Bayrou lanza un plan radical de recortes de 44.000 millones de euros para frenar la deuda francesa
En un discurso dramático con menciones a la Grecia rescatada, el primer ministro anuncia que se congelará el Presupuesto y se suprimirán 3.000 empleos públicos

El Gobierno francés en pleno se encontraba en las primeras filas. Máxima solemnidad. “La hora de la verdad”, rezaba el título detrás del primer ministro, François Bayrou. “Hay momentos en la historia de los pueblos en los que tienen una cita con ellos mismos, y este es uno. No es solo conocer nuestras preferencias, sino quiénes somos”. El jefe del Ejecutivo se presentaba así delante de los franceses a las cuatro de la tarde de este martes para anunciar unos recortes de 44.000 millones de euros en el próximo Presupuesto, que se presentará en octubre. Bayrou sabe que se juega el puesto, y no ahorró dramatismo antes de comenzar a detallar su plan, llegando incluso a comparar la situación de Francia con la de la Grecia que tuvo que ser rescatada hace ya más de una década. “Hace 50 años que nuestros gobiernos no diseñan un presupuesto equilibrado. Nos hemos acostumbrado al déficit. Y eso es, hoy, pura y simplemente deuda”, deslizó.
La deuda de Francia representa hoy más de 3,3 billones de euros. Y no para de crecer. “Eso significa el 114% del producto nacional de cada año, lo que implica que esta deuda equivale a más de un año de todo lo que nuestro país produce en sus actividades agrícolas, industriales, intelectuales, en el sector del comercio, los servicios, la salud o el acompañamiento. Y cuanto más crece, más sufrimos una doble penalización”, agregó. El Estado dará ejemplo, anunció Bayrou, estabilizando sus gastos e incluso reduciendo su “nivel de vida”. “El Estado se impone como primera regla no gastar ni un euro más en 2026 que en 2025”, lanzó, anunciando un año en blanco.
El recorte del gasto público propuesto por Bayrou es equivalente a cerca de 1,3 puntos del producto interior francés. Para hacerse una idea de la magnitud de estas cifras, Mariano Rajoy aprobó un plan de ajuste de 16.000 millones nada más llegar a La Moncloa en 2012, en plena crisis financiera, en uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente de España.
Recortes, disturbios y protestas
En las palabras de Bayrou retumbaban inevitablemente los disturbios y protestas de los anteriores intentos de reducir la deuda, empezando por la reforma de las pensiones. Los recortes serán muy dolorosos, especialmente para el funcionamiento del Estado. Pero en un país acostumbrado todavía a la lucha social, los anuncios tendrán un eco inevitable en la calle.
El primer ministro aseguró que en 2026 se suprimirán 3.000 puestos de trabajo públicos. Y no será solo este año. La norma será no renovar, durante el tiempo que dure el plan, uno de cada tres puestos públicos que se queden vacantes por las jubilaciones. Sufrirán la educación, ya de por sí debilitada, y la seguridad. Pero también la sanidad, con un recorte de 5.000 millones de euros. Para lograrlo, el primer ministro propuso una medida que afectará directamente a todos los pacientes: las franquicias médicas, es decir, la cantidad que deben pagar de su bolsillo al comprar medicamentos, verán duplicado su techo máximo anual, pasando de 50 a 100 euros por año y por asegurado.

“El Estado mostrará el camino. No gastaremos más que el año pasado, excepto el ministro de Defensa”, señaló apuntando ya el aumento en el gasto militar, la única excepción. Además, Bayrou arremetió contra los funcionarios por el absentismo laboral: “Más de una baja por enfermedad no está justificada”, lanzó.
Dos festivos menos
El Gobierno hará todo lo que haga falta, dio a entender el primer ministro. Cueste lo que cueste. Incluso eliminar dos días de fiesta del calendario laboral: el Lunes de Pascua y el 8 de mayo (final de la II Guerra Mundial), propuso el primer ministro. Una medida, curiosamente, que fue la primera en ser contestada por la ultraderecha, que lo tachó de “provocación”. “Es un ataque directo contra nuestra historia, contra nuestras raíces y contra la Francia del trabajo”, protestó el presidente del Reagrupamiento Nacional (RN), Jordan Bardella, desde su cuenta de X, antiguo Twitter. El partido de Marine Le Pen ya ha anunciado que si Bayrou sigue con sus planes presentará una moción de censura.
El Ejecutivo espera reducir con todas las medidas —y las que se incorporen de aquí a octubre— el déficit público, del 5,4% del PIB de este año al 4,6% del próximo. Y volver a cumplir las normas europeas en 2029, cuando espera alcanzar el 2,8%, el umbral a partir del cual estaría fuera del brazo correctivo de la UE y que le permitiría empezar a reducir su deuda. Todo ello sin recurrir a una violenta subida de impuestos, excepto para las grandes fortunas, que serán gravadas con una nueva tasa.
“Somos adictos al gasto público, adictos al gasto del Estado”. Con esta afirmación, el jefe del Gobierno intentó poner palabras al origen del déficit crónico de Francia. “Nos hemos convertido en el país del mundo que más gasta: el 57% de nuestra producción nacional cada año”, continuó. “Somos el país con las cargas sociales más elevadas”, subrayó. “Y, sin embargo, los franceses están cada vez más descontentos con sus servicios públicos. Y, sin embargo, somos el país más pesimista del mundo”.
Bayrou anunció un “año en blanco” para 2026, es decir, un tiempo en el que no se aumentan ni las prestaciones ni los baremos. “Cada pensionista recibirá en 2026 exactamente el mismo importe de pensión que en 2025. Es un esfuerzo colectivo que concierne a todas las categorías de franceses, y la regla será no gastar más en 2026 que en 2025. Ni menos, pero tampoco más para ninguno de nosotros. Es un esfuerzo muy importante, temporal, que se pide a todos, pero que solo tendrá sentido si es justo y si cada uno contribuye según sus medios”, estimó Bayrou.
En 2026 no habrá revalorizaciones generales ni específicas en los ministerios. En total, el conjunto de estas decisiones permitirá contener en 7.000 millones de euros el aumento del gasto. Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda radical de La Francia Insumisa, acusó en sus redes en ese momento a Bayrou de “destruir el Estado y los servicios públicos para abrir espacio al mercado”. “Hacer que la mayoría pague para proteger a los muy ricos. Ya no deben aceptarse más destrucciones e injusticias. Es urgente poner fin al macronismo. Hay que hacer que Bayrou se marche”, lanzó.
El primer ministro, consciente de la presión de la que será víctima en los próximos días, no ahorró en datos y dramatismo. “Cada segundo, la deuda francesa aumenta en 5.000 euros”. Pero también reconoció un hecho irrefutable, que trasciende a su mandato: “No tenemos mayoría en la Asamblea para afrontar las cosas con constancia. Es la primera vez en 60 años que estamos en una situación así”. Pero también es la primera vez que un primer ministro anticipa de esta manera su estrategia presupuestaria. Y la puesta en escena significa al mismo tiempo una forma de convencer a la ciudadanía del inexorable destino menguante de las cuentas públicas y de añadir presión a las formaciones políticas que ya han anunciado que presentarán una moción de censura, principalmente la izquierda y el RN de la ultraderechista Le Pen.
Bayrou llevaba semanas cuestionado por su pasividad, su falta de iniciativa. El propio Macron le criticó en público hace 15 días hablando de “cacofonías” en el Ejecutivo. Este movimiento le sitúa en las antípodas de la parálisis, pero no está claro si podrá ni siquiera ponerlo en marcha. “Solo hay riesgos” para el Gobierno en este plan, reconoció. “El Gobierno sabe perfectamente que está a merced de la oposición, tanto como de las dudas de sus propios apoyos, aquí y allá. Pero tiene el deber de superar los obstáculos”.
Los partidos políticos habían pospuesto las hostilidades contra Bayrou hasta después del verano. El plan, sin embargo, podría reabrir la batalla: en la calle y en la Asamblea Nacional. Bayrou se exige ahora con este plan un todo o nada, para él y para Francia.
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