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Montse Sánchez, escritora: “A las mujeres nos arrebatan la admiración de nuestros cuerpos durante y después del embarazo y del parto”

En las páginas de ‘El hielo de los suyos’, su primer libro, la autora traza un hilo que une su propia experiencia de tres años de tratamientos reproductivos con la de una mujer indígena que se embarca en una peligrosa expedición para conseguir el dinero necesario para curar a su hijo

Montse Sánchez, 'El hielo de los suyos'
Diana Oliver

En el verano de 2022, Montse Sánchez Alonso (Madrid, 43 años) empezó a escribir una novela autobiográfica sobre el periplo que recorrió para convertirse en madre. Por aquel entonces, su hija tenía 15 meses: había atravesado la experiencia de la reproducción asistida por un diagnóstico de esterilidad, pero resultó que su pequeña llegó después, durante la pandemia, de forma natural. Cuenta que al desgaste emocional se sumó la violencia obstétrica, que estuvo presente en todo el proceso, lo que la hizo sentir que era prácticamente una superviviente. Se le ocurrió entonces cruzar su propia voz con la de otra mujer, peleando por su vida en medio de la naturaleza adversa, y comenzó a investigar en esa dirección.

No fue fácil encontrar las historias de esas mujeres, pero, como si fuese inevitable, dio con Ada Blackjack, una mujer iñupiat —pueblo indígena que vive en el norte y noroeste de Alaska— que se embarcó a principios del siglo XX en una peligrosa expedición a la isla de Wrangell, en el Ártico Norte, para conseguir el dinero que necesitaba para curar a su hijo, enfermo de tuberculosis. La fascinación que sintió por la historia de Ada Blackjack fue tal, que la autora abandonó la idea de la novela autobiográfica inicial para sumergirse en esta historia real. El resultado ha sido El hielo de los suyos (Tránsito Editorial, 2025), un maravilloso relato ficcionado con una documentación minuciosa y exquisita.

El argumento de su primer libro relata cómo Ada se enfrentó a lo largo de su vida a las atrocidades del colonialismo, el peso del machismo o la dureza del abandono. Y que no solo sobrevivió a todo ello, también superó la experiencia expeditiva pese a todo: ninguno de los cuatro exploradores con los que llegó a la isla sobrevivió a las condiciones del duro invierno ártico. “Ada se embarcó rumbo a Wrangell con el fin de salvar la vida de su hijo, lo mismo que yo había atravesado casi tres años de tratamientos reproductivos para buscar la vida de mi criatura”, cuenta Sánchez. En sus páginas no solo ha logrado que sintamos el frío cortante y la desoladora soledad de un lugar esculpido en blancos y negros, que tiene vida propia, sino que también ha encontrado el hilo íntimo entre esa lucha extrema y la esencia universal de la maternidad.

PREGUNTA. ¿Qué es lo que más le impactó de la historia de Ada Blackjack?

RESPUESTA. Lo más duro fue constatar que la vida de Ada estuvo atravesada por la violencia, y que los hombres que la utilizaron para tratar de satisfacer sus anhelos coloniales fueron capaces de acusarla de no haber hecho lo suficiente para salvar a los colonos con los que viajó a la isla. Debió de resultarles insoportable que solo una mujer sobreviviera al hielo y a la noche grande.

P. Ada se embarca en la expedición porque le prometen el dinero que necesitaría para curar a su pequeño, Bennett, enfermo de tuberculosis. ¿La desesperación por salvar a un hijo es un tema universal?

R. Sí, por supuesto. Es que salvar a las criaturas resulta, en definitiva, la salvación de la humanidad misma, ¿no?, del vínculo primero que es el amor.

P. Ada tiene a su hijo con un hombre que los abandona, por lo que tiene que cuidarlo sola. Si no hubiera tenido la necesidad de salvar a Bennett, ¿cree que aun así se habría embarcado en la expedición?

R. No, no lo creo. ¿Quién en su sano juicio se embarcaría como sirvienta en una expedición megalomaniaca y mal aprovisionada al territorio más hostil del planeta de no ser por la necesidad económica?

P. Y ocurre que, pese a ese esfuerzo, cuando Ada se queda completamente sola en medio de la isla, y a pesar de las muchas dificultades que afronta para sobrevivir, se plantea no volver porque es la primera vez en toda su vida que se siente realmente libre.

R. Ese deseo es una ficción. Desconocemos si Ada lo tuvo o no, si en algún momento jugueteó con la posibilidad de no volver de Wrangell. Pero a mí me pareció coherente con el arco de transformación de Ada Blackjack como personaje, con la ambivalencia que conlleva la maternidad misma —la de querer irse de ella y quedarse en ella al mismo tiempo— y, sobre todo, con el hecho de desconocer si el hijo estaría vivo o no a su regreso.

P. Ella vive a caballo entre dos mundos muy distintos: su cultura de origen y la de los “blancos”. En ambas encuentra que las tradiciones deshonran tanto a la madre como al hijo. ¿Las madres siempre son sospechosas?

R. Sí, las madres somos siempre sospechosas. No conviene que conectemos con el superpoder resultante de gestar y parir personas. Creo que por eso se nos arrebatan los partos y las lactancias tantas veces, el deseo, y también la admiración de nuestros cuerpos durante y después del embarazo y del parto. Somos unas diosas, las mujeres en general, no solo las madres. Eso al patriarcado no le gusta un pelo, y por eso nos doma y nos vilipendia.

P. En la novela, la infancia de la protagonista estuvo marcada por la violencia y el maltrato. Cuando tiene a su hijo rompe con estos patrones tan dañinos y le cría de forma diferente…

R. Ada Blackjack sufrió violencias físicas, psicológicas, económicas y coloniales reales—especialmente de su marido y del sistema que oprimía a los pueblos inuit—; las agresiones de su madre o del ficticio padre Brown son licencias narrativas que, aun así, reflejan abusos habituales contra las comunidades indígenas del Ártico y de todo el mundo. Superar esa violencia implica romper el silencio y el aislamiento, recuperar la autoestima y reconstruir la identidad, casi siempre a costa de fuertes represalias sociales, legales y económicas.

P. ¿Dónde cree que se esconde la verdadera fortaleza de Ada? ¿En la maternidad o en su experiencia de supervivencia gracias a la recuperación de su identidad como iñupiat?

R. En mi novela, la idea de Ada de salvar al hijo tras reunirse con él después de Wrangell, resultaría su motivo trascendente, el verdadero motor de su supervivencia. Por eso la historia arranca de esta premisa. La recuperación identitaria en el libro sucede para ella en este “mientras tanto”.

P. ¿Qué significa para usted introducir la maternidad en la literatura?

R. La idea de construir un personaje protagonista, mujer y madre para una novela de aventuras fue por ahondar en el hecho de que acabe por resultar innecesario hacernos estas preguntas. Por otro lado, me parecía importante recrear algunos procesos vinculados a la maternidad de una forma no sensacionalista: narrar la experiencia de un parto no intervenido y sin una connotación peligrosa, mostrar una lactancia y su huella en el cuerpo materno; pero, también, afirmar la ambivalencia y la sombra que la maternidad conlleva y de las que nos sigue costando hablar con naturalidad e, incluso, con deseo y gozo.

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