El derecho al olvido de Cecilia Sopeña tras enriquecerse en OnlyFans
La creadora de contenido invoca las leyes de protección de datos para eliminar de la Red sus vídeos porno


Mucho se ha hablado las últimas semanas del caso de Cecilia Sopeña. Profesora de Matemáticas y aficionada al ciclismo, Sopeña intentó hacerse un hueco en las redes tradicionales hablando de números y con vídeos sobre la bicicleta. Asediada por miles de comentarios que la sexualizaban cuando se dedicaba a pedalear, decidió coger el toro por los cuernos y monetizar esa atención babosa y sobrevenida: en 2022, abrió una cuenta en OnlyFans y comenzó esa deriva que algún día se estudiará y que —por exigencias del mercado y los seguidores— va llevando de fotos sugerentes a fotos evidentes, hasta acabar en vídeos pornográficos completamente explícitos.
Económicamente, le fue bien, claro: en el punto culminante de su popularidad, llegó a facturar más de 60.000 euros al mes. Ella misma ha reconocido que se hizo millonaria, eso sí, con todas las cicatrices emocionales que esa actividad acarreaba. Por ello, y por eso es noticia, Sopeña ha decidido acogerse al derecho al olvido, una práctica cada vez más común en el mundo digital a la que recurren celebridades y desconocidos. “En virtud del artículo 17 del Reglamento General de Protección de Datos, he activado con mi equipo legal el derecho al olvido: el derecho a eliminar de Internet todo aquello que ya no refleja quién soy ni cómo deseo ser recordada”, publicó Sopeña. Ha sido la noticia del mes en foros y redes, donde miles de usuarios han dado sus opiniones (jurídicas o vulgares) al respecto.
El debate ético sobre dedicarse a actividades estigmatizantes a cambio de cobrar mucho para luego retractarse se queda para otro día —y lo de actividades estigmatizantes lo dice la propia Sopeña, que es quien pide que no se la relacione nunca más con ellas—, pero lo realmente interesante de todo este asunto son dos cuestiones.
En primer lugar, el enorme efecto Streisand desatado. Es decir, el intento de censura de una información que, en cambio, acaba siendo ampliamente divulgada. Hoy todos los medios airean a los cuatro vientos que Sopeña lleva años ganando dinero con sus vídeos pornográficos, que se han filtrado de OnlyFans a las páginas porno más visitadas, haciendo que pierda el control de su propio material. De algunas páginas ha sido eliminado, pero de otras no. Google Trends precisa que, desde el pasado día 4, las búsquedas de “Cecilia Sopeña vídeos” han crecido más del 100%.
En segundo lugar, y quizá más interesante, está la frontera del derecho al olvido, por su posible choque con el derecho a la información, pero, sobre todo, por su casi inevitable colusión con la realidad. En este miasma digital las cosas quedan impresas en el tiempo como los mosquitos jurásicos en el ámbar. En su muy interesante La perversión del anonimato, Álex Grijelmo recuerda el caso de Tiziana Cantone, quien se suicidó en 2016 tras la difusión de varios vídeos sexuales que su expareja había publicado online. Desgraciadamente, incluso esos vídeos, como los de Sopeña, se pueden encontrar hoy en la Red porque, (y esto es una lección que todos deberíamos marcarnos a fuego en la memoria) una vez que un contenido se viraliza, resulta prácticamente imposible eliminarlo por completo de internet.
Si alguien en un futuro busca “Cecilia Sopeña” quizá ya no encuentre sus vídeos, pero sí las informaciones que llevan años hablando de ella; miles de notas que recordarán para siempre que estaba en OnlyFans, que ganó millones y que en internet se podían encontrar sus vídeos con suma facilidad. ¿O quizá también haya que desindexar las informaciones que hablan de su vida? ¿Quedará borrada esta columna? Esas sí son buenas preguntas para los filósofos digitales. “Mi historia ha sido intensa, pero mi presente es limpio. Y mi futuro… mío”, ha declarado Sopeña. Ojalá sea así pero, independientemente de las leyes, veremos si internet se lo permite.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
