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El descontento de la generación Z derriba tres gobiernos y amenaza la estabilidad del de Rabat

La ola de revueltas se ha extendido bajo el denominador común de una protesta digital que enarbola emblemas del manga. Los jóvenes marroquíes reanudan sus movilizaciones

Marruecos
Juan Carlos Sanz

Una ola de descontento juvenil recorre el mundo. El movimiento que ha desencadenado el estallido social más amplio en Marruecos desde hace dos décadas es el último eslabón de una cadena que ha derribado gobiernos en países tan dispares como Nepal, Perú o Madagascar en el último mes. En ellos, los menores de 30 años son mayoritarios. Bajo el denominador común de una protesta digital que enarbola emblemas del manga japonés, miles de jóvenes nacidos entre mediados de la década de los noventa y 2010 ―la llamada generación Z, vista como apolítica, aunque estresada por su futuro― se han echado a la calle en tres continentes.

El malestar que se ha extendido por el planeta se expresa por distintos motivos, pero en su origen coincide con la frustración de una generación sin perspectivas de educación y empleo, y la repulsa compartida a la corrupción y el nepotismo. Se trata de la primera generación nativa digital por completo, en una cohorte demográfica que da signos de estar marcada por la ansiedad ante la vida cotidiana. La fractura generacional con quienes ostentan el poder es ante todo tecnológica.

El Gobierno de Nepal fue relevado a mediados de septiembre tras una marea de manifestaciones encabezadas por los jóvenes. La presidenta de Perú, Dina Boluarte, cayó destituida por el Parlamento la semana pasada. La rebelión de los miembros de la generación Z, también conocidos como zoomers, había desencadenado el clima de desestabilización política en el país andino que depuso a la cuestionada mandataria. El pasado martes, una unidad de élite del ejército de Madagascar tomó el poder tras la salida del país del presidente Andry Rajoelina, huido en un avión militar francés a la cercana isla de Reunión (Francia), también en aguas del Índico frente a la costa suroriental africana. Las fuerzas militares malgaches se habían unido poco antes a las protestas juveniles contra la corrupción que rodeaba al jefe del Estado.

El movimiento GenZ 212 (por el prefijo telefónico de Marruecos) ha reanudado este sábado unas movilizaciones que han permanecido en suspenso durante más de una semana, después de haber convocado marchas diarias ―que en ocasiones desembocaron en violentos disturbios― desde finales de septiembre. Tras el discurso del rey Mohamed VI, que llamó el pasado día 10 en el Parlamento a que los poderes públicos aceleren las reformas sociales, esta organización anónima recomendó a través de las redes digitales frenar la marea global de la generación Z. Las concentraciones han congregado de nuevo ahora a varias decenas de personas pacíticamente en puntos céntricos de Rabat, Casablanca o Tánger.

En muchas de las protestas de la generación Z ondea una bandera pirata con una calavera cubierta por un sombrero de paja. Con más de 500 millones de ejemplares vendidos desde 1997 en decenas de países y traducido a más de 40 lenguas, les inspira esta imagen del manga One Piece, que ha dado paso también a una serie en Netflix. Está protagonizado por el corsario Luffy, que lucha junto a otros jóvenes contra un supuesto gobierno mundial autoritario y corrupto. Es un símbolo surgido del anime japonés que ha atraído a los jóvenes de entre 15 y 30 años hacia unas reivindicaciones sociales y políticas que parecían resultarles ajenas.

El apagón de las redes sociales impuesto por las autoridades de Katmandú causó el estallido juvenil que desembocó en la salida del poder del primer ministro de Nepal Khagda Prasad Sharma Oli y su relevo por la expresidenta del Tribunal Supremo Sushila Karki. Más de 70 personas perdieron la vida en los disturbios. “Vuestro lujo es nuestra miseria”, fue uno de de los lemas su movimiento. Las cuentas de TikTok y el chat para juegos en línea Discord fueron además los vehículos de su revuelta. Solo en este último servicio de mensajería, GenZ 212 ha sumado desde Marruecos más de 200.000 nuevos seguidores desde que lanzó la primera convocatoria a finales de septiembre.

En Madagascar, la protesta masiva de los jóvenes tuvo su origen en los cortes de luz y agua en Antananarivo, la capital, y la corrupción y el nepotismo achacados al presidente Rajoelina y su familia. Un sector del ejército se hizo con el control de las fuerzas de seguridad y se alió con los manifestantes al término de tres semanas de movilizaciones populares desencadenadas por la generación Z. La dura represión inicial se cobró al menos 22 muertos y decenas de heridos.

Mientras, en Perú los jóvenes Z se han rebelado desde el pasado 20 de septiembre contra el Gobierno de Boluarte para expresar el descontento con su gestión. El Ejecutivo interino designado por el nuevo presidente, José Jerí, se dispone a declarar el estado de emergencia en la zona metropolitana de Lima en medio de un clima de violencia de origen criminal, de un lado, y de las masivas marchas de protesta juveniles, de otro. La medida permite desplegar al ejército en las calles y restringir derechos constitucionales.

Precisamente en Lima, en la marcha de la generación Z se produjo esta semana la muerte de un joven rapero por disparos de un policía. Artistas, estudiantes universitarios, asociaciones feministas y otras organizaciones se habían sumado a una manifestación convocada bajo el símbolo de la bandera de One Piece del anime japonés.

Ya en Marruecos, la brecha entre la acelerada construcción de los estadios de fútbol para la Copa de África de Naciones, que se inicia en diciembre de este año, y el Mundial de 2030 (coorganizado con España y Portugal), y la lentitud de las inversiones en nuevos hospitales y centros educativos ha sido un detonante del estallido social de los jóvenes Z. “Menos Mundial y más hospitales”, ha sido precisamente una de las consignas más coreadas en sus marchas.

Este sábado volvieron las “concentraciones pacíficas” a las principales ciudades del país norteafricano. “Llamamos a toda la juventud marroquí, así como al conjunto de los ciudadanos, a movilizarse masivamente hasta que sean satisfechas nuestras reivindicaciones”, proclamaba un comunicado del grupo difundido en las redes sociales. El pasado día 9, en su última movilización, apenas logró sumar unas pocas decenas de asistentes en Rabat o Casablanca.

Cientos de personas se habían echado a la calle en todo el país magrebí durante las protestas iniciales, a pesar del ingente despliegue de las fuerzas de seguridad con medios antidisturbios y de la presencia de agentes de paisano, que anotaban el contenido de sus consignas y tomaban imágenes de los participantes.

La generación ha lanzado además vagas consignas de boicot a los partidos de fútbol, en un país donde la afición a este deporte atraviesa todos los sectores de la sociedad y los estadios suelen estar siempre repletos de espectadores. También ha llamado a dar la espalda a las gasolineras de la marca Afriquía, propiedad de la empresa Akwa, controlada por la familia del primer ministro, el liberal Aziz Ajanuch, segunda fortuna de Marruecos tras el grupo Al Mada, propiedad de la familia real. La exigencia de dimisión del jefe del Gobierno es una constante en el memorial de agravios de GenZ 212, que se ha dirigido directamente a Mohamed VI como único mediador a quien plantear demandas.

Los jóvenes de la generación Z de Marruecos han reescrito su plataforma inicial de reivindicaciones ―sanidad universal dotada de medios y educación pública gratuita y de calidad, además de castigo a la corrupción endémica en la Administración― en clave constitucional. La Ley Fundamental de 2011, aprobada en plena emergencia de la Primavera Árabe, reconoció derechos y libertades, pero las ONG de defensa de los derechos humanos critican que su aplicación no haya llegado a plasmarse en la práctica.

“GenZ 212 asegura que ha construido un argumentario [político] a partir de textos oficiales del Estado, como la Constitución, los discursos del rey [en los que envía directrices a los poderes públicos] y los informes de las instituciones marroquíes”, destaca el semanario Tel Quel. “Al confrontar las promesas de las autoridades con las condiciones de vida, el movimiento pretende demostrar con datos el desfase existente con la realidad social”.

El colectivo que lidera las protestas de la generación Z en Marruecos insiste en que reanuda sus movilizaciones con exigencias basadas en las leyes en vigor y los mensajes oficiales emitidos desde el propio Estado. Pero además de reclamar la aplicación de una justicia social reconocida sobre el papel, los jóvenes exigen también la puesta en libertad de todos los detenidos en las protestas. “El ejercicio de la libertad de expresión no es un delito”, advierten.

La maquinaria judicial, entre tanto, ya se ha puesto en marcha con celeridad en las zonas donde se produjeron los disturbios más graves. El Tribunal de Apelaciones de Agadir (550 kilómetros al sur de Rabat) condenó el miércoles a 17 jóvenes a duras penas de hasta 15 y 10 años de prisión. Estaban acusados de participar en violentos altercados. La ONG Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, ha reclamado a las autoridades marroquíes que respeten “el derecho a la protesta” e investiguen “el uso de la fuerza letal y otros abusos por parte de las fuerzas de seguridad”.

Tres manifestantes cayeron abatidos en la madrugada del día 1 en Laqliaa (en la zona metropolitana de Agadir), y decenas de personas han resultado heridas en las protestas convocadas en esa y otras poblaciones marroquíes. En la ciudad de Uchda (en la frontera oriental con Argelia), un manifestante perdió una pierna tras ser atropellado por un vehículo policial. HRW eleva a un millar la cifra de detenidos en las protestas, de los que más de 270 se enfrentan a procesos penales. Entre estos últimos, un centenar sigue aún en prisión preventiva a la espera de juicio. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) eleva hasta 2.000 la cifra total de detenidos en las protestas.

Pese a la imposición de las primeras condenas a los detenidos del movimiento juvenil marroquí, GenZ 212 mantiene la convocatoria de movilizaciones tras haber recogido velas en los últimos días. Marruecos parece haber contenido por el momento la intensidad de la revuelta global de la generación Z contra la desigualdad económica y la corrupción en el poder. Para el politólogo marroquí Mohamed Tozy, “las reivindicaciones de los jóvenes reflejan un malestar político y social más profundo”, informa el portal informativo Medias 24. Este analista cree que el desfase entre el mundo digital en el que se mueven los jóvenes precarizados y la política anquilosada de las élites en el poder es casi insalvable.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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