Trump pide a su fiscal general que publique una pequeña parte de los documentos del ‘caso Epstein’ para aplacar la rebelión MAGA
El presidente de Estados Unidos amenaza con querellarse contra ‘The Wall Street Journal’ por publicar una carta de felicitación del republicano al millonario pederasta que aquel asegura que es falsa


El jueves, otro día de furia en el frente de la crisis abierta para Donald Trump a cuenta del caso Epstein, terminó para el presidente de Estados Unidos con una amenaza de demanda al diario The Wall Street Journal y a su propietario, Rupert Murdoch, por la publicación de una carta de felicitación de Trump al millonario pederasta por su 50 cumpleaños que el republicano asegura que es falsa.
A los pocos minutos, Trump también pidió a su fiscal general, Pam Bondi, que haga públicos ciertos documentos procesales del caso. El presidente confía en que eso aquietará las aguas del escándalo desatado por la decisión de hace un par de domingos del Departamento de Justicia de dar por zanjado el caso Epstein, después de que la Administración de Trump prometiera durante meses una información que ahora dicen que no es relevante y que ha alimentando las teorías de la conspiración sobre la vida y la muerte del millonario pederasta.
Parece poco probable que los documentos cuya liberación ha autorizado Trump vayan a ser suficientes para contentar las demandas del movimiento MAGA (Make America Great Again), indignado por el cambio de idea de la Administración sobre un escándalo que durante años ha alimentado la imaginación de ciertos votantes republicanos.
Lo que Trump le ha pedido a Bondi es que, “en vista de la ridícula cantidad de publicidad dada a Jeffrey Epstein”, publique todo el material “producido por el gran jurado que sea pertinente”, según escribió el presidente en un mensaje en su red social, Truth. La fiscal general respondió a esa petición en X diciendo: “Presidente Trump. Estamos listos para pedirle al tribunal que libere esas transcripciones mañana”. Tal vez sea lo de menos, pero esa muestra de sumisión de Bondi, solícita a aceptar las órdenes del jefe, es otro clavo en el ataúd del ideal de la separación de poderes en la actual Administración.
Cuando era candidato, Trump hizo campaña con la promesa de que publicaría todo el material sobre Epstein. Después, Bondi prometió durante meses al movimiento MAGA que proyectaría luz sobre las sombras del caso. Hace un par de domingos, su Departamento de Justicia publicó un documento que tiraba por tierra todas las teorías de la conspiración en torno al millonario pederasta, al concluir que no existe la supuesta lista de ricos y famosos que participaran de su red de tráfico de menores y que este se suicidó (es decir, que nadie lo mató) en la celda en la que en 2019 estaba esperando juicio.
No está claro que vayan a conseguir aplacar los ánimos MAGA con ese material. Los documentos que Bondi y Trump se disponen a hacer públicos pertenecen a los primeros pasos de la instrucción del caso. El ordenamiento estadounidense contempla el recurso en ciertos supuestos a la institución del gran jurado. Integrado por un número variable de ciudadanos, el fiscal les expone sus argumentos y las pruebas con las que confía en lograr una condena para que estos decidan si merece la pena continuar con el proceso o no. Esos trabajos son confidenciales.

Los escépticos de Epstein esperan mucho más que eso: los registros de vuelo de su jet privado, materiales comprometedores del sumario, como vídeos, fotografías y grabaciones de audio, o la libreta negra con una supuesta lista de clientes que vendría a demostrar la existencia de una élite global dedicada al tráfico de menores y de la que, seis años después, aún no hay pruebas fehacientes de su existencia.
Una sorpresa de Ghislaine Maxwell
La gota que colmó la paciencia de Trump, que lleva días tratando por las buenas y por las malas de convencer a los suyos de olvidarse del asunto, llegó con la publicación por parte del diario conservador The Wall Street Journal, propiedad de Murdoch, una de las personas que más ha hecho por aupar y por mantener en el poder al republicano, de una carta de 2003 que Trump dice que es falsa. Se trata de una felicitación a Epstein por su 50 cumpleaños.
Como era una fecha redonda, Ghislaine Maxwell quiso prepararle una sorpresa y pidió a amigos del homenajeado que le escribieran textos cariñosos. Maxwell era socia y amiga de Epstein, con quien mantuvo en los 90 una “relación íntima”, según el sumario del caso que acabó con Maxwell condenada a 20 años de prisión que está cumpliendo en la actualidad por hacer de conseguidora de las menores de las que el empresario abusaba. Trump, que entonces era un magnate inmobiliario en Nueva York, fue uno de los amigos que participó en el regalo sorpresa, siempre según el Journal.
La carta, dice el artículo del diario neoyorquino, “contiene varias líneas de texto mecanografiado enmarcadas por la silueta de una mujer desnuda, que parece dibujada a mano con un rotulador grueso”. “Un par de pequeños arcos marcan los pechos de la mujer, y la firma del futuro presidente es un garabato de ‘Donald’ debajo de su cintura, imitando el vello púbico femenino. El texto concluye: ‘Feliz cumpleaños, y que cada día sea otro maravilloso secreto”.
Un año después de ese cumpleaños, ambos amigos rompieron su relación tras enfrentarse por una propiedad en Palm Beach que ambos ambicionaban. En 2019, año de la muerte de Epstein, Trump dijo que llevaban sin hablarse 15 años. En 2005, Epstein fue acusado por una menor de haberle pagado a cambio de sexo. En 2008, él se declaró culpable y evitó una pena severa de cárcel. Una década después, una investigación del Miami Herald concluyó que unas 80 menores fueron abusadas entre 2001 y 2006 por Epstein.
Ya en la propia información del Journal aparece Trump diciendo que la carta es falsa, y que él no hace “dibujos de mujeres”. Ese argumento lo repitieron, tras conocerse la publicación del Journal, el presidente y su portavoz, Karoline Leavitt. Trump difundió por la noche un Truth en el que contaba que había “advertido directamente” al Journal y, “personalmente, a Rupert Murdoch” de que la carta es “FALSA y que, si la publicaban, serían demandados”.
En su mensaje, extrañamente escrito en tercera persona pese a provenir de su cuenta personal, Trump, o quien sea que escribiera el texto, recuerda que “ya ha vencido a George Stephanopoulos/ABC, 60 Minutes/CBS y a otros", y que “espera demandar y exigir responsabilidades al otrora gran Wall Street Journal”. Las cadenas televisivas ABC y CBS han claudicado ante sendas demandas de Trump, a quien han accedido a pagarle cantidades millonarias.
El mensaje termina incidiendo en una estrategia que el presidente estrenó el miércoles: culpar a los demócratas del “bulo de Epstein”. En este caso, a “[James] Comey, [exdirector del FBI], [John] Brennan [CIA], la corrupta Hillary [Clinton] y otros lunáticos de la izquierda radical”, porque, de ser verdadera la carta, la habrían publicado “hace años”.
“Ciertamente, no habría permanecido archivada esperando a que ‘TRUMP’ [sic] ganara tres elecciones”. A falta de determinar si la misiva es verdadera, como defiende el Journal, o falsa, como sostiene el presidente de Estados Unidos, hay una certeza: el post termina con una mentira. Trump no ganó tres veces en las urnas. Pese a lo que lleva defendiendo desde hace años, Joe Biden le ganó legítimamente en 2020.
El juez que decida sobre qué materiales del gran jurado pueden ver la luz lo hará, seguramente, censurando parte de los testimonios. La protección de las víctimas es fundamental a la hora de decidir si divulgar la información sobre el caso, aunque el tacto con ellas no ha sido, en los seis años que hace desde que dura el escándalo, una prioridad para los conspiranoicos MAGA que ahora piden explicaciones sobre el cambio de idea de la Administración de Trump. Son los mismos que exigen saber qué pasó con los tres minutos que, según desveló la revista especializada en Silicon Valley Wired, faltan en el video de 11 horas con un plano fijo de la puerta de la celda de Epstein publicado la semana pasada por el Departamento de Justicia para demostrar que ahí no entró nadie. Y que, por tanto, se suicidó.
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