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Elección judicial
Columna
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Instrucciones para votar

Para ese puñado reducido de serenos —recordando las instrucciones para llorar, para dar cuerda al reloj y para subir una escalera de Cortázar— comparto aquí los pasos para participar en la elección judicial

Ciudadanos de Zinacantepec, Estado de México, participan en un simulacro  de votación previo a la elección del Poder Judicial, el 20 de mayo.
Vanessa Romero Rocha

Manual para cronopios cívicos y famas que dudan

Habrá escuchado usted—en la sobremesa o en su noticiero de confianza— que se acerca la (nada esperada) elección judicial.

Por ella votaremos el domingo —le entusiasme o no, lo entienda o no, lo quiera o no— por jueces, magistrados y ministros.

¿Votaremos o votarán por nosotros? ¿Tomaremos las riendas o, finalmente, las soltaremos?

Si usted consigue reponerse de la furia —la que le provoca eso que insiste en llamar reforma judicial—, quizás logre apersonarse en las urnas el domingo.

Los cálculos más conservadores anticipan que solo entre el 8 y el 20 por ciento del país lo conseguiremos: separar la causa de lo causado, el huevo de la gallina, el sismo de la reconstrucción.

Para ese puñado reducido de serenos —recordando las instrucciones para llorar, para dar cuerda al reloj y para subir una escalera de Cortázar— comparto aquí unas instrucciones mínimas para votar.

—Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo —sugería el autor de Rayuela.

Paso 1: Reconozca el terreno

Busque su credencial de elector —esa que no creía necesitar sino hasta las elecciones intermedias— y encuentre el número de su sección. Ahí está. Cuatro pequeños y tímidos números esperando a un costado de una foto de quien usted era antes.

Después, visite la página del INE —ese gato nacional que siempre aterriza parado— y ubique su casilla.

Quizás no sea la de siempre: se instalarán menos. Muchas menos. Dividiremos 170.000 por la mitad. Por carencia, no por capricho.

Paso 2: Practique y será un maestro

Ensaye con el simulador del INE.

Sería temerario —quiero decir, irresponsable— presentarse el domingo frente a las urnas sin haber antes practicado. Ni el diseño de las boletas ni los nombres impresos en ellas le resultarán familiares.

Además, las diferencias entre las circunscripciones electorales y los distritos judiciales —que suenan parecido, pero no lo son— obligaron al instituto electoral a repartir candidatos por todo el territorio: no todos votaremos por todos. No todos votaremos por los mismos.

Para ayudarlo, el simulador del INE le mostrará el monstruo al que se enfrentará el domingo: varias boletas, muchos candidatos, nombres, nombres y más nombres. Nombres y apellidos sustituirán los logos de partido.

En su pantalla aparecerá, por ejemplo, una boleta morada. A la izquierda, 32 mujeres. A la derecha, 31 hombres. Dos filas ordenadas alfabéticamente de los aspirantes al máximo tribunal.

De todos ellos, elegirá a nueve. Podrá hacerlo con información, atajos, acordeones o puro presentimiento.

Junto a cada nombre aparecerán siglas pequeñas que indicarán el origen de cada aspiración: “PE” para los designados por el comité de Sheinbaum; “PL”, para los que son producto de nuestro oscuro Congreso; “PJ”, los designados por el Poder Judicial que se negó a evaluarlos; y “EF” —en funciones—, los que ya habitaban los tribunales antes de que la reforma los acusará de ser parte del problema.

Los EF vienen del pasado. Vótelos si busca continuidad. Evítelos si busca ruptura.

¿Necesita más información? No sobra, pero existe. En la era de la información, la ceguera es optativa.

Ahí están las investigaciones periodísticas: las que rastrearon trayectorias, evaluaron méritos y compararon. La misión no es imposible: hay mapas y guías para orientarnos por el inmenso territorio.

Tómese el tiempo.

Y sí, ojalá hubiera más y mejores portales periodísticos, observatorios imparciales, brújulas confiables y ejercicios comparativos. Pero hay lo que hay.

Respire y avance.

¿No sabe qué hace un juez de lo familiar? ¿O uno de competencia económica? ¿Ni qué demonios es el Tribunal de Disciplina Judicial? Está bien. Tampoco tiene muy claro lo que hace un síndico. O su diputado local. Pero vota.

Paso 3: Enjuague y repita

Si usted vive en una de las 19 entidades donde también se elegirá justicia local, enjuague y repita: vaya a la página del instituto electoral de su Estado, use el simulador, mire las boletas, compare los nombres.

Paciencia, mucha paciencia.

Paso 4: El Día D

No madrugue. Llegar demasiado temprano podrá secuestrarlo como funcionario de casilla suplente. Llegue a tiempo, justo a tiempo. Ni héroe ni rehén.

Le entregarán —al menos— seis boletas: la morada, la verde, la azul, la naranja, la rosa y la amarilla. Antes de emitir sus votos, su dedo ya estará entintado.

Decida. Vote: escriba los números…

Lleve su acordeón si lo necesita. Nadie espera que recuerde todos los nombres. Si apenas recordamos a los que hoy se pasean togados por nuestro máximo tribunal.

Deposite todas las boletas —todas— en una misma urna.

Felicidades, usted habrá atravesado la tormenta.

Paso 5: La gran espera

Cerrada la jornada, se contarán los votantes. Al final de la noche, usted sabrá si su casilla fue desfile o desaire. Pase de lista o negación.

Después, no sus vecinos, sino ciudadanos —repito, ciudadanos— organizados en consejos distritales, contarán los votos. En unos días, nos entregarán los resultados.

En la noche de la elección, mire usted su dedo entintado. ¿Va orgulloso o de luto? ¿Marca ciudadana o dolorosa cicatriz?

Aunque lo intente, no podrá lavarse las manos. Tampoco quienes —al viejo estilo de Poncio Pilatos—, se quedarán en casa, convencidos de que el silencio los absuelve, cuando en realidad los condena.

A partir del lunes, los disidentes no encontrarán descanso. Los seguirá una pregunta incómoda que los hará mirarse al espejo y reconocerse como parte de una generación fallida.

Nos increparán, furiosos: “¿Qué fue lo que hicieron?”.

Cuando deberían preguntarse: “¿Qué fue lo que no hicimos?”.

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Sobre la firma

Vanessa Romero Rocha
Es abogada y escritora. Colaboradora en EL PAÍS y otros medios en México y el extranjero. Se especializa en análisis de temas políticos, legales y relacionados con la justicia. Es abogada y máster por la Escuela Libre de Derecho y por la University College London.
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