Trump comenzará este viernes el envío de cartas a “10 o 12 países” para notificarles sus aranceles
El presidente de EE UU anuncia más misivas durante los cinco días que faltan hasta que se cumpla el plazo impuesto por él mismo para conseguir acuerdos comerciales


Una remesa de cartas que detallan qué aranceles piensa poner Estados Unidos a sus socios comerciales empezarán a salir con remitente de la Casa Blanca este viernes, cinco días antes de que termine el plazo impuesto por Washington para alcanzar acuerdos comerciales. Los primeros destinatarios serán “10 o 12 países”, según informó el presidente Donald Trump a los periodistas en la madrugada del viernes. También dijo que esas serían las primeras de una serie de misivas enviadas en los próximos días.
El mensaje lo lanzó en un encuentro con los reporteros que lo siguen a diario y que lo acompañaron este jueves a Des Moines (Iowa), ciudad en la que dio un mitin para celebrar sus últimos triunfos y para avanzar algunos de los planes que tiene para la celebración del 250 aniversario de la Declaración de Independencia, una conmemoración que quiere que se prolongue durante todo un año y que culmine el 4 de julio de 2026.
El nuevo cambio de idea, ya una constante en su errática política comercial, parece obedecer a la complejidad de negociar tantos acuerdos a la vez y en un espacio de tiempo tan corto. “Tenemos más de 170 países, ¿y cuántos acuerdos se pueden lograr?”, preguntó Trump. “Son mucho más complejos”.
El republicano habló de dos rangos de porcentajes. Dijo que habría países que recibirían tasas de “hasta el 60% y 70%”. Otros, de “entre el 10 y el 20%”. No especificó qué socios comerciales caerían en uno y otro saco, ni qué criterios seguirá Washington para hacer esas distinciones. “Para el día 9 estarán completamente cubiertos [los socios]”, añadió el presidente estadounidense.
Los países interpelados por correspondencia “comenzarían a pagar el 1 de agosto, según Trump, día en el que, dijo, ”el dinero empezará a llegar a Estados Unidos”. Los aranceles suelen pagarlos el importador o un intermediario, aunque los expertos dan por hecho que estos repercutirán en muchos casos en los márgenes de beneficio o en el consumidor final, llamados a absorber gran parte del sobrecoste.
Las últimas declaraciones del republicano envían un mensaje que entra en contradicción con algunas de las señales emitidas en los últimos días por la Administración de Trump. Sobre todo, por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, que dejó caer la idea de que el plazo del 9 de julio no era tan perentorio. Bessent declaró la semana pasada que se daría por satisfecho si “el comercio quedara resuelto” antes del Día del Trabajo, que se celebrará en EE UU el 1 de septiembre.
Contradicción
El envío de las cartas también entra en contradicción con la idea que motivó el aplazamiento de la entrada en vigor de los aranceles, que Trump fijó pocos días después de que el 2 de abril anunciara que impondría gravámenes, que llamó “recíprocos” aunque no lo son, a decenas de sus socios comerciales sobre la base de un mínimo universal del 10%. Entonces, dio 90 días para crear un espacio de negociación en el que pudieran ir surgiendo los acuerdos.
Nunca pareció muy factible alcanzar simultáneamente tantos pactos comerciales, marcos complejos que pueden llevar meses o años fijar y que toman variadas formas, desde los aranceles hasta las barreras no arancelarias, como la limitación de las importaciones agrícolas. El último anuncio de Trump insinúa que su Administración pasa a la vía de los hechos en vista de los pocos resultados obtenidos.
En estos casi 90 días, sus negociadores comerciales solo han alcanzado un acuerdo sustancial con el Reino Unido y, esta semana, un principio de entendimiento con Vietnam, que pagará un 20% por todas sus exportaciones y un 40% para ciertos productos y no cobrará aranceles a los bienes llegados desde Estados Unidos. Trump tampoco aclaró si la vía de la negociación queda cerrada con la decisión de enviar cartas con el veredicto de Estados Unidos, o aún se podrá seguir negociando con los socios comerciales.
El presidente afirmó que esperaba un par de acuerdos más detallados con otros países tras el anuncio del miércoles de Vietnam. También indicó que prefería notificar a la mayoría de los demás países sus aranceles específicos, sin entrar en detalles sobre la marcha de otras negociaciones.
Trump respondió a la pregunta de un reportero sobre si se podían esperar más pactos antes del 9 de julio: “Tenemos un par de acuerdos más, pero me inclino a enviar una carta indicando qué aranceles van a pagar”, dijo.
Otra sorpresa de las declaraciones de Trump está en el tope del 70% que indicó que recibirían algunos países. Más allá de ser un arancel exagerado, poco menos que incompatible con el comercio, también supera cualquiera de los gravámenes con los que el presidente amenazó aquel 2 de abril, que bautizó como “el Día de la Liberación”. Entonces compareció con un enorme tarjetón con una lista de países y el arancel que Estados Unidos había decidido imponerles unilateralmente.
Esta semana, Bessent declaró a Bloomberg Television que es probable que alrededor de 100 países tengan una tasa arancelaria recíproca del 10% y predijo una oleada de acuerdos comerciales antes de la fecha límite del próximo miércoles. Si se aplicaran tasas del 10% a 100 países, la cifra sería menor a la prevista originalmente por la Administración de Trump. “Es mucho más fácil”, dijo el republicano. “Prefiero hacer un acuerdo simple que se pueda mantener y controlar”.
Y entre tanto cambio de idea y tanta declaración cruzada, la Reserva Federal ha decidido en sus últimas reuniones no rebajar los tipos de interés, pese a las presiones de Trump, que ha redoblado sus ataques al presidente de la autoridad monetaria estadounidense, Jerome Powell, al que llama “el tardón de Powell”, por su empeño en “esperar” a tocar los tipos y “ver” qué efecto tienen finalmente los aranceles sobre la inflación.
La encomienda de la Fed es doble: controlar los precios y fomentar el máximo empleo. Los últimos datos del mercado laboral, dados a conocer este viernes, con una caída de una décima en la tasa del paro (al 4,1%), reforzaron la idea, que los inversores ya daban por hecha, de que en la próxima reunión, prevista para el próximo 31 de julio, los tipos seguirán igual, en la horquilla del 4,25%-4,5%.
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