Engullir en TikTok para saciar el apetito del espectador
El ruido de la boca al masticar una hamburguesa y el crujido del beicon se han convertido en un gran atractivo en las redes sociales

Manuel Rodríguez, un canario de 28 años, se sienta frente a la cámara de su móvil y comienza a grabar mientras se come una hamburguesa. Son dos torres de ocho pisos de carne, beicon, queso cheddar y salsa barbacoa coronadas con aros de cebolla. De guarnición, patatas gajo con salsa de queso y más beicon en trocitos. En total, tres kilos de comida. Rodríguez va a tratar de superar con una diferencia de más de un kilo el reto de comida de la hamburguesería Black Bull, que consiste en devorar un plato de 1,8 kilos en menos de 30 minutos.
Comienza el cronómetro y se traga la primera hamburguesa sin masticar. Su técnica es pedir la carne poco hecha para que sea más fácil de engullir. Se le marcan las venas del cuello, mantiene los ojos cerrados, el ceño fruncido, emite quejidos de esfuerzo. No hay tiempo para respirar, traga aire entre bocado y bocado. Le echa kétchup a la hamburguesa, le ayuda a que resbale mejor por su garganta. Abre la boca para indicar que ha acabado. El sudor, la grasa y las salsas resbalan por las manos y el rostro. Apenas tarda cinco minutos y 18 segundos en zamparse la primera torre del plato. La segunda queda intacta, porque no forma parte del reto. Manuel Rodríguez acaba de romper el récord del establecimiento, que estaba en seis minutos y 49 segundos.
Es el cuarto reto al que se enfrenta el joven canario en nueve días. Antes de comenzar admite que no tiene mucho apetito, y no es extraño, han sido un par de días muy pesados. Y todavía le queda por comer la segunda torre de hamburguesa. O como él lo llama, “el postre”. No es parte del reto, pero decidió agregarla para contentar a su público: “La gente se acostumbra a una cantidad y cada vez que hago, yo que sé, alguno más pequeño, me dicen ¿eso qué es? Tiene que ser siempre grande, siempre más de tres kilos”. Cuanto mayor es el plato, más reproducciones, más likes y más seguidores. El vídeo de este reto lo publicará en Instagram y TikTok, plataformas en las que suma cerca de 19.000 seguidores con el alias de Manufoodhunter.
Contemplar comilonas frente a la cámara se ha convertido en el espectáculo favorito de algunos usuarios de Instagram, YouTube y TikTok. A veinteañeros como Alejandro Bartning les impacta ver cómo una persona puede comer 10 perritos calientes a la vez. Él no ve estos vídeos a la hora del almuerzo porque le dan asco, pero a Diego Díaz sí le gustan porque de esa manera se siente acompañado mientras come. A Miranda Anaya también le brinda una sensación de confort. La comida es uno de sus mayores placeres y es consciente de que no puede consumir la misma cantidad exagerada de alimentos, pero encuentra satisfacción en ver cómo otros lo hacen. De esa manera lo experimenta “de forma vicaria”, explica.
El entretenimiento ha cambiado la pantalla horizontal a vertical, y ha bajado de una media de hora a un minuto o dos. Ícaro Moyano, un consultor con amplia trayectoria en medios y redes sociales, considera que plataformas como TikTok están sustituyendo a otras como Netflix. Explica que el usuario ya no elige qué ver, sino que son los algoritmos los que deciden. Este sistema de recomendación muestra contenido en función del historial del usuario. Alejandro Gómez comenzó a ver este tipo de vídeos durante la pandemia. Se le hace raro porque, en general, le molesta el ruido de la gente masticando con la boca abierta, pero, por alguna razón, escuchar a una persona comiendo con delicadeza, muy cerca de un micrófono, lo relaja tanto que le ayuda a dormir.

Manuel Rodríguez comenzó viendo vídeos de Joe Burger y Esttik, dos creadores con más de un millón de seguidores cada uno en sus redes sociales. “Empezaron con el tema de los retos en España y son los más famosos ahora mismo”, cuenta el instagramer. Ellos le inspiraron a hacer el primer desafío: acabar con un cruasán de kilo y medio. Hasta ahora, el reto más grande que ha superado ha sido comerse 200 croquetas: 75 de pollo, 75 de rulo de cabra y cebolla caramelizada y, de postre, otras 50 unidades más de Oreo. En total, 4,65 kilos de croquetas en dos horas. Una hazaña que se llevó casi 150.000 reproducciones en TikTok y la gloria de varias entrevistas en medios de Canarias. Moyano explica que para que este tipo de contenido tenga éxito los vídeos tienen que ser excesivos, extremos y, en algunos casos, también desagradables. Así generan interacción, polémica, polarización y eso hace que llegue a más personas.
Manufoodhunter tiene un aspecto delgado y atlético. Adri, su compañero de retos, le enseñó cómo hacer compatible un buen físico con los retos de comida. En un día de desafío se levanta a las cinco de la madrugada para correr 15 kilómetros. Practica el ayuno intermitente, solo toma un café y, si le cabe, una fruta. Rodríguez es ingeniero aeronáutico y trabaja en el diseño y desarrollo de simuladores para aviación militar. Para compaginar ambas actividades, trabaja de pie en una cinta que le permite colocar el ordenador frente a él mientras camina unas cuatro horas para alcanzar 40.000 pasos diarios. A la hora de la comida hace hasta tres horas de gimnasio y luego camina un poco más para alcanzar una media de 37 kilómetros al día. La comida del reto es la única que hace en el día y, como comer tanto le da mucha energía, al día siguiente se levanta a hacer más ejercicio y el ciclo vuelve a empezar. Así también consigue que el apetito regrese por la noche.
Pero el cuerpo tiene un límite. Cristobal Morales, especialista en endocrinología y nutrición del Hospital Vithas de Sevilla, asegura que este tipo de vídeos promocionan patrones dietéticos poco recomendables para la salud, especialmente si se trata de niños o jóvenes. Este médico añade que el ayuno es un mecanismo de defensa del cuerpo para poder sobrevivir en condiciones extremas y no se puede utilizar como una dieta. Por eso, le preocupa la influencia que estos retos puedan ejercer sobre personas vulnerables. “Se debe legislar”, concluye.

Rodríguez admite que cada vez se siente más harto de devorar tanta comida tan rápido. Recuerda la vez que unos perritos calientes se le quedaron atascados en la garganta: “Ya estoy un poco cansado del tema de correr muchísimo. Cada vez me mola menos y lo veo peligroso”. Tiene claro que no lo hará “para toda la vida” porque es consciente de que su cuerpo sufre: “Para que tanta comida entre, el estómago se ensancha y hay menos espacio para el páncreas, menos espacio para el hígado... Los estás presionando y es peligroso.”
Después de un reto llega agotado a casa y tiene que intentar dormir de lado porque siente su barriga a reventar. ¿Su límite? 4,6 kilos de comida. Cree que no lo volverá a repetir: “No sé si voy a volver a intentarlo algún día, pero superar eso no lo veo ni sano ni productivo”. Piensa que, en un futuro, tal vez se dedique a hacer reseñas de comida atractiva y crear contenido para restaurantes. Aunque tenga menos reproducciones, será mucho más sano.
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