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EE UU tensa la negociación con la UE al plantear aranceles del 17% sobre los productos agrícolas

Bruselas afirma que “se ha avanzado en la última ronda de negociaciones”

Donald Trump, con su secretario de Comercio, Howard Lutnick, en mayo durante el anuncio de los aranceles.
Manuel V. Gómez

Estados Unidos está vendiendo muy caro el acuerdo para cerrar la guerra comercial en su vertiente europea. En su oferta, la Casa Blanca plantea un arancel del 17% a los productos agrícolas procedentes de la UE, según varias fuentes conocedoras de los últimos movimientos en las negociaciones. El planteamiento llega cuando apenas faltan unos días para que se llegue al 9 de julio, día límite que fijó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para llegar a pactos que acabaran con la batalla arancelaria que él mismo ha abierto con todo el mundo desde su regreso al poder.

Desde una óptica europea, esa oferta del 17% supone, en realidad, un aumento de siete puntos sobre el arancel actual, que es del 10%. Pero si se mira desde donde parte la Administración estadounidense, es un recorte de tres puntos, puesto que cuando Trump lanzó los falsamente llamados aranceles recíprocos anunció unos derechos aduaneros para todos los productos procedentes de la UE del 20%. Pocos días después, y ante la tormenta financiera que se desató en los mercados, reculó y lo redujo en 10 puntos.

Los principales exportadores europeos de productos del campo a EE UU son Países Bajos, Francia, Italia y España.

El asunto ha estado sobre la mesa en las negociaciones que las delegaciones de EE UU y la UE han mantenido durante esta semana en Washington. El miércoles se unió al grupo europeo el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, que se reunió al día siguiente con el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el de Comercio, Howard Lutnick, y el embajador de Comercio, Jamieson Green. Sefcovic ha regresado a la capital de la UE para explicar los resultados obtenidos. Por ahora, no hay acuerdo, aunque la versión oficial de la Comisión es que “se ha avanzado hacia un principio de acuerdo en la última ronda de negociaciones”.

Los detalles de cómo están las negociaciones en este momento se los ha contado a los 27 representantes permanentes de los Estados miembro esta misma tarde el jefe de gabinete de la presidenta de la Comisión, Bjorn Seibert, y la directora general de Comercio, Sabine Weyand, la jefa de los técnicos europeos sobre este asunto. Lo han hecho este viernes, justo el día en que Trump ha empezado a mandar cartas a “10 o 12 países” para informarles finalmente de cómo quedan sus aranceles.

Fuentes conocedoras del encuentro explican que los dos enviados de la Comisión al Consejo habrían señalado que “no hay acuerdo todavía, que es complicado, pero que existe voluntad de las dos partes para continuar” durante los pocos días que quedan. Puesto que hay una fecha límite, el 9 de julio, y por lo que se habría comentado en la reunión bruselense, el propio Trump tiene previsto reunirse con sus negociadores el próximo lunes, un día antes de que concluya el plazo.

Decepción

Según otras fuentes, el clima con lo expuesto por los representantes de la Comisión a los embajadores sería de cierta decepción. Como ya se vio el pasado viernes en el Consejo Europeo, la mayoría de líderes de los Estados miembros apuestan por un acuerdo cuanto antes que acabe con la incertidumbre aunque este sea “asimétrico”, lo que viene a suponer que, en definitiva, algo va a perder la UE si se toma como punto de partida la situación arancelaria a 1 de enero de este año. Pero eso no quiere decir, apunta esta fuente, que todas las capitales estén dispuestas a aceptar cualquier acuerdo.

Sí que hay varias que están dispuestas a aceptar cuanto antes, aunque el pacto sea oneroso. La principal, muy apremiada por su industria automovilística, es Alemania. También apuestan por lo mismo otros Estados en los que este sector, el automotriz, pesa mucho. Y eso, pese a que ahora los aranceles a los coches y los componentes automovilísticos de los fabricantes europeos sean del 25%. El miedo es que una escalada eleve ese porcentaje todavía más.

Porque ese arancel, como el 50% al acero y el aluminio, más ese 10% para el resto de productos que no sean agrícolas se mantendría con este principio de acuerdo. Habría excepciones favorables a ciertos productos europeos, como los aeronáuticos y las bebidas espirituosas.

Esto, en realidad, sería una especie de punto de encuentro que alejara la posibilidad de una escalada mayor y la incertidumbre que afecta a la economía desde que Trump abrió las hostilidades. Así parece deducirse de las palabras de la presidenta Von der Leyen este jueves en Aarhus (Dinamarca) cuando dijo que ella no esperaba “un acuerdo completo” antes del 9 de julio porque no era posible dada la complejidad y extensión de estas negociaciones.

Ella, viendo la versión oficial de los portavoces de la Comisión, es optimista con la posibilidad de que llegue a ese principio de acuerdo el martes. Aunque todo el mundo en Bruselas, incluso los más confiados en que se va a llegar a buen puerto, antes de dar nada por hecho pone en cuarentena todo lo avanzado hasta ahora porque la decisión final la toma Trump. El historial errático de decisiones, volantazos y giros imprevistos acumulados por el presidente estadounidense en menos de siete meses avala esa cautela.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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