Todas las prisiones del Mayo Zambada
La Fiscalía de Estados Unidos somete al viejo capo con decenas de acusaciones. Zambada accede a declararse culpable de dos cargos graves, y evita la pena de muerte

Empieza un nuevo circo judicial en Estados Unidos, a cuenta, ahora, de una de las grandes figuras del narcotráfico de las últimas décadas en Norteamérica, Ismael El Mayo Zambada. Este lunes, el viejo capo del Cartel de Sinaloa, de 77 años, se declaró culpable de dos de los cargos más graves que le imputan las distintas oficinas de la Fiscalía. Por un lado, el delito de empresa criminal continuada y, por otro, la acusación de conspirar para violar la ley RICO, norma usada previamente para enjuiciar, por ejemplo, a los capos de las cinco familias mafiosas de Nueva York, como los Gambino o los Bonanno, tan exhaustivamente retratada, esta última, en la obra de Gay Talese.
No hay libros de Zambada, todavía. Al menos no al nivel de Honrarás a tu padre. Pero la expectativa es parecida, sobre todo al sur del río Bravo, donde Zambada hizo y deshizo durante décadas, desde su bastión en las montañas de Durango, Chihuahua y Sinaloa, lugar mítico de la producción y el tráfico de drogas en México, el triángulo dorado. Las acusaciones en Estados Unidos, repartidas en un puñado de cortes, resumen el presunto quehacer criminal de Zambada desde finales del siglo pasado, último exponente de una generación desaparecida: algunos, como él, o Joaquín El Chapo Guzmán, están presos, la mayoría, muertos.
La Fiscalía llega finalmente a puerto, la primera parada de una ruta que se antoja larga y compleja, interesante, sin embargo, para el público. La situación ha cambiado mucho en poco tiempo. A principios de agosto, el fiscal a cargo del Distrito Este de Nueva York, Joseph Nocella, informaba de que su oficina, bajo autorización de la fiscal general, Pam Bondi, no buscaría la pena de muerte en los casos contra Zambada. Era un gesto, un mensaje de apertura, que levantó más de una ceja en México. Zambada, como Rafael Caro Quintero o el mismo Chapo Guzmán, encarnaban el mal absoluto para la justicia estadounidense. ¿Significaba el mensaje de la Fiscalía que buscarían su colaboración en otros casos a cambio de reducciones en su pena?

Los siguientes acontecimientos apuntan en esa dirección. La semana pasada, Nocella informaba de que la audiencia que debía llevarse a cabo este lunes por el caso Zambada, se convertía, de repente, en un espacio para que este último se declarase culpable. La especulación de la colaboración quedaba enraizada en hechos concretos. Falta por saber en qué consiste la colaboración, en qué casos podría ayudarles Zambada, o el resto de acusados para los que la Fiscalía ha quitado de la mesa la pena de muerte, como Caro Quintero. En México ha extrañado este movimiento, aunque ha generado también cierta excitación: si los máximos exponentes del narco colaboran, ¿a quiénes piensa perseguir ahora la Fiscalía?
La respuesta a esa pregunta empezará a contestarse esta misma semana, algo que ocurrirá de puertas para adentro. Mientras tanto, las consecuencias por la detención hace un año del viejo capo del Cartel de Sinaloa arrecian en México. En julio de 2024, Zambada llegó en condiciones extrañas a un aeródromo en Estados Unidos, muy cerca de la frontera. Allá lo esperaban las autoridades de aquel país, que lo detuvieron. En una carta que divulgó más tarde, el capo, que llevaba 40 años traficando cocaína, marihuana y más recientemente otras drogas, como fentanilo, a Estados Unidos, denunció que le había tendido una trampa en Sinaloa. Y que, producto de esa trampa, se lo habían llevado secuestrado al otro lado de la frontera.
La cantidad de detalles morbosos alrededor de este episodio opacan lo nuclear, la detención de Zambada. En su carta, el capo señalaba a su ahijado, Joaquín Guzmán López, hijo del Chapo, de orquestar la emboscada en su contra, el secuestro, y el misterioso traslado en avioneta a Estados Unidos. Guzmán López se había entregado a las autoridades de EE UU. En México se leyeron estos movimientos como un intento de la familia Guzmán de proteger, dentro de sus posibilidades, a otro de los hermanos, Ovidio, detenido en México en 2023 y extraditado más tarde al país vecino.

Fuera como fuera, la salida de Zambada del tablero de juego voló por los aires el delicado equilibrio criminal en Sinaloa, cuna del narco nacional. Los hijos y secuaces de Zambada entraron en guerra con los hijos del Chapo que siguen libres, conocidos en México como Los Chapitos, liderados por los hermanos mayores, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar. La guerra, que empezó hace ahora casi un año, en septiembre, ha dejado centenares de muertos y desaparecidos y ha convertido la capital del Estado, Culiacán, en el escenario de la refriega, con asesinatos prácticamente todos los días.
Otro asunto ahora es qué ocurre con el resto de acusaciones contra Zambada. Solo en Nueva York, la oficina del fiscal Nocella le imputa otros 16 cargos, además del de empresa criminal continuada, uno de los dos cargos por los que se ha declarado culpable este lunes. Casi todos los demás tienen que ver con la presunta importación de drogas a EE UU, además de otro por porte y posesión de armas de fuego, relacionadas con delitos de tráfico de drogas. En Texas, además de la acusación por violar la ley RICO, por la que también ha declarado culpable, la oficina de la Fiscalía le imputa otros tantos cargos, entre ellos lavado dinero y demás conspiraciones para traficar droga. Parece que el acuerdo descargará el mazo de la Fiscalía. Parece, también, que El Mayo, que cuenta 77 años pasará el resto de su vida en prisión.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
