China celebra las primeras ‘olimpiadas’ de robots como escaparate de su ambición tecnológica
Pekín ha acogido una competición internacional en la que empresas y universidades prueban la autonomía y afinan las capacidades de sus androides

El público contiene la respiración: un pequeño hombre metálico se agacha, toma impulso y trata de ejecutar una voltereta. Gira en el aire… y se desploma de espaldas. La grada estalla en carcajadas. Mientras, en el ring, dos humanoides más habilidosos se miden a base de patadas y puñetazos; uno pierde el compás, se desequilibra, y su rival aprovecha esa descoordinación para derribarlo. Unos metros más allá, cinco robots calientan moviendo la cabeza de un lado a otro antes de saltar al campo de fútbol.
Pekín acogió durante el pasado fin de semana los primeros Juegos Mundiales de Robots Humanoides, un evento que refleja la doble ambición de China: exhibir el músculo tecnológico con el que avanza hacia consolidarse como potencia en inteligencia artificial aplicada a la robótica, y al mismo tiempo, acercar a la ciudadanía a unas máquinas llamadas a desempeñar un creciente papel en la economía y en la vida diaria.
Morgan Stanley anticipaba en febrero que China aceleraría la adopción de robots humanoides en la segunda mitad del año, y apuntaba que el proceso estaría liderado por grandes pedidos del Estado, lo que allanará el camino para su despliegue en empresas y servicios. En marzo, el primer ministro chino, Li Qiang, prometió “dar rienda suelta a la creatividad de la economía digital”, con especial énfasis en la inteligencia artificial (IA) integrada en sistemas físicos.
Ante un panorama marcado por aranceles, sanciones y una crisis demográfica que, según estimaciones de la ONU, reducirá en más de un 20% la población china en edad de trabajar de aquí a 2050 —serán unos 200 millones de trabajadores menos—, el Gobierno ha redoblado la apuesta por las industrias que considera esenciales para garantizar su futuro y competitividad frente a Estados Unidos. Y la IA ocupa un lugar central en esa estrategia: forma parte de los planes de modernización del Ejército y, en paralelo, se impulsa en el ámbito civil para automatizar fábricas y reforzar la atención sanitaria y de cuidado de ancianos, con la idea de mitigar la pérdida de mano de obra. Además, cada paso en semiconductores, robótica o patentes se exhibe como símbolo de orgullo nacional y como mensaje de que Pekín quiere disputar el liderazgo tecnológico a Washington.
Con este telón de fondo, China ha multiplicado en los últimos meses los eventos donde los robots humanoides son los protagonistas, desde actuaciones de baile, hasta maratones o desfiles de moda, con el objetivo de acercar esta tecnología al público y mostrar su potencial. La última gran cita de este tipo han sido los Juegos Mundiales celebrados en la capital china, donde más de 500 androides bípedos midieron sus capacidades en 26 disciplinas.
Un laboratorio de pruebas gigante
En la arena se disputaron carreras de velocidad y relevos, saltos, ejercicios de gimnasia de suelo, partidos de fútbol y combates de boxeo. Se realizaron coreografías y demostraciones de artes marciales y de una disciplina llamada creatividad improvisada, e incluso se recrearon entornos como fábricas, farmacias o recepciones de hotel para medir la destreza a la hora de manipular materiales, clasificar productos o atender clientes.
Más allá del espectáculo —el público estaba principalmente compuesto por niños acompañados de sus padres y abuelos—, estas competiciones funcionan como un laboratorio a gran escala donde se ponen a prueba en condiciones reales los avances en autonomía, coordinación y visión artificial de este tipo de autómatas. Al encuentro acudieron delegaciones de 16 países —entre ellos Alemania, Países Bajos, Portugal, Japón o Estados Unidos—, aunque esa representación internacional se concentró en el fútbol. De los equipos inscritos, 192 representaban a universidades y 88 a empresas privadas.
Y es que uno de los grandes desafíos de la robótica humanoide sigue siendo la falta de datos. Mientras los modelos de lenguaje se entrenan con ingentes volúmenes de información digital, apenas existen conjuntos comparables para que un algoritmo aprenda a atravesar un restaurante lleno de gente o a subir y bajar escaleras sin tropezarse. Ese es uno de los principales propósitos de estas exhibiciones organizadas por las autoridades chinas: sacar a los humanoides al mundo real para ponerlos a prueba y generar la información que necesitan las empresas para perfeccionar sus diseños.
En los pasillos del Óvalo Nacional de Patinaje de Velocidad —que fue sede olímpica en los Juegos de Invierno de Pekín 2022—, donde se ha celebrado el evento robótico, varios grupos de estudiantes medían las habilidades de sus creaciones robóticas en torneos de baloncesto o boxeo. Cuatro alumnos de segundo y tercero de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Jiangxi explicaban muy emocionados a este diario lo que para ellos ha supuesto viajar a Pekín. “Es una oportunidad excelente para probar la fiabilidad de nuestro hardware y del algoritmo”, aseguraba el más parlanchín, apellidado Shen. Todos creen que los robots trabajarán para los humanos en el futuro. “Ahora los vemos haciendo deporte, pero el objetivo es entrenarlos para que sean capaces de realizar cualquier tipo de actividad diaria”, añade Shen.
“China no es solo el mayor mercado [de robots], sino que puede considerarse también el centro mundial de la innovación; está impulsando la eficiencia de costes y el desarrollo de la robótica de nueva generación”, señalaban en junio los analistas Sheng Zhong y Chelsea Wang, con base en Hong Kong, y explicaban. “Los robots han transformado la manufactura en China y tendrán un impacto aún más profundo en la sociedad en el futuro, a medida que se vuelvan más inteligentes, colaborativos y accesibles”, exponían en su nota informativa.
Fang Xiu acudió el sábado al mundial de robots con sus dos hijas, de seis y cuatro años. Era la primera vez que veían en directo a estas máquinas en plena acción. “Los niños creen que son juguetes grandes, les gustan”, opina, mientras sus hijas y otro amigo señalan y se ríen de cómo corren los robots en la pista de atletismo. “Espero que pronto sean capaces de servirnos. Yo ya estoy cansada”, comenta Fang. Sin embargo, lo que se ha visto en los Juegos sugiere que, por ahora, los humanoides generan más escenas cómicas que indicios de estar listos para sustituirnos en tareas la vida diaria.
Morgan Stanley proyecta que la industria mundial de la robótica humanoide alcanzará hacia 2050 un valor de 5 billones de dólares (aproximadamente 4,55 billones de euros) y que China estará a la cabeza tanto en desarrollo tecnológico como en adopción. Para ese año, la multinacional financiera calcula que en el país asiático estarán en uso 302,3 millones de unidades, frente a los 77,7 millones previstos en Estados Unidos.
La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el máximo órgano de planificación económica de China, anunció en primavera la creación de un fondo de capital de riesgo respaldado por el Estado, centrado en la robótica, la inteligencia artificial y otro tipo de tecnologías punteras. Se espera que este fondo atraiga a largo plazo cerca de un billón de yuanes (unos 130.000 millones de euros) en capital procedente de gobiernos locales y del sector privado, con un horizonte de inversión a 20 años.
La iniciativa busca prolongar una trayectoria de éxito ya consolidada: en la última década, China ha pasado de concentrar una quinta parte de las nuevas instalaciones de robots industriales del mundo a superar la mitad del total, según la Federación Internacional de Robótica.
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