La angustia consume a Ciudad de Gaza ante la anunciada invasión israelí: “Ser obligados a desplazarnos nos despoja de nuestra humanidad”
Los residentes de la gran urbe en la que vive un millón de gazatíes, se preparan para una nueva oleada de masivas evacuaciones forzosas tras conocer la decisión del gabinete israelí de tomar toda la Franja

Rawand al Titar se despertó el jueves por la mañana con un sentimiento que no había tenido durante mucho tiempo: esperanza. Embarazada de cinco meses, finalmente había podido encontrar azúcar, queso y harina en los mercados de Ciudad de Gaza, después de que Israel aliviara ligeramente las restricciones que bloquean la entrada de alimentos a la Franja, que han condenado a dos millones de personas a pasar hambre cada día , según Naciones Unidas. Un total de 212 personas, casi la mitad niños, han muerto malnutridos, según las autoridades de Gaza. Por primera vez desde marzo, Al Titar preparó té endulzado con azúcar real y se sirvió pan con queso auténtico. “Me fui a la cama feliz, pensando que tal vez había luz al final del túnel”, recuerda esta mujer de 32 años. “Comí y recé para que quizá pudiéramos volver a comer bien y que, tal vez —solo tal vez— la guerra terminara”.
Pero su frágil optimismo se quebró a la mañana siguiente, cuando llegó la noticia de que el Gabinete israelí había aprobado los planes para ocupar permanentemente toda la Franja, comenzando por Ciudad de Gaza. La posibilidad de un nuevo desplazamiento forzado le provocó un escalofrío. “Sentí que el corazón se me salía del pecho”, cuenta a este diario con la voz susurrante. “Me quedé pensando: ¿cómo voy a sobrevivir estando embarazada?”.

“Lo primero que me vino a la mente fue: ¿dónde daré a luz? ¿Será en un lugar limpio? ¿Seguiré desplazada dentro de cuatro meses? ¿Adónde iré? Mi casa la destruyeron. Pero si nos quedamos y nos bombardean, ¿quién morirá y quién sobrevivirá?”, se pregunta.
A pesar de su agotamiento, los residentes de Ciudad de Gaza se preparan en silencio para el enésimo desplazamiento forzoso. La perspectiva de una reanudación de los combates en la zona, donde viven cerca de un millón de habitantes, aviva el espectro de otra ola de desplazamientos masivos, en un momento en que habían comenzado a intentar reconstruir sus vidas.
Al Titar se ha visto obligada a desplazarse siete veces desde que comenzó la guerra hace 22 meses, pero esta sería la primera vez embarazada. Debería haber celebrado su boda el 30 de noviembre de 2023. En cambio, la guerra estalló, enviando a su prometido al sur mientras ella permanecía en el norte para cuidar a sus padres ancianos y enfermos: su madre con cáncer, su padre con una enfermedad cardíaca. “No podía dejarlos”, dice, sentada en la casa dañada de su familia. “Les resultaba demasiado difícil caminar largas distancias, así que nunca fuimos al sur”.
Al Titar se había aferrado a la esperanza hasta el último momento, especialmente después de oír hablar del papel de Egipto para facilitar el reparto de ayuda. Pero la decisión del viernes del gabinete israelí destrozó esas expectativas. Ahora cree que su resistencia se derrumba bajo el peso del embarazo. “Siento que me he rendido”. “Si no estuviera embarazada, no pensaría en irme, pero con el embarazo, lamentablemente lo debo hacer. Lo que importa es que el bebé nazca en un entorno libre de bombardeos y ataques”, asegura.
Vivir con la ansiedad constante de repetir la experiencia es un dolor insoportable”Fatima Al Sharqawi, residente de Ciudad de Gaza
El Gabinete de Seguridad israelí decidió la madrugada del pasado viernes, pese a la oposición interna y tras más de diez horas de deliberación redoblar la ofensiva hasta tomar el control total de la Franja y transferir el territorio a una autoridad civil distinta de Hamás. Esa ofensiva comenzaría por la toma de Ciudad de Gaza. El Ejército israelí ha matado al menos a 60.000 palestinos, según fuentes del Ministerio de Sanidad de la Franja, desde el inicio de la invasión en octubre de 2023. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, prometió entonces acabar con el Gobierno de Hamás y los grupos armados palestinos tras los atentados en los que mataron a 1.200 israelíes y secuestraron a 250.
La huida interminable
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), los más de dos millones de habitantes de la franja de Gaza han soportado niveles de desplazamiento sin precedentes desde octubre de 2023, con muchas familias obligadas a huir varias veces a medida que las zonas de combate se trasladaban por la Franja, y ahora están siendo apiñadas en “zonas humanitarias” cada vez más reducidas. La agencia ha advertido repetidamente que las operaciones militares continuas agravarían una crisis humanitaria ya catastrófica.

Para Fatima Al Sharqawi, de 40 años, la decisión del gabinete representa otro capítulo de una pesadilla de interminables desplazamientos. Su travesía a través de esta guerra se lee como un mapa de la destrucción de la Franja. El 13 de octubre de 2023 huyó de su casa en las Al Fairuz Towers, en Ciudad de Gaza, comenzando una desesperada escapatoria hacia el Hospital Al Shifa, luego a una escuela en Jan Yunis, brevemente a Rafah, ambos en el sur, y posteriormente a Deir al Balah, en el centro, antes de regresar a Ciudad de Gaza el 20 de febrero de 2025 durante la tregua temporal. Madre de cuatro hijos, cada movimiento le ha arrebatado una nueva capa de dignidad y normalidad.
“Ser obligado a desplazarte es algo inimaginable: nos despoja de lo que queda de nuestra humanidad”, explica al Sharqawi, con las manos temblando levemente. “Vivir con la ansiedad constante de repetir la experiencia es un dolor insoportable”.
Ahora, en una pequeña casa alquilada que se ha convertido en el santuario de sus hijos, se enfrenta a la inimaginable posibilidad de perder la estabilidad una vez más. Otro desplazamiento implica inevitablemente volver a empezar: encontrar utensilios de cocina, colchones, mantas y tiendas para refugiarse. “El desplazamiento significa perder las paredes que nos protegen”, continúa. “Significa volver a vivir a la intemperie, sin baños limpios, luchando por encontrar agua potable. Significa vivir entre arena, insectos, roedores y escorpiones, mudarse a un lugar desconocido”. Y añade: “La situación ahora es más complicada que nunca”, afirma esta investigadora.
Una decisión predecible
El director de la emisora local La Voz de la Patria, Wissam Zagheeb, de 43 años, sostiene que la decisión del gabinete era predecible, especialmente dada la retórica incendiaria de políticos israelíes de extrema derecha en los días previos a la reunión. “Traerá más daño y sufrimiento”, dice Zagheeb, quien se ha visto obligado a huir 14 veces desde que comenzó la guerra asentándose en distintos barrios de la ciudad de Gaza, del este al oeste con su mujer y sus dos hijos. “Temo el desplazamiento interno forzado y la deportación masiva, además de la destrucción de lo que queda de las casas, como ocurrió en Rafah o Jan Yunis”. “Es demasiado pronto para decirlo, pero no dejaré Ciudad de Gaza. No lo hice durante 21 meses. No lo haré ahora”, afirma.
No dejaré la Ciudad de Gaza. No lo hice durante 21 meses. No lo haré ahora”Wissam Zagheeb, director de una emisora local
Como Zagheeb, Al Sharqawi y Al Titar, el resto de habitantes de la ciudad esperan con ansiedad saber si la decisión del gabinete israelí se hará realidad. Se sienten atrapados entre la imposible elección de quedarse en una zona de combate o de emprender, una vez más, un viaje hacia un futuro incierto. Las palabras de Al Titar reflejan el agotamiento de toda una población. “Desearía que esta guerra terminara y que alguien nos dijera qué va a pasar con nuestras vidas”.
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