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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Debates desenfocados

La disputa por el apagón opaca la discusión sobre el gasto en defensa en otra sesión parlamentaria de tono pendenciero

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante su intervención en el Congreso este miércoles.
El País

Tanto el apagón del 28 de abril como el aumento del gasto de defensa para cumplir con los compromisos internacionales de España merecían, cada uno, un debate a fondo en el Congreso de los Diputados. En el primer caso, para conocer y analizar las causas de la caída total del suministro eléctrico, evitar que vuelva a repetirse, establecer las responsabilidades que puedan derivarse de los errores cometidos y debatir sobre las políticas de energía. En el segundo, para que el Gobierno pudiera explicar —y los grupos debatir— el plan de inversiones industriales y tecnológicas necesarias para enfrentar los desafíos abiertos por la agresión rusa a Ucrania, los peligros estratégicos que amenazan a la seguridad europea y el drástico cambio de rumbo de Estados Unidos en su relación con Europa.

El presidente del Gobierno quiso abordar ambos debates a la vez, y lo que consiguió fue diluirlos en una repetición de la manida y confusa ceremonia propia del fragmentado y polarizado Parlamento español, donde los apriorismos y las descalificaciones apenas dejan lugar a la deliberación sobre preocupaciones compartidas, argumentos fundados y conclusiones útiles que servirían para no seguir alimentando la desafección ciudadana. Si el guirigay del debate pretendía demostrar las divisiones dentro del Ejecutivo a propósito del presupuesto de defensa, la radicalización verbal de algunos de sus socios parlamentarios —como Podemos o Junts— o la concentración de las diferencias entre PSOE y PP en la mutua inquina personal entre Sánchez y Feijóo, tales objetivos quedaron colmados sobradamente. El discurso de apertura del presidente del Gobierno no ofreció novedades sino un relato de los hechos conocidos en el caso del apagón y un respaldo documentado del modelo energético español. En defensa volvió a explicar el cambio del contexto global y los compromisos con la OTAN. Pero superado el discurso de Sánchez, la jornada se convirtió, como últimamente cada sesión en el Congreso, en un remedo de debate sobre el Estado de la nación por el que, vengan a cuento o no, desfilan Ábalos, Mazón, los aranceles de Trump o la libertad de prensa. Y en un tono cada vez más pendenciero.

Respecto al apagón, en los términos planteados, el debate fue prematuro aun siendo imprescindible, sobre todo por la ausencia de resultados de las investigaciones en marcha. La obligada comparecencia del presidente sirve a las exigencias de comunicación que requiere un percance de tanta envergadura, pero tal como se produjo la discusión posterior, la necesaria rendición de cuentas y la reflexión sobre la oportunidad histórica de nuestra potencia en energías renovables se desvió hacia una oportunista discusión ideológica centrada en la prolongación de la actividad de las centrales nucleares —cuyo cierre pactaron en su día las propias empresas propietarias sin que hayan solicitado su ampliación— con la que el PP pone ahora en cuestión las energías renovables e incluso carga sobre ellas la fragilidad demostrada por la red eléctrica.

En cuanto al incremento del presupuesto de defensa, cuestión trascendental derivada de la entrada en una nueva época de inseguridad, ni siquiera puede decirse que el debate haya empezado, eclipsado por el apagón y arrinconado en el tiempo de las intervenciones. Condicionado por la ausencia de apoyos, el Gobierno se ve obligado a una ingeniería presupuestaria con partidas flexibles para alcanzar el compromiso atlántico del 2% del PIB sin someterse a una votación que fácilmente se convertiría en un castigo al Ejecutivo y podría comprometer la credibilidad del país ante sus aliados.

El Gobierno y las mayorías parlamentarias a su alcance se hallan profundamente divididos en esta cuestión trascendental que afecta al rumbo de la gobernanza europea a largo plazo. La ironía de la política española es que las cuentas salen tanto entre la opinión pública como en las posiciones mayoritarias en el Parlamento, donde los votos del PSOE, PP, Junts y PNV, que no suman para aprobar leyes y presupuestos, sumarían si se atendiera menos al intento popular de desgastar al Gobierno incluso cuando se está de acuerdo con él y más a los objetivos que comparten respecto al incremento del gasto militar. Con una sesión insuficiente como la de ayer, ni siquiera puede darse por empezado el debate español sobre la defensa europea.

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