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La gran simulación de los presupuestos mexicanos contra el cambio climático

Solo tres de cada 10 pesos del presupuesto ambiental se dedican a combatir el cambio climático mientras el resto va redes de gas natural o el Tren Maya

Sistema de cuevas Aktun T’uyul bajo el Tren Maya
Carlos Carabaña

En política, el lenguaje del amor se habla en los presupuestos y, sobre el papel, México está cada año más enamorado de los programas para combatir y adaptarse al cambio climático. Este campo ha pasado de 61.000 millones de pesos en 2018 a más de 200.000 en el último año. Pero al entrar al detalle se descubre que es un falso amor: en realidad solo tres de cada 10 pesos acaban realmente en programas y acciones enfocadas a la mitigación de los efectos del calentamiento global, mientras el resto va a las redes de gas natural de Comisión Federal de la Electricidad (CFE) o acaba en las manos de los militares para que sigan construyendo el Tren Maya.

De 2019 a la fecha, México ha presumido dedicar un total de 820.000 millones de pesos a Recursos para la Adaptación y Mitigación de los Efectos del Cambio Climático. Pero de estos, 575.000 fueron para proyectos que, en lugar de ayudar, han agravado la situación climática del país. Una gran simulación activa desde hace más de una década.

Los anexos transversales del presupuesto de México se crearon en 2012 para identificar y contar los programas y dineros que comparten un tema prioritario común. Actualmente, hay 11 denominaciones, que incluyen pueblos indígenas, prevención de delitos, igualdad entre hombres y mujeres, detección de corrupción. Recursos para la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático, existe desde el ejercicio fiscal de 2013.

“Este es un instrumento que tiene como objetivo identificar y cuantificar cuántos recursos se destinan a medidas para la mitigación y adaptación al cambio climático e involucra a diferentes autoridades, no solo la Secretaría de Bienestar, sino también a la de Salud, Bienestar, Pemex y CFE”, explica Iván Benumea, coordinador del programa de Justicia Fiscal de la organización Fundar.

Para decidir si un programa entra o no en este anexo se debe seguir una metodología para que las instituciones analicen si una parte de su presupuesto está combatiendo el cambio climático. Básicamente, es un sistema de autoadscripción, en el que, si la Comisión Federal de Electricidad piensa que su servicio de gas natural está dando la batalla contra el calentamiento global, entonces se cuenta dentro. Esto lleva a que haya proyectos contraintuitivos entre las decenas de miles de millones de pesos que México dice dedicar a este campo.

En 2024, año récord con 233.000 millones de pesos en este anexo, 34.000 se los llevó el Servicio de Gas Natural de la CFE y 125.000 fueron a la Secretaría de la Defensa Nacional para que construir el Tren Maya. Es decir, el 68% del monto total fue para un servicio que usa un hidrocarburo para producir energía y un megaproyecto que se saltó las leyes ambientales y tuvo enormes problemas de contaminación como deforestación, daños a sistemas de cuevas y cenotes y alteración de ecosistemas.

Lo mismo ocurrió en 2025—el Servicio de Gas Natural de CFE, la Sedena con el Tren Maya y la Secretaría de Infraestructura y Comunicaciones y Transportes con carreteras y ferrocarriles se llevaron el 58% de 205.000 millones — y 2023— un 63% de 187.000 millones fueron, de nuevo, para el Servicio de Gas Natural y de nuevo para el Tren Maya. En 2022, 2021 y 2020 siete de cada diez pesos fueron otra vez para el gas natural.

“Es un proceso confuso en el que, por ejemplo, si la CFE determina que el transporte de gas natural, que es un hidrocarburo pero menos contaminante que otros, tiene alguna relación con la lucha con el cambio climático, entonces deciden clasificarlo así”, dice Benumea.

Ese 70% dedicado principalmente a CFE y Tren Maya es la parte del león, ya que un análisis de los montos más pequeños arroja programas no relacionados que, en el mejor de los casos, no tienen nada que ver con la lucha contra el cambio climático y, en el peor, directamente lo agravan. Es el caso de varios rubros de las empresas estatales Liconsa y Diconsa para el abasto rural de leche y los programas de fomento ganadero.

Pero esta situación no es nueva ni exclusiva de las administraciones de Morena. El informe Evaluación Estratégica del Programa Especial de Cambio Climático 2014-2018, realizado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, concluyó que “no se identificaron procesos de planeación y coordinación interinstitucional que aseguren la variable climática, ni de qué manera los recursos asignados contribuyen a la mitigación o la adaptación para el cambio climático”.

“Definitivamente el presupuesto para cambio climático debería construirse de manera más seria, más técnica, y eso implica excluir dentro de estos instrumentos a proyectos que no tienen una relación profunda con el cambio climático”, reflexiona Benumea, “pero es un instrumento que tiene mucho potencial para que este problema comience a ser integrado en las planeaciones presupuestarias del Estado”.

Este 8 de septiembre, según anunció el Gobierno, se enviará el Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 para que los diputados puedan analizarlo, discutirlo y aprobarlo. Ahí se verá si México transforma su falso querer en un amor real o se continúa con la gran simulación de contar los pesos dedicados a deforestar la selva maya como si fueran para proteger los ecosistemas.

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Sobre la firma

Carlos Carabaña
Periodista de EL PAÍS en México. Se especializa en investigar campos como medio ambiente, derechos humanos o corrupción. Es licenciado en Bellas Artes y máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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