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columna
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La izquierda el incendio

Mientras los ‘partidos progresistas tradicionales’ siguen perdiendo elecciones, una primavera sin nombre se expande, se expone y se cronifica

Un momento de la multitudinaria manifestación del Orgullo este sábado en Budapest (Hungría).
Marta Peirano

El Orgullo de Budapest no sólo se ha celebrado, sino que ha sido el más multitudinario de su historia. Gracias a la prohibición ilegal de Viktor Orbán, esta edición ha recibido a más de 300.000 personas. No ha habido altercados con las dos marchas de extrema derecha que sí habían sido autorizadas por la policía, pese a coincidir en varios puntos. La violencia vendrá después, de forma burocrática y también manifiesta, cuando no estén los alcaldes de Ámsterdam y Bruselas, el vicepresidente del Parlamento Europeo o la vicepresidenta segunda del Gobierno de España. A 380 kilómetros de allí, en el centro de Belgrado, la policía se llevaba detenidas a 77 personas y gaseaba a varios cientos más, la mayor parte estudiantes, por pedir elecciones anticipadas. Serbia celebra su octavo mes de manifestaciones contra el Gobierno de Aleksandar Vucic, que lleva 11 años en el poder.

Los serbios fueron los primeros en una cadena de protestas masivas que se ha contagiado a parte de los Balcanes, incluyendo Bosnia, Montenegro y Macedonia del Norte. También a Georgia y Eslovaquia, donde se repiten patrones de protesta constante y descentralizada con exigencias de repetición electoral, amplio respaldo ciudadano y una fuerte represión y violencia de las fuerzas del Estado. En Turquía, empezaron el 19 de marzo, tras la detención y arresto del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, y de un centenar de miembros de la oposición y manifestantes por parte de las autoridades turcas. Si piensas que no han tenido la cobertura mediática de otras épocas, te doy la razón.

En Israel, sigue habiendo manifestaciones masivas contra la reforma judicial y el recorte social del Gobierno de Netanyahu, que ha militarizado el presupuesto para expandir su guerra total en la región. Cinco millones de personas se manifestaron en 50 de los Estados Unidos de América el pasado 14 de junio, coincidiendo con la parada militar de Donald Trump. Y han sido meses de protestas masivas lo que ha propiciado un cambio de gobierno en Corea del Sur.

Según el Global Protest Tracker de Carnegie, más de 700 protestas multitudinarias se han registrado en más de 147 países desde 2017. La mayoría han sido demostraciones masivas contra la corrupción y el retroceso democrático, convocadas por organizaciones civiles, sindicatos y movimientos sociales dedicados a la defensa de los derechos civiles que no sólo se han aliado con otros movimientos locales, sino que también han expandido su solidaridad contra el genocidio de los palestinos y la invasión de Ucrania. Esa primavera sin nombre que se expande sin ser celebrada se expone y se cronifica, mientras nosotros seguimos hablando de la crisis de la izquierda. Una paradoja que sólo deja de serlo cuando observamos la profunda desconexión que hay entre la política institucional y la calle, la grieta casi insalvable que se ha abierto entre la corte y la vida real.

Las manifestaciones masivas que recorren el vacío que han dejado los partidos son la otra cara del desencanto que impulsa la fiebre neoconservadora y protofascista de la última década. La potencia de ese esfuerzo reclama nuestra atención. Porque al final del camino, como escribe visionaria Berta García Faet, “algo se iluminará desde el punto de vista espiritual pero te lo suplico no apagues el fuego soy el mismísimo fuego te lo ruego te lo suplico no me apagues”. Ese incendio puede salvarnos, antes de que reine la oscuridad.

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Sobre la firma

Marta Peirano
Escritora e investigadora especializada en tecnología y poder. Es analista de EL PAÍS y RNE. Sus libros más recientes son 'El enemigo conoce el sistema. Manipulación de ideas, personas e influencias después de la economía de la atención' y 'Contra el futuro. Resistencia ciudadana frente al feudalismo climático'.
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