Ir al contenido
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Si no es urgente no es importante

Regresamos a una polarización inducida desde arriba, la única idea a la que es fiel el presidente del Gobierno, obstáculo para cualquier entendimiento

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el 26 de marzo en una sesión de control al Gobierno en el Congreso.
Daniel Gascón

El regreso al poder de Donald Trump ―un narcisista incompetente que ha trastornado el orden internacional y las estructuras comerciales y de seguridad, y presume de la crueldad como forma hacer política― muestra que muchos de nuestros debates son sobreactuados o falsos.

En numerosos terrenos el PSOE y el PP, que representaron el 66% del voto de las últimas elecciones generales, están relativamente de acuerdo y podrían llegar a pactos con cesiones mutuas. (Mientras, los nacionalistas españoles de Vox se comportan como vasallos de Trump, e Irene Montero repite la propaganda de Putin). Los desacuerdos entre los dos grandes partidos se magnifican, y la posibilidad de pactar algo solo parece posible ante un peligro inminente. Ahí son útiles figuras como el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Resulta exótico ver a un ministro que no dé vergüenza: que parezca competente, que no insulte a medios ni periodistas, que no cese a diplomáticos por nimiedades, que no mienta sobre muertos en la frontera de Melilla, que no tergiverse dictámenes de la Comisión de Venecia, que no diga memeces sobre la presunción de inocencia, que no vote contra la permanencia de España en la OTAN. Es un alivio hasta para los columnistas críticos.

Cuando la amenaza exterior se disipa un poco, podemos volver a nuestras actividades tradicionales, que son recreaciones más o menos incruentas de un enfrentamiento civil. Todos respiramos aliviados, incluida la oposición. Si no es urgente no es importante, y así regresamos a una polarización inducida desde arriba: la única idea a la que es fiel el presidente del Gobierno, obstáculo para cualquier entendimiento. El peligro para el sistema es cierto, pero peor sería perder el poder. En pocos lugares se ve el orden de prioridades de forma tan clara como en Televisión Española, donde trabajan tantos excelentes profesionales, convertida sin complejos en un órgano de propaganda y a veces en algo todavía peor. La telebasura es un servicio público y, por tanto, debe pagarse con impuestos, profesionales del sectarismo entran en el Consejo o dan lecciones de deontología, y cómicos que recuerdan al humorista sin gracia de Discothèque de Félix Romeo nos enseñan lo que debemos pensar. Las películas emitidas en Cine de barrio llevarán una advertencia que explique el contexto de las conductas sexistas. Para mejorar esa grotesca mezcla de paternalismo, colonización e impostura, el aviso de la cadena debería ser un audiocomentario de José Luis Ábalos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_