Las arquitectas que luchan para que el parto suceda en un espacio adecuado: “Necesitamos romper con los paritorios que convierten la mujer en objeto pasivo del nacimiento”
Angela Müller y Marta Parra llevan dos décadas trabajando para transformar los lugares de nacimiento en entornos más respetuosos, que apoyen tanto a las mujeres como a los profesionales. Deben ser un espacio único, con acceso exclusivo y con aseo-baño integrado, entre otros


El lugar en el que se da a luz tiene un impacto en la experiencia de parto y en el posparto inmediato. Desde esta premisa llevan años trabajando las arquitectas Angela Müller (51 años, Salzburgo) y Marta Parra Casado (53 años, Madrid), pioneras en España en la humanización de la arquitectura sanitaria relacionada con la maternidad. Se conocieron hace dos décadas en Madrid como activistas por los derechos humanos en el parto en El Parto Es Nuestro —una asociación sin ánimo de lucro y feminista, que pretende mejorar las condiciones de atención a madres e hijos―: una estaba embarazada y la otra en pleno posparto.
Ambas tuvieron distintas experiencias en el nacimiento de sus bebés, pero vivieron en sus propias carnes qué era lo que les reconfortaba y qué era lo que obstaculizaba su parto. Desde aquí comenzaron a trabajar en la mejora de estos entornos: se formaron, visitaron durante años muchas maternidades hospitalarias y centros de nacimientos, hablaron con muchas madres sobre sus experiencias y llegaron a la conclusión de que el cambio de espacios de parto y nacimiento es el motor de cambio para erradicar prácticas nocivas y para fomentar las que hacen posibles partos más saludables.
¿Se puede diseñar un entorno adecuado para el parto sin entender cómo es un parto normal? Müller responde contundente que no es posible. “Si no lo entiendes como un proceso, puedes decorar una sala de parto a modo superficial, pero esto no es lo que buscamos”, dice. La base de su diseño se basa en la comprensión de dar a luz, y en ofrecer espacios que lo apoyen. Y esto pasa, según Parra, porque se tengan en cuenta las necesidades de las mujeres de parto, de los bebés que van a nacer, las personas acompañantes y las profesionales trabajando en ellos: “Por eso nuestro trabajo se diferencia de las salas de parto tradicionales, necesitando romper con este tipo de paritorios-quirófanos que convierten la mujer en objeto pasivo del nacimiento. La arquitectura debe estar al servicio de lo que ocurre en ella, como base para construir algo funcional, algo que aporta. Esto no significa que quede ausente de belleza, o elementos formales. Todo tiene cabida”, aclara.
Durante años, expertas y activistas que trabajan por los derechos de las mujeres con respecto a su salud reproductiva han denunciado las consecuencias de que en el imaginario social prevalezca la idea del parto como algo peligroso que hay que temer. “Debemos cambiar el enfoque hacia lo salutogénico porque la gran mayoría de los nacimientos son normales, saludables y fisiológicos, y solo unos pocos se complican y es necesario intervenir”, decía la matrona Nazareth Olivera en una entrevista en este medio.
“La comunicación visual es muy potente, y tardará mucho en romper con lo que tenemos en la cabeza, como si cada embarazada fuera una bomba a punto de estallar”, lamenta Müller, quien recuerda que en la recién estrenada película Sorda se retrata un parto en dos escenarios muy diferentes: comienza en casa y después se desarrolla en el hospital. Esto permite ver el contraste entre ambos escenarios. “La parte del hospital lo tiene todo: protocolos, inmovilización de la mujer, posturas forzadas, maniobras desaconsejadas, sin dignidad ni acompañamiento continuo. Pero la parte del comienzo en casa fue el que me puso los pelos de punta. Es esa comunicación visual la que necesitamos”, añade.

Importa no solo transformar los espacios físicos, también repensar el modelo asistencial dentro de los hospitales, qué profesionales atienden el proceso y en qué circunstancias. En las unidades lideradas por matronas, se producen menos episiotomías, se colocan menos epidurales y hay un mayor inicio de lactancia materna inmediata, según un estudio de 2024 [First alongside midwifery led unit in a high complexity public hospital in Spain: Maternal and neonatal outcomes].
Otra investigación de 2021 [Women’s childbirth satisfaction and obstetric outcomes comparison between two birth hospitals in Barcelona with different level of assistance and complexity], publicado en Central European Journal of Nursing and Midwifery, observó que en la satisfacción de las madres influyó en gran medida el contacto piel con piel, la lactancia inmediata, y la continuidad con la misma matrona.
Un espacio cuidador
Las arquitectas reivindican un espacio que ofrezca intimidad, que transmita seguridad y que ponga a disposición de la madre herramientas que le ayuden a estar mejor para que pueda entregarse a su parto. Un lugar que permita el movimiento, el control de los condicionantes ambientales como la luz o la temperatura. Un refugio en el que la mujer pueda olvidarse de su corteza prefrontal para abandonarse a un momento vital instintivo e intuitivo: el parto como mamífera. Esta es la premisa, según informan Müller y Parra, de la que deberían partir los espacios de parto y nacimiento para que puedan ser considerados un espacio cuidador.
“Como parturienta no es lo mismo, por ejemplo, tener un aseo privado que tener que cruzar un pasillo cada vez que tienes que ir al baño”, explica Müller. Tras uno de sus viajes visitando salas de parto sintieron que la necesidad de establecer un sencillo “estándar mínimo” para una sala de parto, que tendría que cumplir con estos cinco ingredientes: un espacio único, con acceso exclusivo, con aseo-baño integrado, con iluminación y ventilación naturales, y con privacidad.

“Un parto en un espacio adecuado te ayuda a recobrar la dignidad como mujer y parturienta”, señala Müller. Y no solo es importante para la mujer, según la arquitecta, todos los bebés merecen nacer en espacios aptos para sus necesidades, pero también los profesionales merecen tener espacios adecuados para trabajar. “El entorno nos afecta positiva o negativamente. El diseño tiene consecuencias, así que busquemos que sean buenas”, dice.
En el momento posterior al parto, el espacio también debe ser respetuoso y agradable, que permita mantener a madre y bebé juntos, piel con piel. Para ello, Parra considera que “se necesita un lugar tranquilo, con luz natural, buena temperatura ambiente y una cama generosa, en la que puedan permanecer la madre y su bebé, incluso junto con la pareja, y donde haya sitio para vivir con comodidad esas primeras horas de reconocerse, olerse y tocarse”.
De la teoría a la práctica
De la necesidad de ordenar y recoger todo el material y los conocimientos que han acumulado en este tiempo Angela Müller y Marta Parra surge Arquitectura de maternidades (Síntesis), un libro que acaban de publicar y que es “apto” para cualquier persona que le interese el tema, sin necesidad de conocimientos técnicos para entenderlo. Con este trabajo quieren transmitir que el cambio no solo es posible, sino necesario y real. “El cambio ya es una realidad, no hay marcha atrás. Aunque sea una transformación lenta e imperfecta, los espacios para el parto se han independizado del modelo paritorio-quirófano”, asegura Parra.
La principal barrera que encuentran, según dicen, es la barrera mental de muchos profesionales y gestores. “Cuando hay voluntad, se puede actualizar la atención de parto a muchos niveles”, sostiene Parra. Se refiere a protocolos nuevos basados en la evidencia, a una política de separación cero, a la formación continuada para reducir las altas tasas de morbilidad, y, como elemento canalizador, el cambio en la infraestructura, desde “proyectos semilla” a reformas de áreas completas. Porque, como recuerdan las arquitectas, el parto no es solo un evento médico: es un acontecimiento vital, profundamente humano, que merece desarrollarse en un entorno que lo respete.
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