Lengua y patria en Torre Pacheco
Veo a esos patriotas armados para pegar palizas y pienso: qué patria más pobre si apenas consigue unir en el amor a los suyos, y siempre en el odio a los otros


La ausencia de sujeto solo augura desastres: al no querer nombrar algo, se nombra aquello que los prejuicios sugieren. La inmigración: ese “fenómeno”, como la meteorología. Primero se deshumaniza: se produce, cuando llegan inmigrantes, “una oleada” o “avalancha”, ya en tierra es “una invasión”, incluso herramienta de un delirante “reemplazo”. Ocurre entonces algo que tiene que ver con la elección perversa del artículo determinado en lugar del indeterminado, decisión que sirve para condicionar una moral. En lugar de “un grupo de inmigrantes” o “algunos inmigrantes”, el discurso de odio dicta: “los inmigrantes”, “los marroquíes”, “los subsaharianos”. Todos ellos, responsables de lo que haga uno. El artículo no es inocente. Cuando empiezan a agotarse los recursos, aparece el viejo fantasma: la patria. O sea, el “nosotros”. La primera consecuencia política del “nosotros” es el “ellos”. Eso, y la desaparición de la responsabilidad individual: nadie se declara racista, sino que hay un “nosotros” que reclama orden y seguridad, un “nosotros” que asume perversas adversativas y que produce una frontera difícil de superar; un pronombre personal cuya finalidad no es lo que dice, sino lo que impide decir. Frente al “nosotros”, cualquier gris es traición. Esta cita en El origen deportivo del Estado, de Ortega: “[El muchacho] no quiere y siente como individuo, sino que se halla absorbido por la personalidad anónima del grupo”. Y Ferlosio, sobre el deportivo espíritu del compañerismo ciego: “Todos para uno y uno para todos esconde una terrible férula de coacción mutua y permanente, de amenaza anónima y ubicua, prefigurando ya el traidor del opresivo sistema de coacción social universal del patriotismo”. Veo a esos patriotas armados organizándose bajo el lenguaje prostituido de sus fascistillas parlanchines para pegar palizas a quien su piel o su lengua no se homologue con la suya, y pienso qué patria más pobre cuando apenas consigue unir en el amor a los suyos, y siempre en el odio a los otros.
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