Zapatero y Felipe González se reencuentran en el Congreso en un homenaje a Rubalcaba

Alfredo Pérez Rubalcaba hace ya siete años que falleció pero su poder de convicción y para llegar a acuerdos difíciles e inesperados permitió que este jueves se reencontraran en el Congreso los expresidentes socialistas Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, distanciados hace años. No hubo tiranteces ni discursos contrapuestos. Las Cortes acaban de editar un libro con los 32 mejores o más relevantes discursos del que fue durante dos décadas todos los cargos importantes del PSOE, aunque no llegó a presidente del Gobierno. Zapatero y González convinieron al ensalzar a Rubalcaba como una figura excepcional, alabaron su lealtad e independencia de criterio, su fondo y sus formas amenas y su calado de político de Estado.

La expresidenta del Congreso Meritxell Batet tuvo la idea de editar por parte de las Cortes una serie de libros con las intervenciones más destacadas de los expresidentes del Gobierno y del Parlamento en esta etapa democrática. Un plan que ha puesto en marcha y está ejecutando la actual presidenta, Francina Armengol. Ya han sido presentados los libros de Zapatero, Mariano Rajoy, José Bono y Ana Pastor. Este jueves le tocó el turno al de Rubalcaba ―que no ha ocupado ninguno de los dos cargos pero con el que se ha hecho una excepción―, cuyo trabajo de recopilación dentro de su millar de alocuciones le tocó a uno de sus excolaboradores, Enrique Guerrero, labor que agradeció su viuda, Pilar Goya.

Zapatero construyó con habilidad una intervención en la que empezó y terminó con guiños a Felipe González, con el que prácticamente no coincide en nada en los últimos años, ni en su posición sobre los puntos calientes en geopolítica internacional pero tampoco en la valoración de muchas iniciativas del actual presidente, Pedro Sánchez. Hacía mucho tiempo, además, que no coincidían en un acto en un mismo espacio político. Hace poco se vieron en la sala de producción de la serie de Movistar La última llamada, pero apenas conversaron. Zapatero comenzó por valorar que los dos estuvieran en el mismo acto de reconocimiento a Rubalcaba, al que catalogó como “uno de los grandes de la democracia española” que acaba de cumplir 50 años.

Armengol, Guerrero, Zapatero y González coincidieron al ensalzar que uno de los grandes méritos que todo el mundo reconoce en Rubalcaba era que tenía opinión para casi todo y buena, útil, eficaz. Zapatero incluyó además que para un presidente del Gobierno, que es el que siempre recibe “la última llamada” como contó González que le había referido al escritor Álvaro Mutis, lo que se agradece de un asesor es su seguridad en los consejos.

Rubalcaba estuvo detrás, al lado o en la sombra de los expresidentes socialistas en muchas de las grandes decisiones que tuvieron que adoptar en sus mandatos, pero resaltan especialmente el fin de ETA, la estrategia frente a la deriva del proceso independentista en Cataluña y la abdicación de Juan Carlos I. Tras su fallecimiento se instaló una capilla ardiente en el Congreso a la que acudieron miles de personas.

El expresidente Zapatero también reveló, como anécdota, que un mes antes de vencer a José Bono en el Congreso del PSOE de 2000 Rubalcaba le invitó a comer para convencerle de que retirara su candidatura, se integrara en la de su rival y esperara a protagonizar el futuro del partido en otro momento. Casi lo logra. Todos los oradores ensalzaron el don de la palabra bien trabajada de Rubalcaba, sus frases redondas, su facilidad para construir titulares, su parlamento. Zapatero contó la noche más difícil de su colaboración cuando se estaba ultimando el fin de la violencia de la banda ETA, en Noruega, y recibió una llamada en la que se le trasladó que el número 1 de la organización terrorista exigía tener una conversación telefónica con el presidente del Gobierno en ejercicio bajo la amenaza de hacer explotar una serie de bombas en España. Rubalcaba le recomendó aguantar y el envite funcionó. Al final, para dar introducción a González, Zapatero confesó que entre las muchas debilidades de Rubalcaba la mayor había sido la que siempre tuvo por el primer presidente socialista de esta etapa democrática.

Felipe González resumió la definición de la “brillantez” política de Rubalcaba con una clasificación conceptual: “La autonomía personal significativa”. El expresidente glosó como los demás la capacidad oratoria, la empatía y la “intensa actividad inimaginable” de Rubalcaba, pero para priorizar que lo más importante del exsecretario general del PSOE y exministro de varias carteras era su “lealtad a sí mismo, a sus valores, a decir lo que pensaba de verdad, que le llevaba a no depender de nadie en concreto”. González confesó, al final, que todavía no ha podido borrar ni el número de teléfono ni los mensajes de su exministro.