Cómo hablar con tu hijo adolescente de sus primeras experiencias sexuales
El verano es un periodo en el que muchos jóvenes se inician en el sexo, un momento que a los padres no debería pillarles desprevenidos si han abordado este tipo de conversaciones desde edades tempranas


Algunas investigaciones refieren que el verano es el periodo del año en el que surgen con mayor frecuencia los primeros encuentros sexuales porque aumenta la líbido, algo que también afecta a los adolescentes, cuyas hormonas sexuales acaban de despertar. “Es momento de menos rutinas y más tiempo libre, en el que es cierto que pueden sentir más ganas de compartir su deseo y su sexualidad con otras personas”, afirma la sexóloga Ana Blázquez Ares, también terapeuta de pareja. “Quedan más a menudo con amigos, van de campamento, tienen más tiempo de ocio, acuden a fiestas sin tanta supervisión adulta… Suele ser un período en el que los chavales empiezan a cuestionarse sobre sus deseos y curiosidades sexuales”, explica por su parte Paula Lucas García, psicóloga y sexóloga en el Institut d’Estudis de la Sexualitat i la Parella (IESP).
Una encuesta de octubre de 2024 de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), la última realizada, asegura que, globalmente, la edad media de inicio en las relaciones sexuales es de 17,8 años. Una edad que se ha ido adelantando con el paso de las generaciones. Así, por ejemplo, si bien la edad media se sitúa en los 19 años en el caso de las mujeres de 45 a 49 años, en las de 15 a 19 años lo hace en los 16,3 años, señala el citado sondedo. Es probable que a algunos padres este interés de sus hijos por la sexualidad les pille de improvisto, más aún si no han planteado este tipo de conversaciones en edades tempranas, tal y como recomiendan los sexólogos y educadores.
“Hay que hablar de sexualidad desde la etapa infantil, y recordar que no se trata solo de genitales, infecciones de transmisión sexual o procreación. Sexualidad es cuerpo, deseo, erótica, placer y también permiso, saber decir que sí y saber decir que no, autoconocimiento, descubrimiento. Solo comenzando cuando son pequeños podremos ir avanzando con ellos según crezcan y evolucionen”, recalca Blázquez. “Los progenitores tenemos que ir ampliando la información según veamos que es necesaria. Suele ser buena idea aprovechar situaciones que se den en el día a día con películas, noticias, preguntas que nos hagan, para poderlo hablar con la mayor naturalidad y darles la oportunidad de expresarse, preguntar y/o opinar”, apunta. Para esta sexóloga, es importante no vivir la educación sexual como algo que se juega a una sola carta: “Es decir, no se trata de una conversación y ya está”.
Tanto para padres experimentados como para los más despistados, la mejor forma de afrontar esta etapa “es entendiendo que el deseo sexual y la curiosidad son naturales y saludables”, según sostiene Lucas. “También es importante saber que no necesitamos ser expertos, sino estar disponibles y que no hace falta ser explícitos, ni contarlo todo, podemos dar un espacio para las preguntas y adaptar las respuestas a la edad del adolescente”, continúa. “A veces, si les presionamos a hablar porque toca, puede que el adolescente se muestre reacio y nuestra intención de generar un espacio de comunicación provoque el efecto contrario por más abiertos que seamos y nos mostremos”.
Por eso, para esta psicóloga, más que buscar que los hijos hablen, los padres se deben asegurar que estos pueden dirigirse a ellos cuando lo necesiten y que no va a ser motivo de castigo o juicio para ellos. En caso de que la situación siga siendo muy incómoda, Lucas sugiere proponer al adolescente algún libro o película, o incluso enviarle algún post de redes sociales sobre salud sexual.

Alejandro Villena Moya es psicólogo, sexólogo clínico y coordinador técnico del proyecto Hablemos de Sexualidad, una guía informativa del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Él opina que la sexualidad tiene una parte muy bonita, la del descubrimiento progresivo y la inocencia de ir acercándose paso a paso a las diferentes etapas que el ritmo del despertar sexual del hijo va marcando. El problema para el psicólogo es que internet y la pornografía han interrumpido esta inocencia, llegando a estos adolescentes tres años antes de que hayan tenido su primera experiencia sexual e impidiendo su desarrollo natural en este periodo de crecimiento y madurez biológico.
Precisamente por eso, recalca que la clave está en lo que él denomina “la triple H”: hablar, hablar y hablar: “La comunicación va a ser la clave para ofrecer un modelo saludable de sexualidad, desde el lenguaje que construimos, las palabras que usamos y la forma en que transmitimos mensajes sobre la sexualidad”. Y recomienda que se haga en un tono positivo, de crecimiento, de naturalidad, huyendo de juicios, críticas o culpas. “Esto último no solo no ayudará”, prosigue, “sino que podrá condicionar creencias e ideas negativas que llevarán en la mochila de la sexualidad toda su vida”.
A pesar de todas estas recomendaciones, a veces cuesta conseguir el grado de intimidad y seguridad que los adolescentes necesitan. En ese caso, Villena apuesta por recurrir a alguna persona que el adolescente admire, un familiar cercano un poco más joven, un primo, una hermana mayor, o un amigo o amiga de la familia: “En ocasiones será más fácil que se abran con ellos y los mensajes calen con mayor facilidad”.

Diferencias por géneros
La teoría es firme en que la educación afectivo-sexual que se ofrece a chicos y chicas debe de ser la misma, pero en la práctica hay algunos matices. “A los chicos se les ha enseñado una sexualidad basada en el resultado, el rendimiento y el poder”, sostiene Villena. “Han aprendido un modelo condicionado por una visión machista de la sexualidad con ingredientes de sometimiento”, subraya, “y hay que demoler ese modelo y construir una nueva narrativa del sexo basada en la empatía, la intimidad y el cuidado”. Por eso opina que en el caso de los chicos es fundamental potenciar la sensibilidad: ”Que sean capaces de ponerse en la mente del otro, de hacerse cargo de las necesidades afectivas de la otra persona en ese espacio de intimidad y vulnerabilidad compartida que es el sexo”.
En el caso de las chicas, continúa Villena, se les ha negado la dimensión sexual durante muchos años, que sigue estando en ocasiones sometida al placer del varón: “Eso hace que tengan dificultades para reivindicar su propio placer, gustos, preferencias o para poner límites cuando algo no les gusta. Hay que cultivar la fortaleza para decir no, para estar presente de forma auténtica, ser asertivas para expresar los deseos de cada una y establecer un modelo saludable basado en la interdependencia”. También, según informa el experto, hay que darles el espacio y la voz de la que a veces se les priva por el mero hecho de ser chicas y considerar que su sexualidad es inferior.
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