La carta de amor de Petra Palumbo a los azulejos artesanales: “Ofrecen una combinación perfecta de belleza, practicidad y personalidad”
Cuando la artista londinense observó de cerca algunos de los longevos diseños de las antiguas baldosas de Delft sucumbió a su encanto: “Decidí capturar mis propios recuerdos felices e inmortalizarlos”. Desde 2018, la hija del barón Palumbo tiene su propia marca de diseños para el hogar


A comienzos del siglo XVI, la maestría alfarera de Italia viajó hasta Amberes. Tres artesanos aplicados en la mayólica, la decoración sobre la loza con esmalte metálico que floreció en el Renacimiento, se asentaron en este puerto estratégico y cultural de Europa al que miraba el resto del continente. Uno de ellos, el pintor Guido di Savino, que aprendió la técnica del esmaltado de los talleres venecianos, transmitió sus conocimientos a su familia y a otros alfareros locales, aplicados en infinidad de objetos, hasta baldosas que cubrirían pavimentos en residencias nobles, castillos e iglesias.
Tras el saqueo que experimentó la ciudad en manos de soldados españoles en 1577, esta legión de artesanos se refugió al norte de la región, en Ámsterdam, Utrecht, Haarlem y hasta poblaciones como Delft. Esta pequeña ciudad acaparó la fama de la producción flamenca de cerámica hasta asimilarla con su propio nombre, con una creciente popularidad por sus azulejos capaces de revestir paredes y suelos al resultar un material tan estético como higiénico. Esa particular manera de esbozar con esmalte sobre loza blanca escenas mitológicas o cotidianas de los tiempos que corrían en paralelo sedujo a aristócratas portugueses que llegaron a hacerlo suyo bajo un rastro azulón. Con el tiempo, dejaron infinidad de imitaciones a su paso, pero sin mermar esa fascinación por su delicado trazo que se ha prolongado entre generaciones.
De una belleza casi extenuante, han sido capaz, incluso, de cambiar el destino creativo de una artista para siempre. Cuando Petra Palumbo (Londres, 35 años) observó de cerca algunos de sus longevos diseños en el distrito de antigüedades Kramer Kunst & Antiek de Ámsterdam, especializado en azulejos antiguos de Delft, sucumbió a su encanto y potencial artístico. “Recuerdo admirar las delicadas obras de arte, aquellas escenas cotidianas de paisajes holandeses y molinos de viento tan hermosas. Fue allí donde decidí capturar mis propios recuerdos felices e inmortalizarlos en azulejos”, explica la empresaria a EL PAÍS.
Al volver a casa, decidió canalizar esta revelación en algo emotivo, como un protector contra salpicaduras que capturara los alegres recuerdos que su marido y ella habían compartido a lo largo de los años. Instruida en diseño de joyas y textiles estampados por la Chelsea College of Art, tras combinar trabajos como modelo y prácticas en firmas como Oscar de la Renta y Christian Dior, Palumbo siempre contó con un sólido bagaje en torno al arte expresándose a través del dibujo, la moda o incluso, como revela, el color de su pelo. “Este regalo para mi marido se convirtió en el elemento más elogiado de nuestra casa. Así que, cuando decidí fundar mi marca de artículos para el hogar en 2018, los azulejos de Delft me parecieron un objeto revelador con el que lanzarme a la aventura”.
Su primera colección se agotó antes de que acabara ese día. Desde entonces, las baldosas que Palumbo pinta a mano con motivos y escenas que van de la cultura pop a la cotidianeidad engrosan una cantera de clientes por todo el mundo —incluidas prestigiosas empresas de interiorismo como Studio Duggan, en Notting Hill—, fieles a su visión moderna de esta técnica centenaria a la que confiesa haber sumado humor, diversión y un toque de descaro. “Para mí, el diseño debería ser un poco irreverente. La vida es demasiado corta para tomársela demasiado en serio”, confiesa.
De padre italoinglés y madre libanesa, Palumbo creció rodeada de artesanía entre el campo y la tienda de bordados que tenían en Londres, llamada Tapisserie. Allí se contagió del talento de su madre a la hora de pintar con hilo y sin guías multitud de piezas textiles; mientras, su padre, el barón Peter Palumbo, coleccionista de arte, la instruía en arquitectura. “De pequeños, mi hermana y yo tuvimos la suerte de viajar a muchos lugares para explorar edificios, visitar museos y conocer artistas. Fue una experiencia muy formativa que modeló mi creatividad; siempre me animaron a ser valiente, curiosa y probar cosas nuevas”. Una herencia enriquecida por su interés hacia el diseño de Oriente Medio, la elegancia italiana y la naturaleza que rodea su residencia en Highlands, además de referenciar a la artista y empresaria Vera Neumann o la pincelada de Hockney como determinantes en su mirada creativa.

El primer recuerdo que aflora en su niñez sobre un azulejo fue precisamente en una antigua villa de Beirut. Los colores vibrantes, los intrincados diseños florales y geométricos y la sensación de frescura de los azulejos de cemento hechos a mano dejaron en ella una huella imborrable. “Quedé completamente fascinada por ese suelo estampado bajo mis pies. Fue mi primer encuentro real de cómo los azulejos podían contar historias culturales y ser un legado de artesanía a la vez”, recuerda la artesana. Con la puesta en marcha de su propio negocio, tuvo la oportunidad de fundir su formación en Arte con una creciente pasión por el diseño del hogar, atraída por el color, los estampados y la cerámica. “Como buena cáncer, mi hogar siempre ha sido mi refugio y mi pasión. Mi fuerte herencia de Oriente Medio —donde la generosidad, la hospitalidad y compartir la deliciosa comida están profundamente arraigadas— moldeó mis valores de forma natural. Diseñar artículos para el hogar que transmitan esa sensación de calidez y confort fue un camino lógico a seguir”.

Inspirada en patrones que recopila a través de viajes y recortes de revistas, los azulejos se han convertido, junto a la cristalería y el papel pintado, en el buque insignia de su marca homónima. Con una base de cerámica para las baldosas y otra de porcelana en las piezas de suelo que lanzará próximamente, cada diseño se pinta a mano antes de cocer las piezas a alta temperatura en el horno para garantizar su durabilidad y acabado. “Cada baldosa se elabora con inmenso amor, habilidad y atención al detalle”, explica orgullosa. En su catálogo fluyen desde patrones de microflores al estilo Liberty hasta frutas, tartanes, rayas imperfectas o geometrías que recuerdan a los suelos que pisó en Beirut, a juego con los frisos que imitan también los diseños de los azulejos y el papel pintado. “Esa idea surgió de una necesidad. No encontraba nada parecido en el mercado, así que lo creé yo misma para mi propia casa”.

En el apartado de diseños de Delft la creatividad se dispara. Un retrato de lsabel II de Inglaterra, la Venus de Botticelli o el monte Rushmore ponen el toque pop a una manera diferente de alicatar las paredes. También dispone de un servicio de personalización bajo encargo con el que plasmar un recuerdo a partir de una foto. “Mi objetivo es crear artículos para el hogar con la calidad de una reliquia familiar, que sean hermosos y duraderos priorizando su longevidad. Animo a mis clientes a invertir en piezas que puedan apreciarse y transmitirse de generación en generación. Esta filosofía contrasta con la cultura del usar y tirar, promoviendo el consumo responsable y la responsabilidad ambiental”.
Para su cuidado, Petra Palumbo recomienda usar un limpiador suave, sin químicos abrasivos y con pH neutro, además de evitar el uso de estropajos o cepillos metálicos, ya que pueden rayar el esmalte. “Para una mayor durabilidad de los azulejos recomendamos limitar la exposición a la luz solar directa y evitar así la decoloración”.
El ‘boom’ de los azulejos artesanales
Los azulejos están de moda. Según revela el estudio publicado por la revista del sector Ceramic World Center, un aumento de un 2,2% anual en la producción y demanda mundial de este material augura un crecimiento progresivo en los próximos cinco años. “Están en pleno auge en el diseño de interiores, y creo que se debe a que ofrecen una combinación perfecta de belleza, practicidad y personalidad”, explica Palumbo. Su capacidad para transmitir personalidad y belleza, unida a la diversidad en estilos y técnicas, lo convierten en una pieza de gran importancia en cualquier reforma. “Además, son duraderos y sostenibles. Una opción inteligente en un hogar construido para durar”.
En el plano creativo, las baldosas pintadas a mano cada día ganan más adeptos. Además de poder optar a una pieza original de Delft en subastas como las que ofrece 1stdibs, la web de comercio local Etsy o a una versión más contemporánea con los portugueses Loja Do Azulejo, se suman talleres que transforman su cuadrícula en una obra de arte.

La también británica Emily Mitchell tampoco esconde su pasión por la cerámica de Delft, unida a escenas bucólicas como perritos sonrientes o corderos beatíficos que pinta con delicadeza con suaves esmaltes en color crema o rojo. Si para la artista Katrin Moye son un modo de profesar su amor por la literatura con escenarios inspirados en novelas de Virginia Woolf, Caroline Egleston, al frente de su proyecto Piccolpasso, lo reformula como un patrón que bebe del modernismo y las vanguardias artísticas de principios del siglo XX.
En España, país que arrastra una larga tradición en el sector con Castellón como centro neurálgico, la fiebre por este tipo de baldosas artesanales se deja notar. Con la empresa Artesur como referente en el arte de los azulejos sevillanos pintados a mano, se encuentran propuestas que van de las piezas cerámicas que personaliza en cada detalle Art Antic l’Alcora a los delicados esmaltes en azul cobalto de Cerámica a Mano Alzada. Sin olvidar la larga tradición en pavimentos de barro, que la empresa Todo Barro estiliza con colores vibrantes y nuevos acabados, como la colección que acaban de lanzar con Zara Home.
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