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Irlanda comienza a buscar los restos de casi 800 bebés enterrados en secreto en una fosa común

El hospicio de las Hermanas del Buen Socorro ocultó presuntamente todas esas muertes de hijos de madres solteras

Tareas de excavación en el Hogar St. Mary de Tuam, en Irlanda
Rafa de Miguel

Irlanda tiene apenas un siglo de vida como nación soberana, pero lleva ya décadas haciendo examen de conciencia ante un pasado en el que el peso del Iglesia católica sobre su vida moral, social y política dejó profundas heridas. Un equipo de 18 arqueólogos, antropólogos y forenses ha comenzado este lunes las tareas de excavación en un solar de la localidad de Tuam, donde hay indicios muy sólidos que señalan que las Hermanas del Buen Socorro (Bon Secours) llegaron a enterrar de modo clandestino a un total de 796 niños durante la primera mitad del siglo XX, en el Hogar de St. Mary. Una excavadora sin dientes horada con cuidado cada palmo de los 5.000 metros cuadrados de superficie, en busca de cualquier resto de los menores, supuestamente enterrados a dos metros de profundidad.

“Se trata de una tarea de recuperación similar a la llevada a cabo por los equipos forenses en una escena de crimen, y nuestro equipo incluye personas expertas en la gestión de este tipo de escenas. La ley nos obliga a comunicar de inmediato a la policía cualquier prueba de muerte no natural”, explicó durante la rueda de prensa de presentación de la investigación Daniel MacSweeney, ex enviado especial del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Durante el siglo pasado, se extendían a lo largo de la isla los llamados “hogares de madres y bebés”, hospicios regentados por órdenes religiosas que daban cobijo a madres solteras y a sus hijos. El propósito inicial podía ser caritativo, pero pronto fue sobre todo la manera de alejar de la sociedad a personas que no encajaban en el rígido código moral del catolicismo de la época. Irlanda ha descubierto, a lo largo de años de indagar en su vergonzoso pasado, que muchos de estos hogares fueron el escenario de tratos humillantes y vejatorios, trabajos forzados, malnutrición y enfermedades. O simplemente, el lugar donde acudir para adoptar a un menor, sin controles ni reparos.

“Crecí en una granja, a unos cinco kilómetros, y por entonces nunca supe nada del hogar de madres y bebés cercano. Tengo una vaga memoria de aquel puñado de niños demacrados y tristes que traían, como un rebaño, a nuestra clase. Siempre un poco más tarde que el resto, y que siempre salían antes que los demás. Las monjas nos daban instrucciones para no mezclarnos con esos niños. Nos decían que tenían una enfermedad contagiosa. Nunca les vimos en nuestro salto a la educación secundaria, y pronto fueron olvidados”, ha escrito Catherine Corless, una exadministrativa de una fábrica textil e historiadora local aficionada que se empeñó en sacar adelante, contra viento y marea, la historia de los 796 niños de Tuam.

El edificio de las Hermanas del Buen Socorro fue demolido en 1961, y gran parte del solar fue destinado a la construcción de nuevas viviendas. En 1975, dos niños que jugaban en la zona descubrieron restos óseos cerca de una fosa séptica que estaba medio abierta. Las autoridades locales relacionaron ese hallazgo con la existencia de un asilo para pobres que había existido cerca de la zona, y se olvidaron del asunto.

No hizo así Corless, que se obsesionó con el asunto poco después de que una sociedad de historiadores locales le pidiera que contribuyera con un capítulo a la revista anual de 2012. Después de hablar con numerosos vecinos dispuestos a compartir sus recuerdos, logró comenzar a componer una historia aterradora.

Con la ayuda de mapas, y de los pocos documentos que existían, llegó a la conclusión de que un elevado número de bebés y de niños y niñas habían fallecido antes del cierre del hogar. No había registro de sus entierros. El hallazgo fortuito de los huesos llevó a Corless a la pista de una posible fosa común en la zona. Cuando publicó su primer ensayo, tenía registrado el fallecimiento de 200 bebés. Al final de su investigación, la cifra total era de 796 bebés, presuntamente enterrados de modo clandestino entre 1925 y 1961.

Todos ellos habían sido bautizados, pero nadie, ni la Iglesia católica ni las autoridades locales, quiso saber nada de sus funerales. Las Hermanas del Buen Socorro llegaron a contratar a una compañía de comunicación y relaciones públicas para defender su reputación, y aseguraron que los posibles restos hallados respondían a los cientos de miles de muertes que provocó en toda Irlanda la gran hambruna de mediados del XIX. Las investigaciones de Corless, recuerda la historiadora, fueron públicamente ridiculizadas.

Hasta que los medios irlandeses recogieron la historia, en 2014. Resulta difícil esquivar un titular tan rotundo como “800 bebes enterrados en una fosa común en Tuam”, que tuvo una repercusión internacional. Muchos de los supervivientes de hogares similares al de aquella localidad, que hoy tiene apenas 9.000 habitantes, comenzaron a contactar con la historiadora para contarle sus historias personales y aportar el ADN necesario para una futura identificación de restos humanos. Corless pudo recabar más y más información hasta que la denuncia fue inexorable.

En 2015, el Gobierno irlandés abrió una investigación oficial sobre los hogares de madres y bebés de toda Irlanda. Un año más tarde, excavaciones iniciales confirmaron “cantidades relevantes de restos humanos” en el solar de Tuam.

Desde este lunes, protegidos por vallas destinadas a procesar la intimidad de un proceso doloroso y delicado, 18 personas trabajan por desenterrar otra porción del pasado que las instituciones irlandesas se empeñaron durante largo tiempo en mantener bajo tierra.

“Al contemplar todo, a través de un pequeño agujero en la valla, sentí una sensación de alegría. El solar está ahora lleno de casetas, vallas y pequeñas excavadoras. Trabajadores con cascos, arqueólogos forenses y varias personas más, que nos irán contando cómo avanza la investigación. Confío en que den con todos ellos, los 796 bebés que esperan aún un entierro digno”, ha escrito estos días Corless en el diario The Observer.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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