“Si están rotas o sucias lo arruinas todo”: por qué no todo vale cuando llevas alpargatas en ciudad
Son frescas, cómodas y tienen tradición e historia. Las alpargatas y sus variantes han saltado a la ciudad, las bodas e incluso a la oficina, pero algunos sostienen que sigue habiendo límites


Si hay un calzado estival por antonomasia, con permiso de las controvertidas chanclas, es la alpargata, que parece gritar “¡vacaciones!“. En el imaginario popular está grabada la imagen de Alain Delon echando una siesta en el rodaje de A pleno sol luciendo unas. O las de cualquiera de nosotros en cualquier verano, en el pueblo o en la playa. Lo que cambia es que ahora están en todas partes. Incluso en el metro o en fiestas en la ciudad.
Alba Vilaseca, diseñadora de calzado de la firma Toni Pons, subraya la versatilidad de este calzado. “Tiene ese aire fresco y veraniego que lo hace perfecto para atuendos informales. Sobre todo cuando están bien elaboradas, confeccionadas con manos expertas, tejidos de alta calidad y acabados cuidadosamente trabajados. De hecho, hoy en día se han consolidado como una opción cada vez más frecuente en celebraciones de verano, como bodas, fiestas y eventos al aire libre”, explica. “Funcionan con bermudas para un plan relajado, o con unos chinos y una camisa o polo para un aspecto más casual”. Como hemos podido comprobar en los últimos años, cuando las olas de calor son cada vez más frecuentes y largas, se trata de un calzado que funcione únicamente sobre la arena, sino también, sobre el asfalto.


¿Se puede trasladar este calzado desde su hábitat natural hedonista, playero e informal al lugar de trabajo o a la ciudad? Las primeras que parecen responder afirmativamente son las grandes marcas de lujo. Loewe o Burberry cuentan con modelos que aportan un toque exclusivo a las esparteñas, aunque muchos de los que han crecido llevando este calzado están tan vinculados a él que prefieren los modelos clásicos. Es el caso de Toni Gasa, experto en marketing cultural. “Siempre he usado las de esparto. Cada verano me compraba un color: fucsia, azul cielo, verde… Dependiendo del año, se llevaban como si fueran zuecos, es decir, pisando la parte de atrás para dejar a la vista el tobillo, mientras que otros años, la moda era llevarlas bien calzadas. Cuando se pusieron de moda me alegré mucho porque me brindó la posibilidad de tener más modelos”.
Gasa considera que este calzado funciona en muchas ocasiones, aunque en el trabajo prefiere apostar por zapatos “menos básicos”. “Hay eventos en verano en los que puedo llevar un look más informal y es entonces cuando me pongo alpargatas. Por ejemplo, combino un traje de lino con ellas. Hace varios veranos me compré unas con tiras en una alpargatería de pueblo y las he llevado en diferentes eventos con pantalones anchos y camisa de lino formal. Las uso para ocasiones siempre y cuando el look sea más formal, porque ayuda a compensar y equilibrar el conjunto. Los fines de semana es mi calzado por antonomasia”. O sea, que por ahora el esquema queda así: luz verde a las alpargatas en un entorno formal, pero si combinan con pantalones y camisas comme il faut para la ocasión.

Jesús Reyes, periodista de moda, estilista y CEO de CoolHunting Madrid Comunicación, matiza que, aunque sean tendencia, no sustituyen a un zapato formal. Él defiende que no deben ser usadas “jamás con traje de etiqueta, ni en eventos cerrados como bodas nocturnas o cenas de gala. Y, sobre todo, evita combinarlas con camisas demasiado abiertas o bermudas si vas a una reunión o a un evento. Eso es para ir a una fiesta de piscina. Si el entorno es formal pero relajado, mejor alpargatas sobrias, en tonos neutros y con estructura bien definida. Nada de suelas deshilachadas o tejidos y estampados playeros. El nude, verde caqui, blanco, blanco roto o negro serán tus colores”, dice.
Toni Sánchez, director del festival de cine documental de moda Moritz Feed Dog Festival, asegura que jamás las llevaría a una reunión importante. “Se trata de saber adaptarse y entender el código de vestimenta sin perder tu estilo. No es solo una cuestión estética, sino de identidad”. Cuando sí apuesta por ellas, en ocasiones menos formales, no solo reclama comodidad, sino identidad e historia. “Apostar por un calzado local, hecho con historia y oficio, me parece una forma muy coherente de hablar también desde la moda. Me gusta llevar la zapatilla típica catalana, la set vetes, porque representa algo en lo que creo profundamente: la tradición, la artesanía y el valor cultural de las cosas bien hechas”, explica. En 2016 Francesc Pena acaparó todas las miradas en el congreso fundacional del Partit Demòcrata Català al lucir unas espardeñas set vetes.

Mientras que John Wayne las combinaba con un sombrero de vaquero, una camisa abierta y unos pantalones tan cortos que rivalizarían con los de Paul Mescal, Humphrey Bogart prefería llevarlas con holgados trajes safari. Y cómo olvidar las alpargatas reinterpretadas de Don Johnson en Corrupción en Miami.
La estilista Anitta Ruiz considera esencial equilibrar el tipo de camisa o pantalón elegidos al llevarlas. “Es importante no combinarlas con prendas muy alejadas del aspecto veraniego, porque se matarían entre ellas. Es un calzado que se estila en ambientes ociosos. Aunque es versátil, nació en el ambiente rural y se ha apostado mucho por él en la playa, por lo que sacarlo de ese contexto exige un equilibrio”, señala. Vilaseca considera vital no confundir “casual con descuidado”. “Quien lleve alpargatas con bañador, camiseta de tirantes y gorra parece que venga directo de la piscina. Para que funcionen en entornos formales, es mejor combinarlas con prendas de tejidos naturales: una camisa de lino, un pantalón de sarga de algodón recto y una paleta de colores neutros pueden marcar la diferencia. Y, por supuesto, nada de calcetines, en ningún caso”, dice. Otra norma de oro: con alpargatas, el calcetín está prohibido.

El editor Víctor P., sin embargo, cree que no hay evento en el que una alpargata no encaje. “En bodas, en una comida en un chiringuito, en un cóctel en la azotea de un hotel… Son tan cómodas que de hecho en muchas bodas en verano se regalan a los invitados para el baile. Mis preferidas son las tipo payés, o las que llevaba Dalí en Cadaqués. Son las que se atan a la pierna con un lazo negro”, explica.
Reyes señala que también es primordial cuidarlas. “Aunque parezcan desenfadadas, unas alpargatas rotas o sucias lo arruinan todo”. Existen multitud de estilos, desde las más tradicionales con suela de esparto y cintas, hasta las más urbanas tipo slip-on con tejidos técnicos o acabados en piel. “Si eres más clásico, apuesta por las de lona en crudo, azul marino o negro. Si te va lo arriesgado, juega con estampados étnicos o rayas. Y si quieres elegancia, las de cuero o ante, tipo mocasín. El modelo ideal es el que se adapta al momento”, asegura Reyes. “Hay que borrar el prejuicio de que son solo para la playa o el chiringuito: las alpargatas son parte del imaginario mediterráneo, tienen historia, carácter y cada vez más firmas de lujo las están reinterpretando”.
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