Ir al contenido
_
_
_
_

Las redes de la ultraderecha en América Latina: periódicos digitales, ‘bots’ y noticias falsas para propagar la “guerra cultural”

Un entramado que nace en Brasil y crece desde Argentina llega a México como arma política conservadora

Ciudadanos brasileños acusados de participar en un golpe de Estado

Brasil fue el primer laboratorio de las nuevas armas digitales de la extrema derecha latinoamericana. El éxito fue tan rotundo que un diputado provocador y casi desconocido llamado Jair Messias Bolsonaro llegó en enero de 2019 a la presidencia. Cuatro años después, fue el turno de Javier Milei, un vociferante economista argentino de pelo ensortijado. El fenómeno de la ultraderecha crece ahora en Chile, de la mano del candidato presidencial Axel Kaiser, e intenta hacer pie en México, donde busca aún al personaje que lo represente. La estrategia es siempre la misma: ejércitos de mercenarios digitales propagan la hiel por fuera de los medios tradicionales. En X, TikTok, Instagram, Facebook, programas por streaming y periódicos en la web llaman a la revuelta y la desobediencia civil —cuando no a un golpe de Estado— y organizan manifestaciones “espontáneas” para derribar lo establecido. Como la que se celebrará este sábado en Ciudad de México contra el Gobierno de Claudia Sheinbaum.

En México, la extrema derecha ha tenido hasta ahora poco eco popular y nula presencia institucional. Existen únicamente dos proyectos que aspiran a ser partidos antes de las elecciones intermedias de 2027. Uno de ellos lo encabeza el actor Eduardo Verástegui, de buena relación con el argentino Milei. El amor entre ambos duró poco: un inesperado cruce de insultos en X a finales de octubre consumó la ruptura y llevó a la cancelación de la cumbre de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en inglés) que se iba a realizar en México en noviembre.

Ante la falta de representación electoral, la presencia del movimiento conservador mexicano se concentra, por ahora, en las redes sociales. Allí surgió la polémica convocatoria a una manifestación atribuida a jóvenes de la generación Z. Aunque se presenta como un movimiento espontáneo similar a los que agitaron Nepal, Madagascar o Marruecos, una investigación de Infodemia —la unidad del Gobierno mexicano dedicada a analizar desinformación— sostiene que se trató de una “estrategia digital articulada”. El informe pone detrás a influencers, figuras de la oposición y cuentas vinculadas a Atlas Network, una organización ultra fundada a principios de los años ochenta con presencia en más de 100 países. Según el informe, en el último mes y medio se habrían invertido más de 90 millones de pesos mexicanos (unos cinco millones de dólares) en promover la marcha.

La investigación oficial también apunta indirectamente al dueño de la televisora TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego. Este jueves, la Suprema Corte falló en su contra tras años de litigios y lo conminó a saldar una deuda fiscal de cerca de 50.000 millones de pesos (unos 3.000 millones de dólares). El revés intensificó el debate sobre el presunto papel de Salinas Pliego en las campañas digitales que critican a la presidenta, Claudia Sheinbaum.

Infodemia ubica el origen de la campaña digital a principios de octubre, cuando Azteca Noticias publicó un reportaje sobre las movilizaciones de la generación Z fuera de México. Surgieron entonces decenas de cuentas en redes sociales, con nombres como generacionz_mx o somosgeneracionzmx, que convocaban a una marcha para este sábado en la capital mexicana. Casi 200 cuentas impulsaban la protesta en TikTok, 50 de ellas creadas o reactivadas en ese periodo, y en Facebook más de 350 grupos discutían el tema, varios de ellos administrados desde el extranjero.

El contenido de los mensajes cambió repentinamente de tono durante la primera mitad del mes pasado. A partir del asesinato de un alcalde en Michoacán el 1 de noviembre, la narrativa giró desde el pedido de la revocación del mandato presidencial hacia una supuesta incapacidad del Gobierno para enfrentar la violencia. Infodemia sostiene que este cambio fue sincronizado.

El informe señala la presencia de bots de Atlas Network y menciona al argentino Fernando Cerimedo, hasta hace unos meses responsable de la campaña digital de Milei. Cerimedo es un viejo conocido en el Cono Sur americano. Su nombre apareció más de 60 veces en la investigación policial sobre el plan golpista contra Luiz Inácio Lula da Silva que en septiembre pasado llevó a la cárcel a Jair Bolsonaro. Se lo acusó de difundir una presunta investigación que ponía en duda la fiabilidad del sistema electoral brasileño para desacreditar el triunfo del líder del Partido de los Trabajadores (PT). Cerimedo quedó fuera de la investigación en febrero de este año. La policía dio por hecho que el argentino había difundido “contenidos infundados”, pero no pudo probar que tuviese control sobre el plan golpista.

El bolsonarismo germinó en redes sociales. Allí, lejos del radar de los grandes medios de comunicación de Brasil, el discurso antisistema y contra la corrupción de un diputado conocido solo por sus provocaciones, capitán retirado del Ejército, fue seduciendo en 2018 a millones de compatriotas a los que unía el hartazgo con la política tradicional y un odio visceral contra el PT. Lula estaba fuera de juego, encarcelado por un caso de corrupción anulado años después.

El patriarca del clan Bolsonaro fue tan consciente del peso capital de internet en su victoria electoral —en especial de los mensajes de WhatsApp— que, el día de su toma de posesión, el estratega de su campaña digital, su hijo Carlos, concejal, lo acompañó en el Rolls Royce que llevó al líder ultraderechista hasta el palacio presidencial, en Brasilia. Tras la sorprendente victoria, lograron construir a partir de Facebook, Twitter, ahora X, YouTube, TikTok… un movimiento político de extrema derecha que fulminó a parte de la derecha clásica y cooptó a la mayoría de los conservadores supervivientes.

El entonces mandatario estrenó un espacio semanal en Facebook, donde, al estilo Aló Presidente, de Hugo Chávez, invitaba a los ministros para presumir de los logros del Gobierno. Las milicias digitales que Carlos Bolsonaro creó cuando su padre llegó al poder funcionan como una aceitada maquinaria que trabaja en red, con ppolíticos influenciadores y medios afines para lanzar ataques sincronizados a rivales, acallar a los críticos o colocar un tema en el centro del debate nacional. El ecosistema digital bolsonarista alumbró incluso su propia versión de Netflix, un servicio de streaming con películas y documentales que trasladan al mundo audiovisual ese universo que el bolsonarismo condensa en Dios, patria y familia.

Simpatizantes del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro

El mundo digital en el que respiran los bolsonaristas más radicales, alimentados por informaciones sesgadas o falsas, fue un fértil caldo de cultivo para que miles de personas creyeran falsamente en 2022 que a Bolsonaro le habían robado las elecciones. Fueron persuadidos para acampar durante dos meses ante los cuarteles reclamando una intervención militar. Y después se embarcaron en el asalto del corazón institucional de la república, en Brasilia. Cientos de ellos, bolsonaristas de a pie, cumplen largas condenas por intento de golpe de Estado mientras Bolsonaro está a la espera de que su sentencia de 27 años de cárcel sea firme.

La Derecha Diario, ariete ultra

Antes de que Bolsonaro cayese en desgracia, Cerimedo ya había vuelto a Buenos Aires, donde desde 2012 tenía en funcionamiento La Derecha Diario, uno de los principales difusores digitales de las ideas de la ultraderecha y prominente propagador de bulos contra todo a lo que oliese a progresismo. Su página web no se destaca por su tráfico, pero su cuenta en X tiene más de medio millón de seguidores fieles que se encargan de multiplicar el mensaje.

En junio de 2021, Cerimedo sumó a la propiedad de La Derecha Diario al español Javier Negre, un agitador que había olido desde Madrid el brillante futuro político de Milei, en ese entonces diputado, y decidido reinventarse al otro lado del Atlántico tras un malogrado paso por el periodismo en Madrid. La nueva sociedad se llamó Madero Media Group S.R.L. e inició con un capital declarado de 100.000 pesos, poco más de 1.000 dólares al tipo de cambio de entonces.

Tras años de frenética actividad, Cerimedo está hoy retirado de La Derecha Diario, aunque aún es socio fundador, y rompió con el Gobierno de Milei disconforme con la deriva comunicacional de la Casa Rosada. Quien quiera contactarlo personalmente debe viajar a La Paz, Bolivia, donde oficia como asesor de comunicación del nuevo presidente, Santiago Paz. Negre, en cambio, sigue haciendo de las suyas en Buenos Aires, tras un breve paso por Estados Unidos e Israel, hacia donde había viajado para contar “la verdad” sobre la guerra en Gaza. En Argentina, se hizo rápidamente popular por sus provocaciones a otros periodistas en las ruedas de prensa del exvocero de Milei, Manuel Adorni. Quienes lo trataron entonces lo recuerdan como un “vende humo” y un “bocón” que durante los primeros meses de su estadía porteña intentó sin éxito comprar medios argentinos para expandir su influencia.

La sombra de Negre llegaría, finalmente, a México, cuando Salinas Pliego le ofreció financiar una versión local de La Derecha Diario. Es en este ecosistema digital que se celebra la manifestación de este sábado. Muchos de los influencers mexicanos identificados por Infodemia no tienen relación previa con la política. Son creadores de contenido sobre maquillaje, videojuegos o música que comenzaron a publicar mensajes en favor de la marcha en un lapso de días.

Aunque en otros países la movilización de la generación Z ha tumbado Gobiernos, en México la participación en redes parece carecer del poder de movilización suficiente. Aun así, la presidenta Claudia Sheinbaum ordenó colocar vallas metálicas alrededor del Palacio Nacional y edificios históricos, mientras las cuentas del movimiento compartían instrucciones sobre cómo derribarlas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_