Ni un paso atrás, compañeros
Tenemos que endurecer nuestro código ético, pero sobre todo nuestra resolución: el que resiste gana


Compañeras, compañeros:
Santos Cerdán ha entrado en la cárcel antes que Carles Puigdemont: y luego dicen que la ley de amnistía no ha sido un éxito. Puesto que viajó a Ginebra, donde está enterrado el escritor favorito de José Luis (el bueno), y puesto que se ha definido como el arquitecto de los Gobiernos de Pedro Sánchez, Cerdán habrá sabido apreciar la simetría borgiana de que el secretario de Organización y mano derecha número 2, miembro del comité de crisis creado a raíz de la presunta trama de corrupción que afectaba al secretario de Organización y mano derecha número 1, fuera junto al secretario de Organización y mano derecha número 1 quien negoció los apoyos de la moción de censura por la corrupción del PP.
Mientras tanto, algunos compañeros dicen que no les suena ni su nombre y si salen más cosas Yolanda Díaz amenaza, inflexible, con no hacer nada. La situación puede generar desconcierto en el partido, pánico en el Gobierno, desaliento en la militancia, asco entre los votantes y diversión en la recalcitrante prensa madrileña, pero no debemos desfallecer. La prensa extranjera nos critica. ¿Y a nosotros cuándo nos ha importado la prensa extranjera? Es la leyenda negra y la envidia que nos tienen. No aceptamos lecciones porque nuestra reacción ha sido fulminante: en 16 meses, Ábalos estaba fuera del partido. Comprendo que todos estamos cansados: han sido siete años duros, con pandemia, volcanes y ahora esta ola de calor, pero si algo hemos aprendido es que debemos hacer de la necesidad virtud y que las líneas rojas son metas volantes. Tenemos que endurecer nuestro código ético, pero sobre todo nuestra resolución. El que resiste gana: en unos meses seremos menos impresionables y tendremos una imagen más completa de la situación. A la vuelta del verano las cosas pueden ser distintas: si alguien no está investigado, no es citado a declarar o ni siquiera aparece de refilón en el artículo de algún seudomedio, es posible que pensemos que era una figura irrelevante o un zángano. Y eso en el mejor de los casos, porque puede empezar a resultar sospechoso que no sea sospechoso; puede ser una prueba —un indicio, más bien— de deslealtad. Las tornas pueden cambiar; y si no, también tenemos soluciones. El Gobierno y el partido han pedido perdón por haber confiado en Santos Cerdán, pero si las cosas se complican seremos todavía más duros, y exigiremos a los ciudadanos responsabilidades por haber confiado en nosotros.
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