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Quién es el nuevo papa León XIV: Robert Francis Prevost, el primer pontífice estadounidense

El cardenal fue obispo en Perú y es un hombre de talante reformista. Era una de las personas de confianza de Francisco

El nuevo Papa León XIV, el cardinal Robert F. Prevost, durante su primera aparición como pontífice en el balcón central de la basílica de San Pedro, este jueves.Foto: Yara Nardi (Reuters) | Vídeo: Reuters
Iker Seisdedos

Las plegarias de los feligreses reunidos este jueves en la catedral de Chicago fueron atendidas a eso del mediodía, hora local. “¡Habemus papam!”, escucharon de las retransmisiones televisivas de las cadenas de noticias que, aunque poco duchas en estas liturgias vaticanas, siguieron en directo el resultado del cónclave en Roma. Y ese papa resultó ser el cardenal Robert Francis Prevost. Nacido en la gran capital del Medio Oeste hace 69 años, escogió el nombre de León XIV para convertirse en el primer estadounidense de la historia que se sienta en la silla de San Pedro.

Prevost, que fue obispo de Chiclayo, en Perú, país al que ha estado vinculado desde hace 40 años en dos periodos distintos que suman dos décadas, se impuso finalmente en unas quinielas en las que fue ganando posiciones en los últimos días. Esas apuestas no daban ni mucho menos por hecho que el escogido provendría de esta parte del mundo. Al final, recibió en la cuarta vuelta el voto de 133 cardenales, que lo eligieron para dirigir una Iglesia con 1.400 millones de fieles, 61,9 millones de los cuales viven en Estados Unidos.

Papa León XIV

A diferencia de la mayor parte de sus compatriotas, este cardenal agustino es políglota y ha pasado gran parte de su vida fuera de Estados Unidos. Su vínculo con Perú es tan intenso que tiene la nacionalidad de ese país latinoamericano.

Tras pasar la infancia en la parte meridional de Chicago, una de las zonas más deprimidas de la ciudad, se ordenó como sacerdote en 1982 a los 27 años. Es licenciado en Matemáticas por la Universidad de Villanova, a las afueras de Filadelfia. Y se doctoró en derecho canónico en la Pontificia de Santo Tomás de Aquino en Roma, ciudad cuyos entresijos conoce a la perfección.

En Perú, adonde llegó a mediados de los ochenta por primera vez, fue misionero, párroco, profesor y obispo (entre 2015, después de que lo nombrara Francisco, y 2023). Su desempeño como misionero era algo que su predecesor, Francisco, valoraba. En el país andino lo recuerdan como un sacerdote siempre dispuesto a visitar las comunidades más pobres.

“Podemos ser una iglesia misionera, una iglesia que tiende puentes, siempre abierta a recibir a todos, como en esta plaza, para acoger a todos con caridad, diálogo y amor”, dijo ante la multitud congregada en San Pedro, que había estallado de entusiasmo cuando unos 20 minutos antes vio la fumata blanca.

Prevost también se acordó de los feligreses de su antigua diócesis de Chiclayo. Es de esperar que la insólita mezcla de sus dos herencias, la de la Iglesia estadounidense y la latinoamericana, sea una de las claves que distinga su pontificado.

Habla español e italiano, como demostró este jueves durante su primera intervención como Papa, para la que renunció al uso del inglés. Hasta la muerte de Francisco, ocupó uno de los cargos más influyentes del Vaticano, donde era conocido como “el yanki latino”: era prefecto desde 2023 del Dicasterio de los Obispos.

Ese puesto, que incorpora el encargo de escoger a esos prelados, es un punto de observación inmejorable para seguir de cerca los cambios en la Iglesia católica por todo el mundo. En una entrevista con la web oficial de noticias del Vaticano, declaró el año pasado que entendía el obispado como un trabajo que en ningún caso es el de “un pequeño príncipe sentado en su reino”. En esa ocasión, también expresó su convencimiento en la importancia de estar cerca de los migrantes, cuya defensa lo ha enfrentado en el pasado a la Administración de Donald Trump.

Su nombramiento se interpreta como una continuación del talante reformista de su antecesor. Se prevé que siga con algunas de las políticas de Francisco, aunque no comparte su personalidad abierta y extrovertida. Quienes lo conocen bien (y lo llaman Bob, a secas) destacan su perfil moderado y su afición al tenis y al béisbol (los Chicago Cubs presumieron en X de contarlo entre sus hinchas; después, su hermano declaró que en realidad animaba al otro equipo de la cuidad, los White Sox) y lo definen como un hombre discreto y reservado, que sintió la llamada del sacerdocio por influencia de su padre, Louis Marius Prevost, de ascendencia francesa e italiana y catequista. Su madre, Mildred Martínez, era una bibliotecaria de procedencia española.

No está claro si será tan abierto con los católicos gais, lesbianas, bisexuales y transgénero como lo fue Francisco. En un discurso a los obispos en 2012, lamentó que los medios de comunicación occidentales y la cultura popular fomentaran la “simpatía por creencias y prácticas contrarias al Evangelio”, según informa The New York Times. Citó el “estilo de vida homosexual” y las “familias alternativas compuestas por parejas del mismo sexo y sus hijos adoptivos”.

Según el College of Cadinals Report, cuya web desvela las inclinaciones ideológicas de los cardenales y que estos días se ha empleado a fondo con los papables, Prevost es contrario a la ordenación de mujeres como sacerdotes, apoya la promoción de una iglesia sinodal, abierta al diálogo, y se ha mostrado ambiguo sobre el matrimonio homosexual. No se le conocen opiniones sobre la propuesta de modernización que supondría que el celibato sea opcional, sobre la celebración de misas en latín o sobre los acuerdos secretos entre China y el Vaticano.

Abusos sexuales

También ha recibido críticas por su trato con sacerdotes acusados ​​de abuso sexual, el gran pecado de la Iglesia estadounidense en las últimas décadas. En 1999, fue elegido prior provincial de los Agustinos del Medio Oeste. Un año después de asumir el cargo, fue acusado de permitir que un cura, que no era agustino y abusó sexualmente de menores, viviera en una rectoría de Chicago a media manzana de una escuela católica. Prevost negó que estuviera en su mano tomar esa decisión.

En 2022, lo acusaron en Perú de no abrir una investigación sobre denuncias de abuso contra dos curas interpuestas por tres mujeres. La diócesis lo negó, y la Congregación para la Doctrina de la Fe concluyó, tras una investigación, que esas sospechas de encubrimiento carecían de mérito. Estos días, mientras su nombre iba ganando puestos, los defensores de sus opciones como nuevo Papa despacharon como bulos interesados las noticias que resucitaban aquel episodio.

Al conocer el histórico anuncio, el presidente estadounidense, Donald Trump, escribió en su red social, Truth: “Felicitaciones al Cardenal Robert Francis Prevost, quien acaba de ser nombrado Papa. Es un gran honor saber que es el primer Papa estadounidense. ¡Qué emoción y qué gran honor para nuestro país! Espero con ansias conocer al Papa León XIV. ¡Será un momento muy significativo!“. Trump, que se enfrentó en el pasado con Francisco, acudió hace un par de semanas a su funeral en Roma.

Fumata blanca con la que se ha conocido el acuerdo de los 133 cardenales, este jueves 8 de mayo.

El catolicismo estadounidense está viviendo un auge al que este nombramiento, aunque Prevost haya vivido tantos años en el extranjero, muy probablemente contribuya. El vicepresidente, J. D. Vance, es un católico converso, y el expresidente Joe Biden fue el primer inquilino de la Casa Blanca que profesaba esa fe desde John F. Kennedy. Las escuelas católicas experimentaron un aumento en las matrículas durante la pandemia. En ese avance tiene también que ver el aumento de la población hispana en Estados Unidos.

Prevost, que figura en un registro oficial de 2023 como votante republicano, llevó la contraria a Vance cuando este concluyó en X que la fe católica es compatible con la deportación de inmigrantes. El nuevo Papa le respondió reposteando un artículo que contradecía a Vance con la advertencia de que su interpretación del cristianismo era “errónea”.

Cómo se van a llevar la Casa Blanca y el Vaticano, ahora que los inquilinos de ambos centros de poder mundial hablan el mismo idioma, es una de las grandes incógnitas que se abren para los católicos estadounidenses. Hasta que esta y otras se despejen, la idea más repetida este jueves entre los fieles, no solo los reunidos en la Catedral de Chicago, era la de que nadie esperaba ver a uno de los suyos dirigir la Iglesia. En la de Washington, la más grande del país, desplegaron una enorme bandera estadounidense. Y parroquias por todo el territorio se fueron llenando durante la tarde para celebrar una noticia —el inicio de la era del papa León XIV— que cogió por sorpresa al mundo.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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