Hallado en el Archivo de Simancas el manuscrito más antiguo de Luis de Góngora
Una investigadora de la Universidad de Córdoba acredita los trazos del poeta del Siglo de Oro en una carta firmada por su tío


El posteriormente poeta y emblema del Siglo de Oro español Luis de Góngora (Córdoba, 1561-1627) tenía solo 23 años cuando redactó una carta de su tío Francisco, capellán mayor de la Capilla Real de la catedral de su ciudad, intentando favorecer a ese sobrino formado en la prestigiosa Universidad de Salamanca. En ella Francisco de Góngora reclama que su pariente lo suceda en esa Capilla Real cordobesa y envía una carta a la Corona para solicitarlo. El capellán mayor remite varias misivas hasta que en 1584 manda la tercera, aparentemente escrita por él pero que la investigadora Amelia de Paz, de la cátedra de Luis de Góngora de la Universidad de Córdoba, ha descubierto al analizar los documentos del Archivo General de Simancas (Valladolid) que realmente la escribió el joven Luis, en lo que se considera el primer “manuscrito autógrafo” del autor, fechado cinco años antes del que se tenía como tal.
El hallazgo lo ha comunicado esta sección de la universidad cordobesa celebrando un escrito que se considera probado por las similitudes entre la caligrafía de este requerimiento de 1584 y de posteriores textos redactados por el poeta, concretamente el “descargo autógrafo de Góngora en la visita del obispo Pacheco a la catedral de Córdoba” en 1589. “Me atrebere A suplicar Asumagt se sirba de dar calidad a don luis degóngora Misobrino…”, presenta la carta, en lo que se considera un amago de errata cuando Luis tiene que matizar que se alude a ese sobrino del supuesto escritor de la misiva. “Solo la familiaridad con el usus scribendi del autor permite desenmascararlo”, asegura De Paz sobre cómo esa caligrafía ha sido clave para atribuir esas líneas al poeta andaluz.

La investigadora invita a comprobar la autenticidad del documento remitiendo a fotografías actuales de documentos del Siglo de Oro donde pueden compararse rasgos similares entre “el facsímil de la andanada de puño y letra de Góngora contra el inquisidor Alonso Jiménez de Reinoso en 1597 que se conserva en el Archivo Histórico Nacional” y los párrafos desentrañados en Simancas. Amelia de Paz entiende que este manuscrito atribuido a Luis de Góngora había pasado desapercibido a investigadores anteriores porque, al estar escrito y firmado en primera persona por el hermano de su madre, no se había contemplado que quien realmente lo escribiera fuese el potencial beneficiario de ese cargo de capellán en Córdoba.
La investigadora incide en que “no todos los días salen a la luz unas páginas manuscritas por Góngora” y que este caso ofrece un “chispazo de realidad que nos recuerda que seguimos sin haber visto un solo autógrafo poético suyo. Lo que nos pone en nuestro sitio. Pero no todo son consideraciones melancólicas. Estos pequeños acontecimientos insospechados llevan aparejada a la vez una carga de optimismo. Quién sabe lo que puede depararnos el legajo de mañana. Seguir avanzando en el conocimiento fundado del poeta no es una quimera”. Los trabajos de búsqueda revelan que el joven Luis de Góngora ejercía de amanuense o escribano de su tío, que aludía a él —que a sus 23 años no era entonces considerado como mayor de edad— como “un sobrino en Salamanca graduado y benemérito” para intentar que en el futuro recibiera el cargo religioso que entonces ostentaba Francisco de Góngora en su Córdoba natal.

La carta que se cree elaborada por Luis de Góngora fue la tercera que emitió el capellán mayor para intentar transmitir esta “prebenda” tan cotizada. “Resulta llamativo que en esta ocasión don Francisco solamente escribiera de su puño el encabezamiento y una posdata, además de la rúbrica. El trazo quizá no tenga la firmeza de sus manuscritos previos, pero tampoco es manifiestamente vacilante. Fuera acaso por hallarse indispuesto o por otra razón, en el cuerpo de la carta y el sobrescrito Francisco de Góngora ha recurrido a una mano ajena. Que no es otra que la de su sobrino don Luis”. Finalmente nunca más se supo de la capellanía de la catedral de Córdoba y sí sobre el superlativo legado cultural y literario de Luis de Góngora.
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