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La lluvia, las protestas y la escasa asistencia deslucen el desfile de cumpleaños de Trump

La parada militar comenzó y terminó con la canción de ‘Cumpleaños feliz’ para el presidente

Donald Trump saluda a las tropas durante el desfile.Foto: Doug Mills (via REUTERS) | Vídeo: EPV
Miguel Jiménez

Estados Unidos tiene las Fuerzas Armadas más poderosas del mundo. Sus soldados, sin embargo, no están muy acostumbrados a desfilar y eso se notó en el desfile promovido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el día de su 79º cumpleaños, con el pretexto de la celebración del 250º aniversario del Ejército. Las previsiones de tormenta forzaron a alterar el programa y la lluvia también deslució el espectáculo que se regaló el presidente. El presidente parecía relativamente contento con la fiesta con la que por fin cumplía un viejo sueño.

Cuando el presidente y la primera dama subieron a la tribuna, un grupo de personas con insignias que decían “250 invitados especiales” situadas justo detrás de la zona reservada a la prensa (enfrente del presidente) comenzaron a cantar Cumpleaños feliz.

La descoordinación de movimientos y falta de alineación de los soldados de numerosas unidades más parecía propia de un acto de jura de bandera de jóvenes reclutas que de las exhibiciones castrenses de regímenes dictatoriales como los de China, Corea del Norte o Rusia. Sin embargo, la celebración de un inusual desfile militar en Washington, que no vivía una parada militar desde 1991, a raíz del final de la primera guerra del Golfo, ha llevado a los críticos a comparar a Trump con líderes autoritarios y a organizaciones sociales a contraprogramar el desfile con sus manifestaciones y concentraciones bajo el lema No Kings (No a los reyes). Las protestas de Washington se acercaron a la zona del desfile, pero la policía las contuvo sin necesidad de emplear la “gran fuerza” con que había amenazado Trump.

Trump ha dado múltiples muestras de su deriva autoritaria en su segundo mandato. Además, organizar una exhibición militar, al tiempo que hay tropas movilizadas en Los Ángeles para reprimir las protestas sobre las políticas migratorias del presidente, sitúa al Ejército en una posición delicada, con riesgo de politización.

Los organizadores adelantaron el desfile media hora para esquivar la tormenta. También los vuelos de aeronaves se adelantaron y quedaron algo deslucidos por un cielo cubierto. La lluvia fue ligera e intermitente durante la mayor parte del desfile, de modo que no arruinó la parada. Sin embargo, sí alteró su desarrollo. El espectáculo paracaidístico de cierre, en que el equipo de los Golden Knights del Ejército debía aterrizar cerca de Trump para entregarle una bandera de Estados Unidos doblada, tuvo que reformularse y adelantarse.

Una panorámica del desfile, con el Monumento a Washington a la izquierda.

El desfile estaba organizado como un espectáculo para el presidente. Protegido por una mampara blindada, Trump permaneció la mayor parte del tiempo sentado en la tribuna de honor, con el secretario de Defensa, Pete Hegseth, a su derecha, y la primera dama, Melania Trump, a su izquierda. En ocasiones se ponía de pie y saludaba a las unidades al pasar. En otras, aplaudía sentado. En la tribuna había otros miembros de su Gabinete, como el vicepresidente, J. D. Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; la secretaria de Educación, Linda McMahon, y el administrador de la Agencia de Protección del Medioambiente, Lee Zeldin.

También estaba la congresista Marjorie Taylor Greene, una de las más fieles a Trump, que por la mañana estuvo ejercitándose con los soldados. Entre los invitados estaba el cantante Lee Greenwood, uno de los favoritos de Trump, o el jefe de la presidente de Ultimate Fighting Championship (UFC), la organización de lucha libre. UFC era uno de los patrocinadores del desfile, al igual que el fabricante de armamento Lockheed Martin y el mercado de criptomonedas Coinbase, que estaba sujeto a investigación de los supervisores. La Comisión de Valores y Bolsa (SEC) retiró su demanda poco después del regreso de Trump a la Casa Blanca.

Lo que no tenía el desfile era carácter institucional ni un protocolo muy claro para los invitados. Ningún expresidente, ni republicano ni demócrata, estaba entre los asistentes. Tampoco acudió el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ni los gobernadores de los Estados ni dirigentes o cargos del Partido Demócrata.

El desfile comenzó con una procesión de militares vestidos con uniformes históricos, en conmemoración de la Guerra de Independencia, la Guerra Civil, la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y luego con uniformes de combate más modernos. Soldados, tanques, blindados y hasta perros robóticos pasaron por delante de Trump.

Asistentes al desfile mientras helicópteros de diferentes modelos sobrevuelan Washington.

Grandes zonas del espacio reservado al público estaban desiertas. La visibilidad no era muy buena salvo para la tribuna de honor o los situados en las primeras filas. Muchos se resignaban a seguir el desfile a través de las pantallas gigantes habilitadas. No había tribunas para el público, que celebró especialmente la aparición de los tanques y blindados pesados y el descenso de los paracaidistas.

La parada militar, con más de 6.000 soldados y 128 tanques del Ejército, fue algo que Trump intentó llevar a cabo en su primer mandato tras asistir en París el 14 de julio de 2017 al desfile conmemorativo de la Toma de la Bastilla, invitado por el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Entonces, los jefes del Pentágono le disuadieron, pero en el segundo no tiene quien le lleve la contraria.

Hacia el final del desfile, Trump tomó juramento a 250 nuevos soldados. Después hubo un pequeño concierto. Los artistas daban la espalda al público y actuaban para el presidente y sus acompañantes.

A continuación, intervinieron el vicepresidente, J. D, Vance, que felicitó su cumpleaños a Trump y señaló que también era su aniversario de boda, y el propio presidente. “Esta noche, habéis hecho que todos los estadounidenses se sientan muy orgullosos. De hecho, nos están viendo desde todo el mundo, y yo también me siento muy orgulloso. Todos los demás países celebran sus victorias. Ya era hora de que Estados Unidos también lo hiciera”, dijo el presidente.

La tribuna de honor del desfile, con la Casa Blanca al fondo.

Después de su intervención, le volvieron a cantar Cumpleaños feliz. Antes de los espectaculares fuegos artificiales, salió a escena Lee Greenwood, que entonó God Bless the USA,la melodía preferida por el republicano para entrar en escena en sus actos de partido. Los seguidores trumpistas eran clara mayoría entre el público. Era una especie de fiesta privada. Entre estrofa y estrofa, Greenwood también le deseó a Trump feliz cumpleaños.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.
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