Padres intimidantes: ¿cómo encajan los niños la falta de cariño?
La crianza denominada evitativa genera menores inseguros y con dificultades a la hora de controlar sus emociones. Sin embargo, los progenitores conscientes de ello pueden gestionar y crear vínculos distintos y seguros con sus hijos

El conocido como síndrome de la madre intimidante hace referencia a una progenitora que no demuestra cariño o afecto a sus hijos, un trastorno también aplicable a los padres. En extremo, este tipo de progenitores infieren un tipo de subordinación hacia los niños que puede desembocar en manipulaciones y abusos de poder. Su lado menos negativo se refiere a padres poco afectuosos que no abrazan, no besan ni hacen una caricia o un gesto cómplice hacia las necesidades de sus hijos, y esto a la larga tiene un gran impacto en su desarrollo emocional, pero también a la hora de forjar su personalidad.
Un estudio publicado en noviembre de 2024 en la revista científica Behavioral Sciences arroja más luz sobre este perfil de crianza y las consecuencias que puede tener en los niños. Según la investigación Efecto de la ausencia del amor paterno en el bienestar subjetivo, la ausencia de amor por parte de uno o de los progenitores durante la infancia impacta significativa y negativamente en el bienestar subjetivo del menor. “El resultado de ser una madre o padre intimidante proviene de su propia experiencia de crianza. Hay algunos padres que sí son conscientes y otros no lo son y, simplemente, repiten el modelo que recibieron”, explica Ainhoa Uride, psicóloga experta en niños y adolescentes y directora del centro Aitta Psicología. “Se les denomina así porque al evitar la parte afectiva, en el fondo imponen sus normas a través del miedo, de su crianza autoritaria, así como la forma de vincularse con sus hijos, mucho a través de los castigos o las amenazas, que generan miedo en el niño para que les obedezcan o hagan caso”, relata esta experta.
Según el informe, hay tres componentes clave que deben coexistir en armonía durante la crianza de un niño: la satisfacción vital, el afecto positivo y el afecto negativo, pues la importancia del bienestar subjetivo se extiende más allá de la felicidad personal de la madre, se deben abarcar otras dimensiones cruciales como la adaptación social o el sentido de la vida. “Hay padres con perfil intimidante que son capaces de ver las necesidades de sus hijos, pero no tienen la capacidad de responder a ellas y les genera frustración, y luego están las que no tienen ni la habilidad de leer las propias necesidades de sus hijos”, declara Teresa Pousada, psicóloga experta en trastornos emocionales y terapeuta familiar

La ausencia del amor parental no denota simplemente la ausencia física de una figura, sino, más intrincadamente, significa el distanciamiento emocional, conductual, cognitivo y volitivo de los padres respecto al niño durante sus años de formación. “Hay que mantener un equilibrio entre normas, límites y la parte afectiva. Los progenitores denominados intimidantes decantan la balanza hacia las normas y dejan el afecto a un lado”, aclara Pousada.
Los estilos de apego describen la forma en que las personas se relacionan con los demás que, normalmente, vienen moldeadas por las interacciones tempranas con sus cuidadores. En un estudio publicado en marzo de 2025 en la revista Personality and Social Psychology Bulletin, llamado Las orientaciones del apego predicen la probabilidad de elegir tener hijos o no y describen los distintos estilos de crianza, las personas con apego seguro, generalmente, se sienten cómodas con la cercanía y confían en los demás; en el estilo de apego ansioso suelen preocuparse por el abandono; y por último, aquellas que han tenido un estilo de apego evitativo, tienden a ser emocionalmente distantes y se sienten incómodas con la dependencia.
“Al final, muchos de estos padres también son víctimas conscientes y que no saben cómo responder al problema, se sienten frustrados e insuficientes, por lo que se les debe dar apoyo para que puedan ser capaces de generar unos vínculos distintos con sus hijos; pero no son malos padres”, explica Pousada. “Porque son progenitores que no están desatendiendo a los niños, se preocupan de lo que para ellos es importante, quizás no en el ámbito emocional, pero sí en otros muchos aspectos”, argumenta.

Consecuencias en los niños
A los niños que se crían bajo un perfil de apego evitativo les cuesta desarrollar su parte emocional. “Los padres se vuelven muy exigentes y valoran a sus hijos por lo que hacen, sus logros y éxito, y suelen enfocarse más en el “hacer” de sus hijos que en el “ser”, por lo que educan hijos competitivos, que siempre quieren ganar y demostrar lo buenos que son a sus padres y a las demás personas”, explica Uride.
“Además, les suelen costar las situaciones con demasiada emocionalidad, y les genera un rechazo porque son niños que no han aprendido a gestionar las emociones, sino a bloquearlas o ignorarlas. Al final son niños que también se vuelven evitativos”, añade Uride. Por su parte, Pousada agrega que los menores con este tipo de crianza tendrán poca confianza en sí mismos y una mayor dificultad en expresar sus emociones: “Si entienden que sus emociones son evitadas o no escuchadas y no se atienden sus necesidades afectivas, el lazo afectivo con sus padres será también inseguro”.
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