Ovidio ‘El Ratón’, el primero de los Guzmán en pactar con Estados Unidos
La colaboración del hijo del Chapo abre la puerta a dar información sobre localización de laboratorios, rutas de trasiego y posibles vínculos del Cartel de Sinaloa con autoridades mexicanas


Han bastado menos de dos años en una cárcel estadounidense para deshilachar la imagen del poderoso heredero del narco capaz de doblegar al Ejército mexicano. Ovidio Guzmán ya no es el joven que sale tranquilo con la gorra en la mano mientras le apuntan con armas largas. El Ratón luce ahora flaco, encorvado, con barba y gafas, con audífonos que le traducen que se enfrenta a cargos que lo pueden llevar toda la vida a la cárcel. Encadenado de pies y manos, con el traje naranja de presidiario, los que lo han visto declarar este viernes en una Corte de Chicago resaltan que “habla suavemente”, “con aire humilde”. La jueza Sharon Johnson Coleman le ha preguntado hasta cuatro veces si era consciente de lo que estaba a punto de admitir, que si la medicación que toma para la depresión le ha afectado en tomar esa decisión, le ha recomendado que lo consultara con su abogado. Aun con las advertencias de la jueza, Ovidio Guzmán López, de 35 años, se ha declarado culpable de narcotráfico y de organización criminal. El pequeño de los Guzmán se ha convertido en el primero de la familia en pactar con el Gobierno de Estados Unidos.
El Ratón ha ratificado este viernes ante la Corte del Distrito Norte de Illinois, en Chicago, el acuerdo de culpabilidad que ya había firmado hace un par de días con la Fiscalía. En ese documento, Guzmán se declara culpable de dos cargos de narcotráfico y otros dos —más graves— de participación en una empresa criminal. La pena mínima oficial para estos es la cadena perpetua. Si él colabora “sustancialmente” con testimonios, información y asistencia, la Fiscalía recomendará a la juez aplicar una sentencia menor.
“Esta cooperación incluirá el suministro de información completa y veraz en cualquier investigación y en cualquier procedimiento penal, civil o administrativo”, se lee en el documento, que agrega: “El juez no es parte ni está obligado por este acuerdo y puede imponer una sentencia hasta las penas máximas. El acusado reconoce, además, que si el juez no acepta la recomendación de sentencia, el acusado no tendrá derecho a retirar esta declaración de culpabilidad”.

En seis meses se conocerá la resolución de la jueza. Pero, mientras tanto, el hijo del Chapo reconoce haber participado en el secuestro y asesinato de tres hombres, conocidos por los alias de Montana, Liebre y Amigo, en Sinaloa, Arizona y Sonora. Admite haber coordinado el transporte de cocaína, heroína, fentanilo y precursores químicos desde México hasta Estados Unidos, a veces en envíos de cientos o miles de kilogramos. Confirma haber utilizado vagones de tren, túneles y hasta aviones para introducir la droga a través de la frontera. Concede que transportó dinero en efectivo “a granel”, pero que también utilizó transferencias y criptomonedas; que perpetró “actos de violencia contra funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, civiles y narcotraficantes rivales con el fin de proteger las actividades de tráfico de drogas del cártel”. Ratifica que él y sus hermanos, Joaquín, Iván Archivaldo y Alfredo Guzmán, asumieron, tras la última detención de su padre, el liderazgo del Cartel de Sinaloa.
Con esa declaración, Ovidio Guzmán ha renunciado a su derecho a un juicio, a su presunción de inocencia y ha abierto una cascada de consecuencias a uno y a otro lado de la frontera.
Una declaración “histórica”
La sensación de las autoridades estadounidenses es de triunfo. “La histórica declaración de culpabilidad de hoy envía otro mensaje claro de que este Gobierno va a acabar con las organizaciones delictivas transnacionales y a exigir responsabilidades a sus miembros de más alto rango”, ha declarado el fiscal de Illinois Andrew Boutros. “Con cada día que pasa, se está viendo el ocaso del Cártel de Sinaloa”, ha dicho el fiscal de California Adam Gordon: “Los líderes que permanecen libres están ahora paranoicos, desconfiados y desesperados”. “Tanta sangre y violencia yacía en la familia Guzmán”, ha añadido el agente especial de Arizona Ray Rede: “Ya no más”.
La declaración de Ovidio Guzmán supone así un tanto para Donald Trump y su cruzada contra el fentanilo. El Gobierno republicano considera a Los Chapitos los culpables de inundar las calles estadounidenses con este potente opioide, que está detrás de la muerte de decenas de miles de personas cada año. “La narrativa de la justicia estadounidense lo va a enmarcar como un paso muy importante en el combate al fentanilo”, apunta Cecilia Farfán-Méndez, jefa del observatorio para América del Norte de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional: “Estos casos son muy llamativos, por los personajes involucrados, pero no podemos esperar que vayan a tener un impacto en el suministro de fentanilo de EE UU, ni en la oferta ni en la demanda de consumidores”.

En esa misma línea, el analista de seguridad mexicano David Saucedo considera que va a tener el efecto contrario: “incrementar los flujos de droga”. “Ya lo vimos cuando se hizo la embestida contra el Cartel de Cali y Medellín [en Colombia], que aumentaron los envíos de cocaína a EE UU, porque los sicarios y los sobornos cuestan, las guerras internas de los carteles son costosas. Ahora también lo estamos viendo aquí, si hay más decomisos es porque hay más droga circulando”, apunta el consultor.
Las represalias en México
La Fiscalía de Estados Unidos tiene en custodia a dos piezas claves para resolver el rompecabezas del dividido Cartel de Sinaloa. “Puede lograr que Ovidio Guzmán dé la geolocalización de laboratorios, las rutas de trasiego de drogas, la identidad de actores políticos, militares, policiacos con los que tiene vínculos... la facción del Mayo”, señala Saucedo, “y a su vez hacer una negociación análoga con El Mayo, para que dé esta información pero de la facción de Los Chapitos”. Este ataque por dos frentes puede resultar, por un lado, en un debilitamiento general del Cartel de Sinaloa, y en consecuencia, un fortalecimiento del Cartel Jalisco Nueva Generación, su principal rival.
Los decomisos, desmantelamientos de laboratorios o detenciones que puedan llevarse a cabo con la información proporcionada por El Ratón, los expertos creen que provocará otras represalias sobre el terreno. “Va a haber unos impactos clarísimos en Sinaloa”, afirma Farfán-Méndez, que recuerda que el origen de la narcoguerra en Sinaloa se sitúa justamente en la rocambolesca llegada de Joaquín Guzmán López e Ismael El Mayo Zambada a Nuevo México el 25 de julio del año pasado. Esa operación, sobre la que todavía no se ha aclarado cómo participaron las autoridades estadounidenses, desató la pelea fratricida dentro del cartel.
La declaración de Ovidio Guzmán marca, eso sí, un cambio de paradigma en el trato a la familia Guzmán. “Con El Chapo, los estadounidenses no buscaron un arreglo, querían escarmentarlo, sepultarlo en una tumba de cemento, convertirlo en un ejemplo de escarnio, de que ese era el destino que les deparaba a los narcotraficantes en EE UU”, señala Saucedo: “Ahora vemos un cambio: todas las ventajas que puede obtener un narco si colabora. Es un ejemplo para sus hermanos, para El Mencho, para El Mayo o para los hermanos Hurtado”.
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