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Columna
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Las tetas y la vida

En el documental ‘Sacar pecho’ no hay sensiblería ni batallas ni guerras que ganar. Ocho mujeres caminan e insisten en lo bonito de ir acompañadas cuando cargan con las dos mochilas, la literal y la de la enfermedad

Ángeles Caballero

Ocho mujeres diagnosticadas con cáncer de mama cruzan la sierra de Tramuntana, en Mallorca. Tardan cuatro días en llegar a Andratx desde Pollença. Recorren un camino en el que hay piedras, cuestas y temores. También hay sarcasmo, lágrimas y risas, reflexiones profundas al calor del fuego, bromas mientras se lavan los dientes y miedos que asoman cuando cenan juntas. Las ha reunido el documental Sacar pecho, una idea de la productora Vivirdelcuento que está disponible en RTVE Play y tan pertinente en estos días en los que hemos aprendido lo que significa un cribado. El resultado son 86 minutos en los que no hay sensiblería ni batallas ni guerras que ganar. Caminan e insisten en lo bonito de ir acompañadas cuando cargan con las dos mochilas, la literal y la de la enfermedad. Se dan el brazo y son conscientes de que ese monstruo puede despertarse en cualquier momento. Una de ellas, Mari Pau, falleció hace dos meses.

Hablan de sus problemas para dormir, el sabor metálico de las comidas por culpa de la medicación, el derecho a estar mal, bien y regular. De la necesidad de enfadarse, de estar solas, de no querer saber nada del mundo, de lo difícil que es decírselo a la familia. Las parejas que se rompen, las que se debilitan, los amigos que desaparecen. “Yo no culpo, pero borro”, explica Ana para carcajada del resto. Los amuletos a los que se recurre cuando toca revisión, desde el rosario hasta las bragas azules.

Cuentan la ansiedad, la culpa, la desesperanza y la negación al recibir el diagnóstico. Hablan también los que integran el comité de tumores: oncóloga, psicooncóloga, cirujano y cirujano plástico. Dos de ellas conversan con el mar de fondo, acaban de darse un baño. Leire está aprendiendo a vivir con dolor, el de las cicatrices después de la mastectomía. Eva le cuenta que decidió no reconstruirse y enseñarle al mundo que tiene un pecho. La mirada ajena, se dicen, debe pesar mucho menos. No les gusta la palabra “vaciarte”. “¿Vaciarte de qué?”, reclaman. Leire cuenta que a veces se ducha sin gafas para no verse. Eva se queda callada, la mira con ternura y le dice que también ella flojea a veces, que no siempre es fácil mirarse en el espejo. Cuando llegan a su destino, se abrazan, lloran y brindan. “¡Por muchos años, y buenos!”, pide la única de ellas que ya no está. Una de cada ocho mujeres será diagnosticada con esta enfermedad a lo largo de su vida.

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Sobre la firma

Ángeles Caballero
Nació en Madrid porque en Getafe, de donde se considera, no había hospital en 1976. Estudió Periodismo por vocación y ahí sigue, a pesar de todo. Ha pasado por ABC, Actualidad Económica, Qué!, El Economista, Onda Cero, Vanity Fair y El Confidencial. Fundó Ctxt. Ahora colabora en la SER, La Sexta y en EL PAÍS hace entrevistas, crónicas y columnas.
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