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LA CASA DE ENFRENTE
Columna
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Y ahora resulta que los dinosaurios cantaban

No hay un pasado objetivo, ni para el ‘Pinacosaurus grangeri’ ni para nosotros, sino más bien uno que siempre estamos investigando

Una niña en una exposición de dinosaurios organizada con motivo del estreno de 'Jurassic World Rebirth', en Hong Kong, el pasado 27 de junio.
Nuria Labari

Supongo que han leído la noticia. Se publicó en este mismo periódico y desvela un posible error sonoro según el cual los dinosaurios no rugían o gritaban como en Jurassic World sino que probablemente cantaban como los pájaros. Hablamos de un fatal malentendido que atañe a criaturas que desaparecieron hace 65 millones de años y que podría suponer que hubiéramos estado imaginando el pasado de forma incorrecta desde nuestra más tierna infancia. El fósil de laringe encontrado no solo vendría a probar el canto del Tyrannosaurus rex sino también el hecho de que una no puede fiarse de la memoria. Porque ¿qué pasaría si el pasado no fuera en modo alguno como lo imaginamos?

La garganta del Pinacosaurus grangeri (dueño de la laringe encontrada) viene a retar la memoria de todos y no se refiere solo al hallazgo paleontológico sino también a la memoria viva, a la colectiva, a la familiar y a la relacional de todos y cada uno. Me pregunto, por ejemplo, si mi abuelo paterno, a quien no conocí, cantaba o rugía. Y comprendo que la memoria forma parte de mi inconsciente, en el sentido de que forma parte de aquello que no sé de mí. O sea, que no puedo saber si mi abuelo cantaba o rugía y que además es imposible que llegue a saberlo nunca. Porque, en realidad, no hay un pasado objetivo sino más bien uno que siempre estamos investigando. Y lo mejor de todo, lo que nos vuelve definitivamente humanos, es que el propósito de esta investigación no es conocer la verdad sino más bien alcanzar la integridad personal, es decir, unir nuestro pasado con nuestro presente y futuro. En el fondo, a eso vamos al psicoanalista, no a desvelar secretos (o no solo), sino sobre todo a conquistar nuestro bienestar emocional.

He leído la noticia de los dinosaurios más de 20 veces, la he buscado en distintos medios e idiomas, y les aseguro que no hay manera de averiguar con precisión si los dinosaurios rugían o si cantaban. Los científicos tienen muchos matices al respecto y las dudas son más interesantes que las certezas. Porque, de hecho, existen versiones contradictorias sobre el mismo pasado y eso forma parte del juego de la ciencia y de la memoria. Al final, creo haber llegado a una conclusión definitiva y es que los dinosaurios rugían y cantaban. La ciencia no invalida del todo que rugieran ni tampoco dice del todo que cantaran, sino que puedes moverte libremente entre el rugido y el canto. Y a lo mejor lo que vale para los dinosaurios sirve también para mi abuelo, para mi padre, incluso para la memoria herida de mi país.

Y así he seguido investigando hasta que, una noche, el fantasma del Pinacosaurus grangeri me cantó al oído. Fue un soplido de tiempo, una dinonana que desveló a mi mente que no recuerda para conocer, sino que lo hace por puro placer. Que necesitamos la memoria para reunirnos con la que fuimos, con la que somos y con la que seremos. Y que a eso se le llama el placer de existir. Y sí, a veces es un canto y otras un rugido, algunos días incluso las dos cosas a la vez. Pero qué gusto da. Y qué suerte tenemos.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
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