Ir al contenido
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Leonera

La vida pasa por nosotros y nos demuestra una y otra vez que la memoria es más traicionera que la imaginación

Fernando León de Aranoa, el martes pasado en Madrid.

Las ciudades, los relojes, la memoria y el tiempo son una leonera. Lo sabe la buena literatura porque conoce bien a las personas que bajan los escalones, salen a la calle y se ponen a caminar con la ilusión de que todo está regularizado. Pero los ojos, si vamos de extranjeros, se llenan de muchas sorpresas. Y si ejercemos la normalidad en nuestro vecindario, en el camino de todos los días, estamos expuestos a que los latidos desobedientes del corazón empiecen a dialogar con los rumores de un portal, mientras el reloj que llevamos en la muñeca salta del viernes al sábado, del mañana al pasado, de un paseo diario a un beso de despedida que ocurrió hace mucho tiempo, incluso en otra ciudad o en otros labios. La vida pasa por nosotros, contra nosotros, a favor de nosotros, sobre los espejos, las fotografías, los libros, los armarios, las sábanas de una cama, los sueños, y nos demuestra una y otra vez que la memoria es más traicionera que la imaginación, que las manos se mueren poco a poco si vivimos un amor con deshonestidad y que nadie está a salvo del dolor, pero una ruptura a tiempo es menos catastrófica que un adiós aletargado en su retraso.

Salgo a la calle, voy conmigo mismo, aunque mi sombra y yo vamos a sitios distintos. Esta ciudad es una habitación doble de uso individual, procuro buscar cierto orden en mi caminata. En seguida me doy cuenta de que he empezado por el final. No me pongo nervioso al desorientarme. El amor, los hijos, el cine y literatura me han enseñado a convivir con las preguntas que se me escapan del corazón. Mientras discuto el desarreglo de mis tiempos, mis recuerdos, mis alegrías, mis heridas, mis ganas de vivir, veo a través de una ventana que alguien está leyendo un libro. Sonríe. Sonrío. Me acerco, saco un bolígrafo que no funciona, busco en el bolsillo otro, este sí, y apunto los datos. Es de Fernando León de Aranoa, se titula Leonera (Seix Barral, 2025).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_