Nuestro cristal no es el problema
Los lectores escriben sobre la generación Z, la respuesta europea a la masacre en Gaza, el aumento de los insultos en el discurso político y la obsesión por grabarlo todo

Dicen que somos frágiles, que todo nos ofende. Seguimos bautizados como generación de cristal. Todo porque no toleramos discursos discriminatorios y ya no reímos las bromas de cuñado en las cenas familiares. Nos llaman “de cristal” como quien pretende menospreciar. Pero somos de ese vidrio transparente para ser capaces de ver un mundo que ya no se puede embellecer con eufemismos. Porque no tenemos el lujo de refugiarnos tras un muro de madera, sólido, inamovible y conservador. A través de nuestro cristal se filtran los genocidios, los crímenes de odio, la violencia de género y las grietas de un modelo que no nos representa. Observamos la precariedad laboral y compartimos el temor hacia un futuro incierto, que está condicionado por una crisis climática irreversible y una geopolítica desastrosa. Este cristal está blindado. Lo hemos visto y oído todo, el presente golpea y afecta pero no lo rompe, porque aún no tenemos los medios para cambiarlo. Desde este lado de la ventana, proyectamos nuestra forma de mirar y habitar el mundo, más inclusiva, más ética y más justa. Nuestro cristal no es el problema.
Alba Lucía Hernández Leao. Madrid
La indiferencia nos corroe
Europa, no te reconozco. No me reconozco. Conformista, indiferente. Callamos y miramos a otro lado ante Gaza, Ucrania o cualquier conflicto que nos rodea. Nos horrorizamos al recordar los anuarios de los campos de exterminio y homenajeamos a los muertos; vemos las imágenes con un suspiro. Eso es pasado. Son fotos en blanco y negro. Giramos la cabeza ante la hambruna orquestada en Gaza, ante el ser humano migrante, y al mismo tiempo nos desgarramos por el maltrato animal. ¿Dónde quedó Europa? ¿Dónde quedamos los que íbamos a transformar el mundo? La indiferencia nos corroe. Estamos perdiendo el norte.
Isabel de las Alas-Pumariño. Torrelavega (Cantabria)
No cabe más
Ni más polarización, ni más hipérbole, ni más extremismo, ni más insultos. El estercolero ha alcanzado sus rebosaderos. Las apelaciones a la mafia, a la dictadura comunista, al todos a la cárcel de Aznar, a la destrucción de España, al grupo criminal, son de tal calibre que han agotado el nivel máximo de exageración. Todo tiene un límite, o debería tenerlo, y la ciudadanía contempla atónita cómo los vómitos superan un día sí y otro también la más elemental cordura y responsabilidad. El frenesí apocalíptico por llegar a La Moncloa termina conduciendo al aturdimiento.
Enrique Ramos Bujalance. Madrid
Ante todo, grabar
Se ha vuelto natural convertir cualquier experiencia —por muy extrema o delicada que sea— en contenido. Incluso en contextos donde cabría esperar bloqueo, miedo o silencio, parece que el impulso de grabar aparece sin pensar. Me pregunto cómo hemos llegado hasta ahí, y qué dice eso de nuestra manera de habitar el mundo. Tal vez grabar se ha convertido en una forma de entender, de no sentirnos del todo dentro. O quizá ya no sabemos mirar sin registrar. Como si el acto de observar ya no estuviera completo sin convertirlo en imagen o dejar constancia de él.
Cristina Berzosa Ramos. Málaga
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.