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De la hoja de índigo al pantalón vaquero: viaje al corazón de Tintoremus, la empresa que crea una alternativa a los tintes sintéticos

La compañía, radicada en Santa María de Las Lomas (Cáceres), ha convertido campos tabaqueros en desuso en plantaciones de ‘Persicaria Tinctoria’ para obtener teñidos naturales y aplicarlos en el sector textil: “Todo el mundo habla de sostenibilidad en el sector, pero hablan siempre del tejido”

Tintoremus
Andrea Insa Marco

Talayuela y Santa María de Las Lomas (Cáceres, Extremadura) son zonas de tradición tabaquera en las que se concentra el 96% del cultivo de España. Algunos campos, entre los secaderos de tabaco, tienen plantaciones de pimiento. Otros, están abandonados. Sin embargo, en las coordenadas 40º 00′ 52.3′′ N 5º 34′ 07.4′′ W comenzó un proyecto que convirtió campos en desuso en plantaciones de índigo. El objetivo era simple: cultivar y extraer la variedad conocida como Persicaria Tinctoria para obtener tintes naturales y aplicarlos en el sector textil como una propuesta alternativa a los sintéticos. El proyecto, creado por Lola López y Clemente Cebrían desde cero, sin referentes y bajo el lema “Diseñando un futuro mejor con tintes naturales”, se llamó Tintoremus.

El germen fue el Proyecto Índigo que surgió en 2022, cuando después de una sesión de fotos en Jarandilla de la Vera (Cáceres), López y Cebrián pararon en Talayuela y descubrieron que había algunos campos de tabaco abandonados. Ambos ligaron su hallazgo con una emprendedora de Estados Unidos que estaba cultivando índigo en antiguas zonas tabaqueras, puesto que las condiciones son muy parecidas, y se dieron cuenta de que había un hueco en la industria textil para los tintes naturales. “Todo el mundo habla de sostenibilidad en el sector, pero hablan siempre del tejido, no del tinte”, afirma una de las socias fundadoras. A partir de ese momento, comenzaron a adquirir terrenos, a plantar y a expandir sus socios inversores —actualmente son cuatro a largo plazo—.

Tras varios experimentos basados en la prueba y el error y varios cultivos de índigo, se realizó la primera extracción de pigmento Indigoremus (de un azul característico que se ha convertido en el color oficial del proyecto) en la granja Los Confites en septiembre de 2022. Un mes después, Tintoremus se consolidó como proyecto independiente. Poco a poco, las plantaciones fueron creciendo —de 2.500 metros cuadrados a 20.000—, los reconocimientos fueron llegando —entre otros, un premio ADEFAM— y el equipo aumentó. Pero no fue hasta febrero de 2024 que se inauguró la sede de Tintoremus en Santa María de Las Lomas, donde se controla todo el proceso: desde el cultivo del índigo hasta la extracción del pigmento para lograr los tintes con los que, después, colorean su colección de ropa.

La nave y sede de Tintoremus en Santa María de Las Lomas (Cáceres, Extremadura).

A pocos kilómetros de la nave de Tintoremus se extienden sus plantaciones, que arriendan a agricultores locales. Entre ellos, Alejandro, un joven de 22 años proveniente de una familia de tres generaciones dedicadas al tabaco. “Él ha luchado contra su abuelo y su padre para explicarles qué es el índigo e intentar convencerles de que apuesten por nosotros”, cuenta Pablo Prieto, ingeniero agrícola del proyecto. Ellos no pretenden sustituir a las plantaciones tabaqueras de la zona, al contrario. “El cultivo de índigo es complementario al tabaco, no sustitutivo, porque aquí el tabaco da de comer a muchas familias”, asegura Prieto. López justifica que lo que quieren es “que la gente del campo que ya no cultive tabaco tenga otros cultivos alternativos y pueda seguir viviendo aquí”. “A los agricultores que tienen más de 15 hectáreas, la PAC [siglas de Política Agraria Común] les obliga a hacer rotación para que no se dañe el suelo”, apunta Prieto.

Los cultivos de la semilla de índigo comienzan en invernadero en febrero y se pasan al campo en abril donde, sin insecticidas ni pesticidas, comienzan a crecer. De la hoja, se cortan los 10-15 centímetros superiores de finales de junio a principios de julio con cosechadoras. “Aquí lo fundamental es evitar que entre tierra”, apunta Prieto sobre la recolección. “Por eso, la cosechadora tiene unas tiras que van cortando y dándole aire a la planta para lograr la máxima pureza, que se traduce en la calidad del pigmento”. El índigo tiene hasta tres cortes y el resto, las semillas, se recolectan para el cultivo del próximo año porque Tintoremus va en búsqueda del residuo cero en su actividad diaria.

Detalle de las plantaciones de índigo de Tintoremus en Santa María de Las Lomas.

Una vez recolectado el índigo, comienza el proceso de extracción del pigmento que consta de tres pasos: fermentación, oxigenación y filtración. De julio a septiembre, en unas piscinas de agua al aire libre y a una temperatura de unos 30 grados —obtenida, en parte, gracias al calor solar— se prensan las hojas cortadas y comienza el primer paso: la fermentación. Durante 24-48 horas la planta permanece sumergida para que el pigmento y el principio activo del índigo comiencen a salir.

Piscina de fermentación de Tintoremus, donde las hojas de índigo son sumergidas en agua y prensadas para extraer el pigmento y el principio activo del índigo.

Pasado el tiempo de fermentación, las hojas se emplean como compost y el agua pasa a través de unas bombas a las piscinas interiores, las de oxigenación donde, controlando la temperatura, se busca obtener un nivel de pH adecuado para poder extraer el índigo. En este proceso, lo único que se le añade al agua es cal. Y se hace “a ojo, sin nada químico, controlando la espuma y atentos al cambio de color”, en palabras de José Anta, el gerente de la extracción y el almacén. “El tiempo total varía entre dos horas y media y tres horas, dependiendo del volumen del agua y de la calidad de la pureza del pigmento”, continúa.

José Anta, gerente de la extracción y el almacén de Tintoremus, controlando la piscina de oxigenación.

Poco a poco, el agua va adquiriendo el color azul índigo y, una vez lista la mezcla, se abre el paso y el líquido se desplaza a través de unas máquinas con unos paneles con filtros que retienen la indigotina, el principio activo con el que luego se obtiene el pigmento Indigoremus, de una base azul sólida y cremosa. Tras un periodo de secado de los paneles —al aire libre o en el horno— se obtiene el pigmento final en polvo listo para el tinte. El agua sobrante, que cae en un recipiente, luego es reutilizada.

Bolsas teñidas con el pigmento Indigoremus, de una base azul sólida y cremosa.

Los creadores de Tintoremus no querían quedarse en la creación de tintes naturales, querían ir más allá y demostrar su eficacia. Por ello, crearon la marca Tintoremus Sttudio y en diciembre de 2024 lanzaron The Lab, su primera colección, “que sirvió de prueba de tintes, de mordientes... una especie de trabajo ‘de laboratorio’, de ahí su nombre”, explica Cebrián. Y, escalando en el sector textil, la empresa abrió el pasado 10 de junio su propia tienda en pleno corazón de Madrid.

En sus prendas, en colaboración con Tejidos Rojo (Valencia), Tintoremus emplea un 50% de su tinte natural —Indigoremus u otros como el Granatum, creado a partir de cáscara de granada, o el Herbalis, de las hojas de la morera— y un 50% de tinte sintético, pero procedente de marcas que emplean un 90% menos de agua. “Vamos paso a paso. Confiamos en breve alcanzar el 75% de tinte natural, lo cual va a depender en gran medida de la pureza del índigo que ahora estamos cultivando y de los distintos cortes que hagamos”, desarrolla Cebrián sobre la plantación de este año y el futuro de Tintoremus.

Detalle de unos vaqueros de la marca Tintoremus teñidos con su tinte natural Indigoremus.

Tintoremus comenzó de cero un viaje construido a través de la prueba y el error. El equipo va paso a paso, enfrentando los problemas cuando surgen y aprendiendo de la propia planta. Y, para no volver a cometer errores pasados, analizan y recogen en una base de datos todos los procesos. “Así, si el pigmento final tiene una buena calidad, sigues los pasos atrás y ves lo que has hecho bien”, dice Prieto. Y viceversa.

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Sobre la firma

Andrea Insa Marco
Redactora de la sección de Gente, Estilo de Vida y El Viajero. Graduada en Literatura general y comparada por la UCM y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. En Teruel, su ciudad natal, pasó por la editorial del Instituto de Estudios Turolenses y de la revista cultural Turia.
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