Ir al contenido
_
_
_
_
Desarrollo África
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

África no necesita más promesas climáticas. Necesita capital

El continente cuenta con el 60% de los mejores recursos solares del mundo, el 60% de la tierra cultivable y el 40% de las reservas minerales críticas

Desarrollo África

La primera Cumbre Africana sobre el Clima, celebrada en Nairobi en 2023, representó un punto de inflexión. Encendió la mecha para poner en marcha una África colaborativa, resiliente frente al clima y próspera. Esta semana, los líderes africanos se han reunido en Adís Abeba para mantener la segunda cumbre y transmitir un mensaje inequívoco: ya está bien de promesas. Se necesita dinero, inversiones y medidas concretas que permitan desarrollar el potencial ecológico de África.

La histórica reunión celebrada en Kenia dejó muy claro lo que está en juego: el cambio climático es una amenaza para las comunidades, las economías y las inversiones de todos los sectores y continentes. Pero también cambió el relato global y consiguió que África dejara de aparecer como víctima del clima para situarla como motor de las soluciones. De la cumbre salieron promesas y compromisos macroeconómicos con el fin de facilitar un crecimiento positivo para el clima, además de poner de relieve las ventajas del continente desde el punto de vista ecológico y su innegable importancia para alcanzar los objetivos mundiales de cero emisiones netas.

La cumbre de este año, que se ha celebrado en un momento crítico en el camino hacia la 30ª Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP30), ha establecido las directrices para alinear las prioridades africanas en clima e inversión sostenible. Los líderes africanos han acordado avanzar con criterios comunes para la cooperación internacional, en un contexto marcado por la próxima Cumbre Unión Africana–Unión Europea en Luanda, que se celebrará en noviembre.

Desde Nairobi, el mundo ha sufrido profundos cambios geopolíticos y económicos que han provocado la fragmentación y, en ocasiones, el error de creer que lo mejor para los intereses estratégicos de un país es reducir al mínimo la colaboración internacional. Hay que luchar contra esta tendencia. Los problemas comunes exigen un liderazgo común. La asociación entre la UA y la UE, que cumple ahora su 25º aniversario, debe ser una fuerza estabilizadora y contribuir a multiplicar los progresos en materia de clima y desarrollo.

Sabemos qué pasos son necesarios para cumplir las promesas de la primera Cumbre Africana sobre el Clima. Como destacó el embajador André Corrêa do Lago —designado para presidir la COP30 de Brasil— en la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo celebrada en Sevilla el pasado mes de julio, es hora de pasar de la negociación a la puesta en práctica.

África, una fuerza motriz de las soluciones globales para el clima, cuenta con inmensos activos estratégicos: el 60% de los mejores recursos solares del mundo, el 60% de la tierra cultivable que queda, el 40% de las reservas minerales críticas, una economía azul que en la actualidad genera 300.000 millones de dólares al año y tiene posibilidades de superar el billón de dólares anual, un tejido social sostenido por mujeres fuertes, con sus asociaciones, y una población joven que, según las previsiones, constituirá el 40% de la juventud mundial en 2030. Estas no son ventajas teóricas, sino los cimientos de una economía verde global. Por eso está muy claro lo que pide África: vamos a colaborar para desbloquear el tipo y el volumen de capital adecuados y garantizar el acceso al mercado, con el fin de que se puedan tomar medidas sobre el clima en los lugares donde tienen más sentido.

El acceso a una financiación asequible está restringido por unos criterios de idoneidad obsoletos, costes de capital elevados y deudas que castigan a los países más vulnerables

Durante demasiado tiempo, la ineficacia de los procesos globales ha impedido que África materialice todo su potencial verde. El acceso a una financiación asequible está restringido por unos criterios de idoneidad obsoletos, costes de capital elevados y deudas que castigan a los países más vulnerables desde el punto de vista climático. Es preciso cambiar esta situación, garantizar las reformas necesarias para aprovechar las ventajas naturales de África y acelerar un modelo de crecimiento justo y positivo para el clima.

Hay tres prioridades fundamentales:

En primer lugar, reforzar la capacidad de actuar de África. Eso significa garantizar que el continente pueda determinar las normas que afectan a su futuro, mediante la participación en las decisiones sobre normas comerciales y políticas industriales verdes. También significa movilizar más capital nacional y diseñar planes de inversión dirigidos por cada país que reflejen las prioridades locales. El liderazgo comunitario es fundamental para desarrollar y expandir las soluciones climáticas, aprovechar los conocimientos tradicionales y dar a las redes de mujeres y jóvenes el poder necesario para defender esas ideas. Hoy en día hay demasiados proyectos que se paralizan por la falta de capacidad, los elevados costes de la deuda, los riesgos cambiarios y los cuellos de botella normativos. Superar estas barreras es fundamental para garantizar que hay dinero y que se traduce en resultados.

En segundo lugar, crear coaliciones que cumplan los compromisos. El crecimiento de África depende de unas alianzas que no se queden en meras palabras. Será fundamental reforzar los vínculos industriales entre las economías africanas y las europeas. Para tener éxito, los gobiernos, los bancos de desarrollo y las instituciones financieras deben hacer algo más que declaraciones y diseñar herramientas como las garantías y la financiación combinada, capaces de desbloquear inversiones reales. También será fundamental llevar a cabo cambios sistémicos: eliminar de forma gradual las subvenciones a los combustibles fósiles, abordar las barreras no arancelarias y garantizar que los grandes contaminantes contribuyan en lo que les corresponda mediante gravámenes solidarios.

Las cuotas del Fondo Monetario Internacional y el poder de voto del Banco Mundial deben cambiar para dar una voz real a los países africanos

En tercer lugar, reformar las finanzas mundiales. África no puede hacer su transición ecológica mientras permanezca atrapada en un sistema anticuado que castiga a los países más vulnerables. Los requisitos para unas condiciones favorables de financiación deben reflejar también la vulnerabilidad climática, y no solo el nivel de renta. Las cuotas del Fondo Monetario Internacional y el poder de voto del Banco Mundial deben cambiar para dar una voz real a los países africanos. Y hay que mejorar el tratamiento de la deuda: suspender pagos cuando haya grandes crisis e incluir la resiliencia climática como factor a la hora de evaluar la sostenibilidad de la deuda. Sin estas reformas, África seguirá sin tener acceso al capital que necesita.

Lo que estas prioridades tienen en común es una sola verdad: el potencial ecológico de África ofrece al mundo la mejor posibilidad de poder alcanzar el objetivo de cero emisiones netas. Por consiguiente, la colaboración no solo es preferible, sino esencial.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_