Ir al contenido
_
_
_
_

La crisis de malnutrición en Gaza se agrava con 15 nuevas muertes en 24 horas

El ejército israelí asalta una sede de Organización Mundial de la Salud en la Franja, donde afirma que se desarrollaban “actividades terroristas”

Palestinos, incluidos niños, intentar recibir alimentos en la ciudad de Gaza, este martes 22 de julio. Foto: Ali Jadallah (Anadolu/Getty Images) | Vídeo: EPV
Luis de Vega

Como último recurso a título póstumo, como grito mudo ante el mundo, hay padres que se pasean estos días por Gaza con el cuerpecito consumido de su hijo en brazos a la vista de todos y camino de la tumba. Las consecuencias de la galopante malnutrición en la Franja, camino de la hambruna por el bloqueo a la ayuda que impone Israel, se han traducido en 24 horas, entre el lunes y el martes, en la muerte de 15 personas, cuatro de ellas menores de edad, según ha denunciado el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás. Esto eleva a 101 las personas que han perdido la vida —entre ellos 80 niños—, por problemas derivados de la falta de alimentos durante la actual guerra.

Tras regresar a Jerusalén de una visita a Ciudad de Gaza gracias a un raro permiso concedido por las autoridades israelíes, los máximos responsables de la Iglesia cristiana en Tierra Santa han lamentado el silencio internacional ante una situación “moralmente inaceptable e injustificable”.

Decenas de miles de habitantes se echan cada día a la calle en medio del caos y los disparos a lo largo de toda la Franja, donde los muertos desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023 superan ya los 59.100. Van a la caza de cualquier tipo de comida, pese a que las tropas israelíes siguen matando a decenas cada día, según datos de los diferentes hospitales. Hamás ha informado de que los palestinos que han perdido la vida en el entorno de zonas de reparto por ataques israelíes asciende a 1.026 y los heridos superan los 6.500. La ONU eleva ese dato a 1.054, de los que 766 han perecido junto a los lugares de reparto impuestos desde el 27 de mayo por Israel y Estados Unidos de espalda a la propia ONU. Mientras, se suceden las imágenes de niños y adultos que yacen con el esqueleto marcado bajo la piel y el cuerpo consumido tras haber absorbido la grasa disponible como mecanismo de defensa.

Profesionales de todo tipo se desmayan mientras llevan a cabo sus funciones por no haber comido lo suficiente, alerta el jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, según sus siglas en inglés), Philippe Lazzarini. Se refiere a médicos, enfermeras, periodistas o trabajadores humanitarios, entre ellos los propios empleados de su agencia.

Ajenos a la mayor crisis humanitaria de la historia de Gaza, los militares israelíes mantienen sus operaciones a lo largo y ancho de la Franja. Una sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de las agencias de la ONU que atiende a los palestinos en Gaza, ha sido atacada tres veces por el ejército de Israel a lo largo de este lunes, según ha denunciado el martes el máximo responsable de esa institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Las instalaciones están ubicadas en Deir al Balah, localidad que está siendo objetivo, por vez primera, de una ofensiva terrestre por parte de las tropas de ocupación. En concreto, la sede acogía al personal de la OMS y a sus familiares.

Los uniformados irrumpieron en la sede humanitaria y obligaron a las mujeres y los niños a marcharse a pie hacia la zona de Al-Mawasi, en la costa mediterránea, un trayecto que debieron realizar “en medio del conflicto activo”, explica el comunicado. Los hombres fueron “esposados, desnudados, interrogados sobre la marcha y registrados a punta de pistola”, agrega el texto. Dos miembros del personal de la OMS y dos familiares fueron detenidos, aunque tres de ellos fueron liberados posteriormente y solo se llevaron a uno de los empleados de la agencia, cuyo paradero desconocen.

En un intento por aclarar lo ocurrido, el ejército ha señalado que esa sede de la ONU servía para llevar a cabo “actividades terroristas” sin aportar pruebas. “Las fuerzas detuvieron a varios sospechosos por presunta participación en actividades terroristas. Tras una investigación in situ, la mayoría de ellos fueron liberados”, apunta un comunicado. “En ocasiones, durante los interrogatorios de campo, es necesario que los sospechosos de actividades terroristas se quiten temporalmente parte de la ropa para poder registrarlos”, agrega.

“Las órdenes de desalojo, seguidas de ataques intensivos, contra el suroeste de Deir al Balah, agregan más miseria al sufrimiento de los palestinos hambrientos. Parecía como si la pesadilla no pudiera ponerse peor. Pero lo ha hecho”, ha comentado el máximo responsable de derechos humanos de la ONU, Volker Türk desde Ginebra.

Denuncia de la Iglesia

“No estamos ni contra Israel ni contra los judíos, pero lo que vive Gaza no es moralmente aceptable”, ha lamentado este martes en Jerusalén el patriarca latino, Pierbattista Pizzaballa, tras su visita a Gaza junto al jefe de la iglesia ortodoxa, el patriarca Teófilo III, después de que un bombardeo israelí matara la semana pasada a tres personas en la única iglesia católica de la Franja.

El patriarca Pizzaballa ha querido destacar que ni ese ataque, ni los que sufre la comunidad cristiana de Taybeh (Cisjordania ocupada), deben ocultar la realidad: que es que “todo el pueblo palestino” es el que está siendo golpeado. Teófilo III ha lamentado el “silencio ante el sufrimiento” de la comunidad internacional. El religioso italiano, por su parte, ha destacado algunas dificultades como la de encontrar alimentos en el mercado negro, donde un kilo de tomates puede alcanzar los 100 dólares (unos 85 euros).

Los máximos responsables de la Iglesia cristiana han renovado su llamamiento para que la comunidad internacional ponga fin a la guerra. A su vez, Pizzaballa, que reconoce no tener contacto directo con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pide al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sea más “proactivo”.

Pese a la presión militar israelí, ambos patriarcas han insistido en que no van a abandonar a sus comunidades en Gaza, que van a seguir acogiendo a personas que busquen protección independientemente de su credo. “Es importante enfatizar y reiterar que nuestra misión no es para un grupo específico, sino para todos. Nuestros hospitales, albergues, escuelas, parroquias —San Porfirio, la Sagrada Familia, el Hospital Árabe Al-Ahli, Cáritas— son lugares de encuentro y convivencia para todos: cristianos, musulmanes, creyentes, incrédulos, refugiados, niños”, ha remarcado el cardenal italiano. Junto a Teófilo III, visitó Ciudad de Gaza el viernes, al día siguiente del ataque con un proyectil de tanque israelí sobre la iglesia de la Sagrada Familia.

Los patriarcas no han querido señalar directamente a las autoridades de Israel, que mantienen un estrecho bloqueo a la comida y otras necesidades básicas de la población gazatí. Pero han sido claros al detallar lo que han presenciado: “Hombres resistiendo al sol durante horas con la esperanza de una simple comida. Eso supone una humillación difícil de soportar cuando la ves con tus propios ojos. Es moralmente inaceptable e injustificable”, ha lamentado Pizzaballa. En este sentido, defienden el papel de todos los actores humanitarios sobre el terreno, locales e internacionales, cristianos o musulmanes, religiosos o no. Ese apoyo llega en un momento en el que Israel mantiene un cerco sobre diferentes agencias de Naciones Unidas, principal pilar de la ayuda a los palestinos en la Franja.

“La dignidad del espíritu humano que se niega a extinguirse”, subraya el cardenal italiano para destacar la fortaleza de los palestinos tras más de 21 meses de guerra. En medio de esa devastación, lo que más ha llamado la atención del cardenal italiano, cabeza de los católicos en Tierra Santa, ha sido la inocencia de los niños que siguen jugando y sobreviviendo con cierta normalidad en medio de un paisaje bélico, así como los menores mutilados que ha podido visitar en un hospital de Ciudad de Gaza.

“Hemos entrado en un lugar devastado, pero también de una humanidad maravillosa. Caminamos entre el polvo de las ruinas, pasando junto a edificios derruidos y tiendas de campaña por todas partes: en patios, callejones, calles y playas; tiendas que se han convertido en hogares para quienes lo han perdido todo. Nos encontramos entre familias que han perdido la cuenta de los días de exilio porque no ven un horizonte de retorno. Los niños hablaban y jugaban sin pestañear; ya estaban acostumbrados al ruido de los bombardeos”, ha señalado Pizzaballa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_