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Educación emprendedora para todos los públicos

El ecosistema emergente precisa de una oferta formativa más funcional y accesible a toda la población

EXTRA ELIGE TU PROFESIÓN 15/06/2025
Belén Kayser

El emprendimiento, el autoempleo y el intraemprendimiento son una vía para la creación de trabajo. Especialmente para los más jóvenes, que sufren un paro del 26,53%, según la última EPA. Sin embargo, para que emprender sea una opción accesible la educación tiene que ofrecer formación en emprendimiento más práctica y con un mayor componente de acompañamiento. Es la reivindicación del sector. La competencia emprendedora es obligatoria, pero el 68,4% del alumnado universitario nunca ha cursado una asignatura o taller específico de emprendimiento, según refleja el último informe GUESSS del Observatorio Nacional de Emprendimiento.

“En España hemos avanzado en visibilizar el emprendimiento dentro de la educación superior, pero el cambio es todavía superficial”, apunta Sara Simón, directora general de Youth Business Spain (YBS). “Aunque casi todas las universidades públicas afirman tener iniciativas en esta línea, la realidad es que en muchos casos el emprendimiento sigue siendo una asignatura optativa, puntual y sin conexión real con el mercado. En FP [Formación Profesional] la situación es aún más débil: hay módulos formales, pero no siempre acompañados de metodologías vivas, apoyo técnico o conexión con el entorno productivo”.

La radiografía del ecosistema emprendedor refleja que hay margen de mejora en la formación que se oferta. “Se echa en falta diversidad de planteamientos y de mentoría, práctica y acceso a financiación. Falta profundidad; la mayoría de las formaciones se centran en la etapa de la idea, de la pre-incubación”, resume Pablo Santaeufemia, fundador de Bridge for Billions y presidente de EmprendES (Asociación española de organizaciones de apoyo al emprendimiento).

Para él, capacitar en habilidades emprendedoras (innovación, pensamiento disruptivo, resiliencia, trabajo en equipo) no es suficiente. “¿Qué pasa cuando ya tienes las habilidades emprendedoras y quieres arrancar un proyecto? Que necesitas mentores, acompañamiento y financiación y ahí viene el reto y el choque, porque eso falta”, agrega.

De ahí que reivindique el reconocimiento legal de las organizaciones de apoyo al emprendimiento. “Para que, entre otras cosas”, explica el fundador de Bridge, “ganemos en estándares de calidad”. “Sin regulación, los y las emprendedoras pueden recibir orientación errónea, formación deficiente o incluso ser víctimas de programas vacíos disfrazados de apoyo”.

Manuel Lencero, uno de los fundadores de la aceleradora de proyectos sociales Unlimited lamenta que ve “mucha teoría en las escuelas, poca aplicación real, especialmente a la hora de entender el poderoso agente de cambio que es el emprendimiento”, reflexiona. “Me duele ver lo poco formados que están los jóvenes cuando salen a la práctica emprendedora, sobre todo en lo que tiene que ver con herramientas que les ayuden a entender que el emprendimiento es un poderoso agente de cambio”.

En efecto, según un informe de la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE), que solo recoge información sobre la Universidad, tres cuartas partes de las iniciativas se centran en despertar vocaciones y apoyar proyectos; la educación formal es solo el 15%. Algo que confirma YBS, que tiene detectado que “muchos programas carecen de enfoque práctico, contacto con el mercado o apoyo real a los proyectos, no están conectados con la realidad”. La presidenta de GEM (Global Entrepreneuship Monitor) Ana Fernández Laviada remarca que en Formación Profesional (FP), la situación es todavía más desigual. “Aunque existen módulos de ‘Empresa e iniciativa emprendedora’, su desarrollo depende mucho del centro, el profesorado y los recursos disponibles”.

El cambio no parece fácil. Maysoun Douas, doctora en física, docente en la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del Servicio de apoyo al Emprendimiento y a la Innovación, transversal al resto de la institución, explica en que “el currículum educativo deja fuera muchas cosas, y hay iniciativas que intentan llevar el emprendimiento a las aulas, pero tienen que abrirse paso en un sistema muy rígido”. “Los profesores tenemos poco margen para adaptarnos e innovar, pero en la Carlos III estamos haciendo un esfuerzo por vincular a los estudiantes con soluciones reales”. Para ella, es importante “que los formadores en emprendimiento lo hayan sido o hayan acompañado en el ciclo completo a algún emprendedor porque eso inspira a los alumnos”.

Actividad más transversal

También la unidad de emprendimiento de la UNAV (Universidad de Navarra), creada en 2015, es transversal, aunque la institución es privada. Belén Goñi, directora de Innovation Factory (la unidad de emprendimiento e innovación) explica que “lejos de la creencia de que el emprendimiento interesa sobre todo a disciplinas de economía y ADE, entre los perfiles que demandan introducir el emprendimiento en sus itinerarios formativos son los de bioquímica, ingeniería, medicina, comunicación, filosofía o relaciones internacionales, entre otros”.

Sus propuestas formativas van desde hackathones y retos internacionales a programas de uno hasta tres años, en paralelo con el grado. Además de tener incubadora disponen de una convocatoria con un pequeño fondo donde los y las estudiantes actúan como inversores. El Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital. U-Tad también ha puesto en marcha una incubadora para el alumnado, “para que desarrollen proyectos digitales reales” que resultan “productos y servicios de trascendencia y aplicabilidad en todo tipo de sectores”, traslada Javier G. Algarra, director académico.

Según datos del informe Impulso al emprendimiento desde la universidad española de 2024, elaborado por la CRUE y el Centro Internacional Santander Emprendimiento, un 70% de las universidades dispone de una estructura específica de emprendimiento y 42% cuenta con espacios físicos ad hoc (los porcentajes son más altos en las públicas). Pero únicamente el 53% brinda asesoramiento individual y solo el 35% ofrece acceso a redes de mentores.

Y la mentoría, el acompañamiento, es precisamente el área que la comunidad emprendedora considera vital para el desarrollo de los proyectos. Y es más frecuente encontrar esto en proyectos privados, más abiertos a colaboración con empresa, que en públicos. “Lo que desequilibra esa balanza del acceso equitativo a los estudios de emprendimiento”, apunta Santauefemia. Desde YBS urgen “desplegar un ecosistema accesible, justo y sólido que los acompañe desde la idea hasta la consolidación de sus proyectos porque motivación ya tienen, pero de nada sirve si el sistema educativo no les garantiza igualdad de oportunidades efectivas”.

Mejoras básicas

Las fórmulas para mejorar el sistema son variadas, pero hay consenso a la hora de exigir aumentar la inversión en incubadoras, mentores y programas de acompañamiento específicos para estudiantes y crear mesas de diálogo social. La directora general de YBS, por su parte, mantiene “en un escenario ideal, todos los jóvenes deberían poder emprender con seguridad, apoyo y propósito”, pero “para eso, hace falta inversión, diálogo interinstitucional y una apuesta estructural, no episódica”. Ahora mismo, “solo 3 de cada 10 jóvenes en España consideran fácil emprender”, traslada YBS. Y solo el 15,7% lo ve como una vía para crear su propio futuro, según cifras de un estudio de GEM.

Santaeufemia considera que parte de la solución pasa por “reconocer la educación emprendedora como bien público para garantizar que nadie se quede fuera”. El emprendedor recuerda que los estudios de emprendimiento que mejores resultados garantizan —escuelas de negocios o privados— son los que ya cuentan con una red sólida de emprendimiento. Esto posiciona en clara ventaja a un tipo de emprendedor o emprendedora sobre el resto. “Se vuelve a vivir lo que pasaba antes de 1948, cuando la educación se reconoce como bien público ante Naciones Unidas. Hasta ese momento solo podía estudiar un tipo concreto de persona de una familia determinada”, recuerda el fundador de Bridge.

Esta desigualdad alcanza uno de sus máximos con las minorías y colectivos vulnerables. La profesora Douas denuncia la “injusticia” que supone “que un emprendedor con un buen proyecto, pero sin arraigo en España y perteneciente a una minoría vaya a pedir financiación y no encuentre confianza ni acompañamiento”. “Complica muchísimo el arranque del proyecto, te lleva a hacer equilibrios para no endeudarte demasiado y con toda seguridad condiciona a qué te puedes dedicar, cuánto puedes escalar o cuánto riesgo puedes asumir”.

Parece evidente que existe una fuerte brecha entre el concepto de éxito emprendedor y el potencial de transformación social del emprendimiento. Para emprendedora y fundadora de Kimple, Pina de Paz, especialista en educación, “si analizamos las carencias del sector emprendedor, son las mismas en educación emprendedora, estamos formando líderes con escala financiera, no con visión de transformación. “El emprendimiento puede tener muchas definiciones, pero la que más me convence es la de motor de cambio. Las habilidades emprendedoras te permiten superar dificultades, mejorar contextos, buscar procesos creativos, incluso en cosas que ya existen, y es ahí hacia donde debe dirigirse la educación emprendedora”, concluye De Paz.

Oleada de proyectos con propósito

Oleada de proyectos con propósito
Es un hecho objetivo que “aumenta el emprendimiento con propósito social y medioambiental, y la orientación internacional de los jóvenes”. Así lo señala Sara Simón, directora de YBS. Y aunque, como reivindica Manuel Lencero, de la aceleradora Unlimited, “faltan cátedras de ética e integridad en el emprendimiento, con vocación de servicio y responsabilidad social”, hace tiempo que existen opciones próximas a estas máximas.
Es el caso del grado de Liderazgo Emprendedor e Innovación (LEINN), traído por primera vez a España desde Finlandia por la Mondragon Unibertsitatea, que ha egresado ya a 12 generaciones. “Se ha consolidado como una alternativa singular al resto de grados, especialmente a los de ADE y Económicas”, apunta Aitor Lizartza, coordinador del Área de Emprendimiento del centro. “Nuestra referencia no son las start-ups tecnológicas especulativas, queremos que las empresas cambien cosas reales”.
Algo sobre lo que también incide Xabi Murua, fundador de Osoigo, especialista en procesos participativos y leinner. “LEINN te permite desarrollar una carrera emprendedora con mirada social. Muchos proyectos buscan no solo facturar, sino contribuir a la sociedad y al medio ambiente”, explica. “Es fundamental entender la empresa como un vehículo para hacer el bien y generar impacto positivo”.
De estos estudios, eminentemente prácticos, enfocados al trabajo cooperativo, con estancias obligatorias en el extranjero, y en los que se crean empresas reales con presupuestos reales desde el primer día, han salido proyectos sociales de éxito como Hemper, Kuvu y Osoigo. “Desde la perspectiva de atracción de talento, pasar por LEINN es ganar un perfil muy diferencial”, señala Lizartza. “Cuando las empresas conocen a nuestras estudiantes y a nuestros estudiantes y revisan su porfolio de aprendizaje comentan que parecen tener tres o cuatro años de experiencia laboral”, presume.
Desde su puesta en marcha en esta facultad, el sistema LEINN se ha expandido a otras comunidades de la mano de TeamLabs. Ibai Martínez es uno de los estudiantes que pasaron por Mondragon Unibertsitatea; después de ello, cocreó, en colaboración con el centro, el grado LEINN en TeamLabs, título que ahora dirige y se imparte en Madrid, Barcelona y Málaga. “El modelo Team­Academy de LEINN se trajo de Finlandia porque en Mondragon detectaron que los perfiles que se formaban en Empresariales eran necesarios, pero no suficientes”, aclara Martínez. 
Ahora expanden la idea no solo a grados, sino a otros colectivos como instituciones educativas, administraciones públicas y empresas. LEINN ha inspirado a otros centros como la Universidad Camilo José Cela, que está empezando a impartir formación en esta línea con su Grado en Emprendimiento y Gestión de Empresas.

La FP, motor de cambio ágil

Desde hace algunos años, los módulos de grado medio y superior están sabiendo adaptarse al mercado laboral con más agilidad que el mundo universitario. A su atractivo también contribuye la alta demanda de los oficios y el carácter práctico. “El emprendimiento no se puede limitar a un perfil académico”, resume Cristina Guijarro, coordinadora del aula de emprendimiento del IES Benjamín de la Rúa de Móstoles.
En su centro se encuentra una de las 137 aulas de emprendimiento e intraemprendiento de la Comunidad de Madrid. “Su fin es promover el autoempleo como alternativa al trabajo por cuenta ajena”, trasladan desde el gobierno autonómico.
También los centros privados están apostando por este tipo de formación. En el caso, entre otros, de U-Tad y de Escuela Ideo, con un enfoque más social. En sus títulos “se trabaja desde un enfoque social, ligando los proyectos que desarrollan a algún ODS con el objetivo de que trabajen desde un enfoque de emprendimiento responsable y con impacto más allá del económico”, explica Zaida Pillado, docente en el centro.

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Sobre la firma

Belén Kayser
Colaboradora de EL PAÍS desde 2008, actualmente escribe para la sección Extras y Mamás & Papás. Está especializada en medio ambiente y sociedad digital. Ha colaborado también con las secciones de Madrid, El Viajero y Negocios. En estos años ha informado desde Santiago de Compostela y Berlín. Es licenciada en periodismo y comunicación audiovisual.
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