Acabar con el descrédito arbitral
La reforma del estamento colegial lanzada por la RFEF debe contribuir a terminar con el desprestigio y el acoso a estos profesionales


La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) anunciará este miércoles los nombres de la nueva cúpula del Comité Técnico Arbitral (CTA), tras la fulminante destitución la pasada semana de Luis Medina Cantalejo, su presidente desde hacía tres años y medio, y de otros cinco directivos. La renovación es la muestra más visible del cambio en el estamento colegial que el presidente de la RFEF, Rafael Louzán, anunció a comienzos de febrero, el mismo día en que el Tribunal Supremo le absolvía de una condena a siete años de inhabilitación por prevaricación. Esa condena no había impedido su elección por amplia mayoría como presidente, decisión que agravó un bochorno del que la RFEF no ha conseguido aún desprenderse.
Junto al cambio de nombres, está sobre la mesa una transformación radical del actual modelo, de forma que el control de los colegiados no dependa en exclusiva de la Federación. La intención es acercarse a los modelos de otras grandes ligas, como la Premier o la Bundesliga, y profesionalizar la gestión.
Las intenciones de la RFEF deben ser bienvenidas si sirven para sacar al arbitraje español del descrédito que vive, en el que junto a viejos problemas estructurales (amiguismo, opacidad en los ascensos y descensos profesionales o en las designaciones) cayó hace dos años la losa del caso Negreira: los pagos del FC Barcelona a José María Enríquez Negreira por valor de unos 7,3 millones entre 2001 y 2018 cuando era vicperesidente del CTA. Unos pagos bajo investigación judicial sobre los que el club aún no ha ofrecido una explicación convincente. Negreira acaba de entrar en la lista de morosos de Hacienda por una deuda fiscal de casi 1,1 millones. Ese desprestigio ha cruzado fronteras. La FIFA no ha elegido a ningún colegiado español entre los 35 árbitros de campo del Mundial de Clubes que se disputa en EE UU. El colectivo arbitral español solo se quitará esta mancha con una cúpula desligada por completo de las prácticas del pasado.
Los árbitros son un componente imprescindible, pero también el más débil, del mayor espectáculo de masas, a la vez, un negocio con intereses multimillonarios. Su trabajo siempre ha quedado atrapado por una cultura social española de tóxico hooliganismo en la que sus decisiones son cuestionadas —y ellos vilipendiados— al gusto de cada afición. A ese hooliganismo se han sumado últimamente de forma irresponsable algunos grandes clubes, en particular el Real Madrid, que preside Florentino Pérez.
Los colegiados se sienten más señalados y vigilados que nunca. Sus lógicos errores se magnifican más allá de lo razonable, mientras crece la violencia contra ellos, en particular en las categorías inferiores. Acabar con este estado de cosas es obligación de todos los que aman el fútbol, comenzando por los aficionados. La nueva cúpula arbitral será juzgada en la medida en que contribuya a ello.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.