La fiebre del té ‘matcha’ y la crisis de producción
El mundo se ha vuelto adicto al polvo verde y Japón, que lleva siglos perfeccionando esta joya de su gastronomía, no puede producir suficiente

El matcha se ha convertido en el rey absoluto de las tendencias saludables. Pero este amor global por él ha traído consigo un problema serio: Japón, el país que ha perfeccionado esta joya verde durante siglos, se está quedando sin abastecimiento para su propio consumo. Y esto podría cambiar su calidad para siempre.
‘Matcha’: lo que es y (sobre todo) lo que no es
El verdadero matcha ceremonial proviene de hojas de Camellia sinensis cultivadas 4 semanas bajo sombra, desvenadas y molidas en piedras de granito hasta convertirse en un polvo ultrafino y vibrante. Su proceso es lento, artesanal y meticuloso. Si no ha pasado por este proceso, no es matcha ceremonial, es simplemente té verde molido. Con la actual explosión mundial de su consumo, la demanda ha superado la capacidad de producción tradicional en Japón. Y cuando hay más demanda que oferta, la calidad sufre.
Japón se ha quedado sin ‘matcha’
Si antes, especialmente el matcha ceremonial, era un producto de nicho dentro y fuera de Japón, ahora es un fenómeno de masas. Grandes cadenas, influencers y marcas de belleza han impulsado el consumo hasta niveles inimaginables. El resultado: los agricultores japoneses no pueden producir lo suficiente para abastecer el mercado global y el consumo interno al mismo tiempo.
Esto no es solo una cuestión de volumen, sino de tradición. En Japón, es en sí mismo un arte y forma parte de ceremonias y rituales. Pero ahora, los japoneses tienen dificultades para encontrarlo de calidad en su propio país. Es como si los franceses se quedaran sin vino o los españoles sin jamón ibérico: un sinsentido total.
La calidad en riesgo
Con la creciente demanda, también ha aumentado la oferta de un matcha que en realidad no lo es. Hay países que han visto una oportunidad de oro y han empezado a producirlo sin la técnica ni el conocimiento ancestral de Japón. China, por ejemplo, ha convertido muchas de sus plantaciones de té verde en campos de lo que llaman matcha, dejando de lado la producción de sus tés más tradicionales. Para los que amamos el té en su conjunto y las tradiciones de producción y terroir de cada país, es un auténtico desastre.
Todo esto está empezando a plantear diferentes problemas como la calidad y los falsos etiquetados. Sin la técnica japonesa, sin molido en piedra, sin cultivo bajo sombra, sin los cultivares japoneses de la planta, el polvo resultante es diferente. Es más amargo, más arenoso y de color menos vibrante. Y con la explosión del mercado, cada vez más productos se venden como matcha ceremonial cuando en realidad son grados mucho más bajos o directamente tés molidos que no cumplirían los estándares del matcha.
¿Por qué limitar nuestras tazas a solo un té?
Es innegable que este producto tiene beneficios increíbles y un sabor único, pero ¿por qué esta obsesión con él cuando el mundo del té tiene tanto que ofrecernos? Tés como el sencha, el gyokuro o incluso el hojicha son variedades japonesas espectaculares que merecen más reconocimiento. Y fuera de Japón, hay tés chinos, taiwaneses o incluso de la India que pueden sorprender incluso al más fanático amante del matcha.
El problema de esta fiebre verde es que ha eclipsado otras opciones igualmente interesantes. Quizás es momento de abrir nuestras tazas y explorar la diversidad que el mundo del té nos ofrece, sin limitar nuestro paladar a una sola categoría, a un solo sabor o a lo trendy del mercado.
¿Cómo podemos protegerlo?
Si quieres asegurarte de que lo que bebes es de calidad, hay algunas cosas que puedes hacer como investigar la procedencia. Asegúrate de que viene de Japón y no de otros países que han empezado a producirlo sin la tradición adecuada. También mira el color. El auténtico es de un verde intenso y vibrante. Si es amarillo o marrón, aléjate. Y confía en productores y distribuidores especializados. A raíz de esta moda han comenzado a surgir un montón de nuevas empresas que solo venden matcha. Investiga cómo han surgido y confía en empresas que tengan un historial solvente en el mercado, no que hayan surgido a raíz de esta moda.
Su futuro incierto
Si esta tendencia sigue, es probable que veamos dos escenarios: El primero es que el matcha japonés se convertirá en un producto aún más exclusivo y carísimo, inaccesible para la mayoría de los consumidores, como ocurre con el whisky japonés o algunos vinos franceses. Y el segundo es que la calidad bajará drásticamente. Al haber más de baja calidad etiquetado como ceremonial, será más difícil encontrar matcha genuino y de alto nivel, o al menos distinguirlo solo por el etiquetado.
Estamos en un punto de inflexión. Este boom ha traído consigo oportunidades y riesgos. Por un lado, es fantástico que más gente aprecie esta maravillosa bebida. Por otro, el riesgo de sobreexplotación, pérdida de calidad y precios inflados es real. Si seguimos así, en unos años podríamos ver un mercado saturado de matcha mediocre, con muy poco matcha japonés auténtico disponible. O podríamos ver cómo el precio se dispara y solo unos pocos privilegiados pueden permitirse beberlo. Ninguna de estas opciones es ideal.
El matcha no es solo una moda, es una tradición que ha tardado siglos en perfeccionarse. Y si queremos seguir disfrutándolo como se debe, es hora de ser consumidores más informados y responsables.
Así que la próxima vez que pidas un matcha, piensa en su origen y calidad. Y, por favor, no le pongas azúcar ni leche de coco sin valorar si realmente lo necesita. Haz esto con conciencia, sabiendo que solo es matcha ceremonial si se ofrece y se disfruta puro, preparado tradicionalmente, con agua. Y si decides añadir azúcar o leche, hazlo con conciencia, sabiendo que, aunque te lo ofrezcan como té matcha ceremonial no lo es. Seguramente se tratará de un matcha latte de menor sombreado, un té de segunda cosecha o, a veces, simplemente, un té verde en polvo que ni siquiera es matcha. Y no te olvides de lo más importante, disfrutarlo como quieras hacerlo, pero siempre con un ojo crítico sobre lo que realmente estamos consumiendo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.