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Columna
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Un centauro sueña con pensar

Un sistema de inteligencia artificial de libre acceso “predice y captura el pensamiento humano” gracias a los datos de 60.000 voluntarios

Fotograma de la película 'El mago de Oz', de 1939.
Javier Sampedro

Si yo tuviera un cerebro, canta el espantapájaros en El mago de Oz cuando Dorothy le pregunta qué haría él si lo tuviera. El espantapájaros le larga a la niña una considerable retahíla de las cosas que haría si tuviera un cerebro, entre ellas consultar con la lluvia, departir con las flores y resolver cualquier enigma para quienes sufren dolor. De las muchas versiones y variaciones que se han hecho de la canción, mi favorita es del guitarrista Tuck Andress, pero la película es mucho más antigua, de 1939, justo cuando España estaba a punto de perder su cerebro durante una era geológica. Y el mundo ya está listo para reescribir la vieja canción una vez más. Solo hay que cambiar al espantapájaros por un centauro.

Centaur es un sistema de inteligencia artificial (IA) de libre acceso que “predice y captura el pensamiento humano”, según los investigadores que lo han creado, coordinados por Marcel Binz, del Instituto para la IA Centrada en Humanos del Centro Helmholtz de Munich. Es de la familia ChatGPT (técnicamente, un modelo grande de lenguaje, o en inglés large language model, LLM), pero con una innovación muy interesante. Los investigadores han ajustado su modelo con una enorme base de datos obtenida de 160 experimentos psicológicos en los que 60.000 voluntarios tomaron decisiones sobre 10 millones de tareas distintas. Los psicólogos experimentales se pasan la vida sometiendo a sus voluntarios a toda clase de pruebas martirizantes, a menudo a cambio de un par de créditos para el trabajo de graduación. Son tiempos duros para ser estudiante.

El resultado ha sido notable. Tras haberse tragado toda esa pila de datos en cinco días, Centaur es capaz de simular el comportamiento humano en pruebas de apuestas, juegos de memoria, resolución de problemas y otros ámbitos. De manera especialmente chocante, puede incluso predecir decisiones humanas sobre las que no ha recibido ningún entrenamiento, como el razonamiento lógico. Cuando una persona hace esto, podemos atribuirlo a que su cerebro ha construido un modelo interno del mundo, una especie de teoría inconsciente sobre la manera en que otras personas se comportan. Entonces, ¿es que Centaur tiene un cerebro, eso que tanto deseaba el espantapájaros de El mago de Oz?

Mete primera y vamos a pensar un poco sobre ello, que para eso tenemos —nosotros, sí— un cerebro. Lo que implican las espectaculares habilidades de Centaur es que el comportamiento humano, por errático o caprichoso que nos parezca a nosotros mismos, tiene mucha más estructura interna de lo que habíamos previsto. Por eso Centaur, que es un rastreador de pautas ocultas en el aparente caos de los datos masivos, puede simular —imitar, si prefieres— nuestra toma de decisiones y hasta nuestro razonamiento lógico. Esos comportamientos de carne y hueso dejan un montón de rastros en la estructura de los datos, y Centaur, como los gusanos gigantes de Dune, detecta esos patrones y los utiliza para fabricar sus respuestas.

Esas objeciones, sin embargo, no deben confundirse con una imposibilidad de que una máquina pueda llegar a pensar. Las percepciones sobre el mundo de las que se alimenta Centaur nos sorprenden por su modestia. Vale que se traga un montón de datos, pero lo que hace con ellos es extremadamente parco: cuán cerca tiende a aparecer una palabra de otra, o un píxel de otro. Pero, si lo piensas, el material que utiliza nuestro cerebro no es mucho más complejo que ese. Ahí dentro del cráneo, lo único que vemos son líneas de distintas inclinaciones, y solo con eso abstraemos una escena visual completa.

El centauro cantará algún día If I only had a brain, y Dorothy le preguntará: ¿Qué harías si tuvieras un cerebro? Y él responderá: consultar con la lluvia, departir con las flores y resolver cualquier enigma para quienes sufren dolor.

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