Ayuso consigue subir a los rectores a un avión camino de EE UU y dar imagen de ficticia unidad
El sábado la presidenta madrileña y los responsables universitarios viajarán a Miami en un momento de gran tensión con el consejero de Educación

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, logrará la imagen de unidad que quería junto a los rectores de las universidades públicas peor financiadas por alumno de España durante varios actos promocionales en Miami (Estados Unidos); aunque esa sintonía no existe. Conseguirá que los rectores de las universidades públicas madrileñas ―no irá el de la Carlos III, Ángel Arias, que recibe al Rey en su campus, ni el de la Universidad de Alcalá, José Vicente Saz, por motivos personales― se suban este sábado a un avión y crucen el Atlántico, en la búsqueda de “posicionar a Madrid como un destino académico de excelencia”, a pesar de que el enfrentamiento entre ambas partes sea casi permanente y actualmente esté en un punto de especial tensión por la ley de educación superior.
Los rectores, comandados ahora por Saz, juegan cada día su papel institucional y guardan las formas en los actos públicos con el Gobierno regional, pero este viaje es un mal trago para ellos y desmonta ante su comunidad universitaria la idea de que están plantando cara al Gobierno que las financia como en 2009. La verdadera relación con la Comunidad es tensa, pero sin bronca abierta.
Ayuso ha promocionado la visita como una oportunidad de atraer a alumnos internacionales con las ventajas y la calidad del sistema educativo madrileño. La comitiva mantendrá reuniones con diversas instituciones educativas, líderes empresariales y potenciales inversores, en las que todos pondrán su mejor cara.
El último agravio es que los rectores fueron el último colectivo universitario en recibir la última versión de la ley de educación superior que prepara el Gobierno regional. Fue el viernes, dos días después de que EL PAÍS publicase unas multas de hasta un millón de euros por las protestas no autorizadas en las universidades y por atentar contra la libertad de expresión. Reaccionaron con un tímido comunicado pidiendo “participación temprana, leal y efectiva de las universidades públicas en la elaboración de la norma”.
El consejero Emilio Viciana se ha mostrado satisfecho estos días ante los medios sobre las negociaciones sobre la nueva ley universitaria, “Siempre de la mano de los rectores y con muy buena sintonía”, ha dicho. La realidad, sin embargo, es otra: se les mantiene apartados y sin hacer ni caso a ninguna de sus peticiones recurrentes desde hace 11 meses. Los rectores no están dispuestos a sentarse a hablar con Viciana si no les deja hacer aportaciones.
La indignación de los rectores no amaina desde hace años, pero las sentencias ganadas en el Tribunal Supremo al Ejecutivo autonómico les permitían sobrevivir; aunque hasta abril de 2024 no exteriorizaron su enorme malestar en un acto conjunto. Con la aportación del Ejecutivo, contaron entonces, no cubrían ni los sueldos. Y el enojo fue a más cuando ese julio, mes en el que Viciana les entregó un boceto de ley de apenas ocho páginas. No esperaron a saber más para lanzar un comunicado conjunto: “Varias propuestas de la norma puedan afectar directamente a la autonomía universitaria y a la organización de las universidades, generando situaciones inciertas y con carácter que puede considerarse invasivo sobre la autonomía universitaria”.
El escenario empeoró aún más en otoño, cuando la Comunidad anunció que aumentaría un 0,9% el presupuesto para universidades, cuando los rectores pedían un 18% (200 millones más) para “salvar los muebles”. Volvieron a enviar un comunicado de auxilio ―“no podemos garantizar la calidad del servicio público”, aseguraron― y, a fuerza de insistir, consiguieron una pírrica subida del 4,2% que no les saca de la miseria. Reciben lo mismo que en 2009. Su mayor victoria fue lograr que el Gobierno de Ayuso firmase ese diciembre la cofinanciación del sueldo de 1.091 profesores, como se había comprometido.
Entre medias, la Politécnica ha cambiado de rector. El nuevo, Óscar López, mostró su malestar públicamente a Ayuso en su toma de posesión este enero: “Sin una financiación suficiente, nuestras universidades públicas no pueden cumplir su esencial función social y mucho menos aspirar a hacerlo con excelencia”. Se alejaba así de su predecesor, Guillermo Cisneros, muy poco crítico con Ayuso.
En la Rey Juan Carlos, conocida como la “universidad del PP”, acaba de llegar al cargo Abraham Duarte, con un talante supuestamente más progresista que su sucesor, Javier Ramos, quien también plantó cara a Ayuso. Pero en su toma de posesión del pasado 16 de junio, Duarte no dio visos de enfrentamiento con el Gobierno regional. Sin embargo, la preocupación en el rectorado es extrema ahora que han abierto las cuentas, que presentan un futuro muy aciago si Ayuso sigue asfixiando a las universidades. La Complutense es la que da muestras de mayor ruina.
Y la Autónoma ha vivido su propio viacrucis. La rectora, Amaya Mendikoetxea, perdió contra el voto en blanco en primera ronda, y el pasado mayo revalidó el cargo en segunda vuelta. Sin su papel no se entiende el plante de los rectores ante Ayuso, que hoy en Miami se tambalea.
Ayuso, por su parte, juega en público a la unidad. Tanto, que en la toma de posesión de Duarte, dijo: “Llevamos muchos meses trabajando en la ley y seguimos colaborando con los rectores, con sus equipos, con los consejos sociales y con todo aquel que tenga algo que decir o aportar, para conseguir entre todos la mejor ley posible”.
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