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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Antes del colesterol

El descubrimiento de una molécula que produce problemas cardiovasculares demuestra la utilidad de la inversión en ciencia a largo plazo

Foto del Centro Nacional de Investigación Cardiovascular, en la que aparece el equipo que investiga la relación de la flora intestinal con la aterosclerosis.
El País

El cuerpo humano contiene multitudes que todavía desconocemos en gran medida. El hallazgo de un equipo de científicos españoles recogido en la revista Nature, escaparate de la mejor ciencia mundial, lo ha vuelto a demostrar de la mejor manera posible. El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, con el biólogo David Sancho al frente, ha descubierto algo auténticamente revolucionario: una molécula producida por algunas bacterias del intestino, al interactuar con la sangre, también provoca la aterosclerosis. Esta dolencia, derivada de la acumulación de grasas y colesterol en las arterias, puede provocar infartos e ictus y es responsable de millones de muertes. Lo importante del descubrimiento reside en que hasta ahora se pensaba que únicamente el nivel de colesterol era culpable de esta enfermedad. La existencia de otro factor inesperado que podría desencadenar esta peligrosa condición en individuos sanos genera dos reflexiones cruciales desde el ámbito de la salud pública.

Para empezar, lo más evidente: todavía tenemos mucho por explorar en el cuerpo humano y los mecanismos escondidos que desencadenan enfermedades. De un tiempo a esta parte, especialmente, la ciencia está descubriendo la importancia que tiene en nuestras vidas el microbioma, la formidable cantidad de microorganismos que nos habita. Se calcula que en un cuerpo humano hay más células bacterianas (38 billones) que humanas (30 billones), células que tienen repercusiones notables que van desde la salud mental hasta las relaciones sociales, pasando por tumores malignos. En este caso, además, se confirma cómo la investigación básica y la que trabaja a largo plazo son una inversión imprescindible. En tiempos en los que se pone en duda la importancia de gastar en ciencia, 15 años de trabajo ha desembocado en un hallazgo que podría salvar vidas.

Por otro lado, toca pensar qué ocurre, desde el punto de vista de la salud de la población, cuando descubrimos mecanismos como el que se detalla en Nature. Los científicos del grupo de Sancho han desarrollado un fármaco para bloquear esa molécula nociva que, de momento, probaron con éxito en ratones. Ya han patentado este tratamiento experimental para su uso en humanos, como declaraban los propios científicos en los conflictos de intereses del estudio. Es una buena noticia que los sanitarios tengan una caja de herramientas repleta de nuevas soluciones y abordajes para atender enfermedades. Pero no hay que perder de vista cómo la prevención de dolencias es en realidad un camino mucho más fácil, barato y productivo que tratar de atajar los males una vez se manifiestan en el organismo.

Y es especialmente importante recordarlo ahora, en una sociedad que ha abrazado la cultura del solucionismo farmacológico. La irrupción del fenómeno Ozempic, los medicamentos GLP-1 para la pérdida de peso, ha tensado como nunca el triángulo de la salud: lo que se puede conseguir pagando fármacos, lo que logramos haciendo esfuerzos personales y los beneficios que se generan desde las políticas públicas. En el caso del colesterol y de la salud cardiovascular hay un camino claro y obligado: conseguir que comer bien, no fumar y evitar el sedentarismo sea la opción más fácil y barata para toda la población, al margen de los medicamentos que se puedan pagar.

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