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PAN
Columna
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Romero, Salinas Pliego y la subrogación del PAN

¿Es demasiado grande el empresario para Acción Nacional? ¿O lo que precisamente el líder opositor quiso decir es que su partido ya es demasiado pequeño?

Salvador Camarena

La entrevista de Jorge Romero, presidente nacional del PAN en EL PAÍS sobre el relanzamiento y la próxima asamblea del partido más importante de la oposición, contiene:

Mentiras: “(con el relanzamiento) el país nos volteó a ver como nunca”; definiciones sobre coaligarse: “alianzas personales con los liderazgos sí, coaliciones no”; refritos: dice que preparan “un proyecto alternativo de nación”; boceto estratégico opositor: “tenemos que entender que si cada parte de la oposición se aplica en ir por sus mercados, va a crecer toda la oposición. Hay gente que no lo entiende”; bravatas: —¿El PAN apuesta por la división en Morena?, le pregunta Elia Castillo Jiménez. “No apostamos, solamente comemos palomitas. Sabemos que eso va a ser un híper factor para el 2027”, contesta Romero.

Y, desde luego, la declaración que se llevó las ocho columnas y buena parte del “Jorge no entiende que no entiende”, esa sobre si el dueño de TV Azteca podría ser su candidato en 2030: “A Ricardo Salinas Pliego lo veo con perfecta claridad. Si él se anima, avanza y vemos que va creciendo en el ánimo, por supuesto que no lo descartamos. No descartamos a nadie”.

Este fin de semana el partido Acción Nacional tendrá su asamblea nacional. Cinco mil delegados podrán validar el cambio de ruta que Romero, presidente desde hace cosa de un año, pretende al, por un lado, abrir el registro de militancia para llevarla al doble (según le dijo a la periodista de este periódico) y, por el otro, no descartar a nadie como candidato en 2030.

No es cierto que al PAN se le volteó a ver como nunca una vez que el mes pasado se anunció el relanzamiento, donde lo destacable es ciertamente la arriesgada apuesta aperturista de Romero, uno de los acusados de la cerrazón que trajo a los azules la actual crisis.

La duda tras la entrevista es si la apertura no se volverá en contra de una organización opositora donde siempre se vio con recelo a los empresarios que llegaban para ocupar el cuarto de máquinas. Y eso que ninguno pasó de no militante a precandidato a la presidencia.

Aunque no es mayor, Romero no tiene disculpa de juventud política —lleva en esto más de 20 años— como justificación de que justo antes de la asamblea incluyó en la baraja sucesoria del PAN a alguien que por sí mismo podría terminar de desdibujar la identidad azul.

¿Volverá el PAN a ser un partido de principios y formación de cuadros, o una entidad oportunista que busca quien le saque del marasmo, así sea bajo riesgo de terminar siendo un apéndice en el conglomerado empresarial que incluye una de las cabezas del duopolio televisivo?

¿Es demasiado grande Salinas Pliego para el PAN? ¿O lo que precisamente Romero quiso decir es que su partido ya es demasiado pequeño como para bastarse a sí mismo y lo que requiere es la subrogación, incluso, de un empresario con problemas con el fisco?

La respuesta de Romero sobre los candidatos externos, donde incluye al dueño de Elektra, tiene mucha miga, material que seguramente será desmenuzado en la asamblea del sábado próximo.

¿Qué quiso decir con eso de que ve al dueño de Banco Azteca “con perfecta claridad”? ¿Ve los insultos que ha proferido a Citlalli Hernández, la hoy secretaria de las Mujeres? ¿Ve y le gustan los epítetos tipo Milei con los que Salinas Pliego llama a los izquierdistas?

Los bárbaros del norte fue una manera de denominar a la ola de empresarios que en su momento irrumpieron en el PAN a fin de buscar defender sus intereses.

Hubo de todo en esa corriente: desde Manuel J. Clouthier (Sinaloa) hasta Francisco Barrio (Chihuahua), pasando por Fernando Canales (Nuevo León) y Rodolfo Elizondo (Durango). Y, desde luego, Ernesto Ruffo (Baja California), primer gobernador de oposición.

Se trata de personajes que luego de los desastrosos sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo, dan el paso decididamente en los ochenta para incursionar en política y ven en el PAN un vehículo que comparte en buena medida su visión económica, entre otros valores.

Maquío fallece tras la turbia elección de 1988 y ese mismo año Vicente Fox (Guanajuato) se convierte en diputado federal… el resto es historia sobre personajes que, a pesar del ímpetu que imprimieron al PAN, no necesariamente se apropiaron de él o lo suplantaron.

Eso sí, la ola de empresarios que sufrieron fraudes como Francisco Barrio en Chihuahua compensaron las resistencias que al interior del PAN suscitaban al impulsar triunfos de otras candidaturas blanquiazules.

Se llegó, por decirlo de un brochazo, a un cierto equilibrio entre tradicionales y los bravos, en el que varias dirigencias del PAN fungían al mismo tiempo como árbitro y promotoras de esa mezcla. Aunque es cierto que hay quien cree que Acción Nacional nunca se recuperó de esa deriva proempresarial y que desde Germán Martínez (2007-2009), no hubo ya nunca un líder nacional de la veta doctrinal panista. Y, lo mismo, no pocos de los escándalos de corrupción de gobernantes del PAN fue por empresarios improvisados como políticos.

Según comunicó Romero en octubre al anunciar el relanzamiento, Acción Nacional iniciaría una reflexión abierta, en la que lo mismo explorarían un retorno a los orígenes que ajustes para adaptarse al entorno donde Morena avanza en instalar una nueva y dañina hegemonía.

El camino hacia esa reflexión ha topado, muy prontamente, con una disyuntiva. Al mencionar Romero en los términos que hizo en la entrevista a Salinas Pliego, e incluso decir “no descartamos a nadie” (o sea tampoco a un Eduardo Verástegui), pone un yugo al panismo.

Romero reeditaría el error de Marko Cortés, que entregó el partido al desprestigiado PRI de Alito Moreno en la alianza del proceso de 2024. Salinas Pliego tiene el derecho de buscar defender sus intereses como crea conveniente. ¿El PAN tiene necesidad de ser la herramienta de una persona antes que el instrumento de un sector?

A juicio de las palabras de Romero, antes que ver la fortaleza en casa ve la necesidad de abrazarse de quien denuesta, con una agenda personal, a la presidenta Sheinbaum y a su movimiento (luego de haber sido aliado de ellos, por cierto).

Los bravos del norte picaron piedra en alcaldías y antes de batallas nacionales perdieron frente al sucio PRI en gubernaturas, como el Maquío la de Sinaloa en 1986. La historia del PAN muestra que empresarios y panismo pueden rimar con éxito. Salvo que se sabía quién conducía el vehículo, ese que hoy Romero parece urgido, y tan pronto, de entregar las llaves para que se lo tripulen.

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Sobre la firma

Salvador Camarena
Periodista y analista político. Ha sido editor, corresponsal y director de periodistas de investigación. Conduce programas de radio y es guionista de podcasts. Columnista hace más de quince años en EL PAÍS y en medios mexicanos.
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