún más extrema. No obstante, para hacerlo tendrán que trasladar parte de la población de un distrito con una mayoría republicana a uno vecino con actual mayoría demócrata, y confiar en que la base de electores de conservadores se mantenga.

Cuatro distritos de la zona de Houston, incluyendo el de Al Green, podrían sufrir cambios en este sentido. Algo similar se proyecta en zonas de Dallas y también en el sur fronterizo, el Rio Grande Valley, donde en dos distritos los demócratas tienen mayorías pequeñas.

Para resistir los cambios, los demócratas texanos, que cuentan con pocas herramientas como minoría en el legislativo actual, sopesan medidas drásticas. Una es abandonar el Estado para impedir el quórum legislativo, como hicieron en 2021 frente a una ley que restringía el voto. En Texas, dos tercios de cada Cámara deben estar presentes para sesionar. Hoy hay 62 demócratas en la Cámara de 150 escaños y 11 senadores de 31.

Pero las consecuencias de faltar no serían menores: quienes abandonen su puesto pueden ser arrestados por la policía estatal y obligados a volver. Si logran cruzar la frontera a un Estado aliado, el regreso ya no puede ser forzado, pero el fiscal general Ken Paxton sí ha advertido de que usará “todos los medios legales” para obligar su retorno.

Otra estrategia, esta a nivel nacional, es redibujar mapas en Estados demócratas para compensar posibles pérdidas en Texas. California —donde los demócratas controlan 43 de los 52 escaños— es el principal candidato para esta táctica espejo. El gobernador Gavin Newsom ya se ha pronunciado al respecto y ha dicho que apoyaría una medida en este sentido, pese a que en el Estado no está permitido redibujar distritos a mitad de década y sin la intervención de una comisión independiente. Newsom ha insinuado la posibilidad de un referéndum exprés para revertir esa norma, pero las posibilidades reales de que la estrategia sea un éxito son bajas. Con todo, en California los demócratas calculan que podrían ganar entre cinco y siete escaños con mapas rediseñados a su favor.

La batalla política marca de cierta manera el comienzo de la campaña para las elecciones intermedias de 2026, cuando se renueva toda la Cámara de Representantes. Actualmente, de sus 435 escaños, 219 son republicanos, 212 demócratas y hay cuatro vacantes. Históricamente, el partido que no ocupa la Casa Blanca tiene ventaja, y en un ciclo marcado por una posible recesión, tensiones migratorias y la figura polarizante de Trump, el efecto se espera que sea todavía más marcado. El presidente lo sabe, y para contrarrestarlo parece dispuesto a desatar una nueva guerra de mapas.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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