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La mesa de diálogo entre el Gobierno y los maestros encalla de nuevo, pero no se rompe

La reunión de este miércoles entre la CNTE y Gobernación termina sin acuerdo, como las dos anteriores. Fuera de la Secretaría, un pequeño grupo de Guerrero provoca algunos altercados

Integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se manifiestan frente a la Secretaría de Gobernación, en Ciudad de México, el 4 de junio 2025.
Elena San José

Las negociaciones entre el Gobierno y los maestros agrupados bajo la Coordinadora Nacional (CNTE) no logran salir del punto muerto en el que se han instalado en la última semana. La reunión de este miércoles, la segunda en apenas tres días, se ha resuelto de la misma forma que las dos anteriores: no hay acuerdo, no hay nuevos ofrecimientos por parte de ninguno de los actores y sigue por tanto el plantón en el Zócalo capitalino, que desde hace 21 días acoge la huelga nacional del magisterio, que busca la derogación de la ley del ISSSTE de 2007. A pesar del atasco de las conversaciones, nadie ha roto la baraja todavía. “No rompimos la mesa, la mesa sigue”, ha aclarado Pedro Hernández, portavoz sectorial, a la salida del encuentro, en la Secretaría de Gobernación. Allí los ha recibido la titular, junto con el secretario de Educación y el director general del ISSSTE. Mientras hablaban, un pequeño grupo de Guerrero ha provocado algunos altercados con la policía en los alrededores de la sede pública.

Ante todo, nadie quiere pagar el precio de romper un diálogo al que todos han asegurado estar predispuestos. El Gobierno de la presidenta, Claudia Sheinbaum, ha reiterado en numerosas ocasiones que respetan el derecho a la protesta y que no mandarán a la policía a reprimir, como los Ejecutivos anteriores, un compromiso que han cumplido a rajatabla. “Diálogo, diálogo, diálogo”, repite la mandataria en la Mañanera cada vez que es cuestionada por unas negociaciones que se están alargando más de lo que le habría gustado.

El diálogo no está llegando, en cualquier caso, a ninguna parte. Cada reunión dura menos que la anterior —seis horas la primera, tres la última—, habida cuenta de que ninguno tiene nada que llevar a la mesa, salvo lo que ya se conoce: el sindicato pide la derogación de una ley que sustituyó el sistema de pensiones solidarias e intergeneracionales por uno de cuentas individuales gestionadas por las administradoras privadas o afores.

La mandataria se muestra sensible a la petición —ella misma se opuso en su día a la reforma—, pero considera que no hay presupuesto para regresar al modelo anterior, y propone una batería de medidas que compensarían las partes más nocivas de la norma, como completar la cuantía de los retiros privados con el fondo de pensiones para el bienestar que creó López Obrador el año pasado. “No resuelve nada”, dicen desde la Coordinadora, que ha rechazado las propuestas y se mantienen fijos en su objetivo de lograr un regreso de las pensiones al ámbito público.

Mientras tanto, los acampados en el Zócalo comienzan a achacar el cansancio de tres semanas de movilizaciones, al igual que los capitalinos, que esta semana han disfrutado de una tregua sin los cortes de tráfico habituales de las dos semanas anteriores. Las discusiones internas en el Sindicato sobre cómo enfrentar las elecciones judiciales del pasado domingo —si boicotearlas y llevar la presión al límite, o mantenerse al margen en señal de buena voluntad— se saldaron sin un acuerdo y eso ha debilitado una organización que hasta ese momento había actuado al unísono y sin mostrar ninguna grieta.

Ahora las grietas son visibles, también en cuanto a hacia dónde encaminar los siguientes pasos, pero no son lo suficientemente grandes como para que el sindicato se rompa. Saben que la única posibilidad de éxito está en continuar siendo un bloque, una estrategia que a veces se antoja difícil por el método de toma de decisiones, que implica reunir a las asambleas estatales y, más tarde, a la nacional, después de cada jornada o reunión. Así será también como decidan este miércoles por la noche sus próximas actuaciones, que podrían volver a activar las protestas, de baja intensidad desde el viernes.

El plantón del Zócalo, al que llegan recambios cada poco para sustituir a los compañeros más cansados, achaca la lluvia y la ausencia de respuestas. El ambiente es tranquilo y nadie parece dispuesto a abandonar de un día para otro, pero los refuerzos que llegan no son tantos como los que han ido volviendo a sus casas, y los huecos se notan. Es en los Estados donde las protestas, que se han replicado en la última semana, están tomando más fuerza. En Oaxaca, donde la Coordinadora cuenta con un respaldo mayoritario, una treintena de alcaldes han solicitado al sindicato volver a las aulas.

La presidenta, que desde hace más de una semana ha optado por el perfil bajo en esta cuestión y por delegar en sus secretarios cualquier posicionamiento al respecto, parece estar apostando al cansancio como la estrategia más eficaz para conseguir levantar la huelga que le marca el paso desde hace 20 días. Puede que lo consiga esta semana, pero los maestros no se conformarán con menos de lo que han ido a pedir. Si no lo logran de esta vez, es muy posible que el final de una huelga solo indique el comienzo de las preparaciones para la siguiente.

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Sobre la firma

Elena San José
Periodista en la redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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