Ir al contenido
_
_
_
_
POLÍTICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La tabla salarial de Trias

El roce del exalcalde con conciudadanos de ingresos saneados imprime carácter a la hora de considerar que los políticos están mal pagados y por eso existe corrupción

Xavier Trias durante la entrevista en SER Catalunya.
Francesc Valls

Cuando los ex consejeros de CiU Macià Alavedra y Lluís Prenafeta entraron en 2009 en Soto del Real por el caso Pretoria —soborno, corrupción urbanística y blanqueo de dinero—, expresaron su sorpresa por dos circunstancias: las camas de su celda estaban sin hacer y con las comidas no se servía vino. Hicieron notar ambos hechos a los funcionarios, quienes les comunicaron que era cosa de los presos hacerse la cama y que, desgraciadamente, no se servía vino a las horas de almorzar y cenar. La sorpresa expresada por los dos políticos retrotrae a la frase atribuida a la decapitada María Antonieta ante una protesta por una hambruna en el siglo XVIII: “¿No hay pan? ¡Pues que les den brioches!” El caso es que ambas situaciones —la de la reina y esposa de Luis XVI y la de los convergentes— han trascendido, en el segundo caso, por una interpretación alambicada de Jean-Jacques Rousseau, y, en el primero, gracias a fuentes de la prisión. O sea que algún poso de ajuste de cuentas social puede contenerse en ambos relatos.

Hay situaciones que resultan sarcásticamente cómicas al colisionar la cotidianeidad privilegiada de una minoría con la realidad social de una mayoría. Xavier Trias, el exalcalde de Barcelona, es uno de los desacomplejados políticos que se mete en esos procelosos contrastes de los que prudentemente suelen huir sus colegas.

Hace unos días, en una entrevista en SER Catalunya, Trias relacionó el salario —a su juicio escaso— que cobran los políticos con los casos de corrupción. Si cometen ilegalidades es porque están mal pagados. El exalcalde consideró cicatero el sueldo del presidente del Gobierno central, que cifró en 87.000 euros anuales (en realidad son 92.706), una idea en la que insiste desde hace años. En 2013 ya la utilizó. Y eso que su sueldo como alcalde era ya aquel año de 144.708 euros. Cobraba 112.104 como primer edil y 32.604 en concepto de dietas por asistir a reuniones de organismos públicos. Su entonces primer teniente de alcalde, Antoni Vives, también percibía un salario bastante competitivo de 129.719 euros. Sin embargo, y en contra de la doctrina Trias, ello no evitó que Vives fuera condenado a dos años de cárcel por simular un empleo con un exalcalde de CiU, quien sin hacer literalmente nada se embolsó 155.067 euros. Por lo que parece, refugiarse en la cosa pública no está siempre tan mal pagado, pues algunos buscan la buena sombra del erario. El ex teniente de alcalde de Trias pactó con la Fiscalía no entrar en la cárcel a cambio de seis meses de trabajos a la comunidad, finalmente convertidos en un curso de ética pública. Ahora tiene pendiente el juicio por el caso 3% de financiación de Convergència.

Las razones de la generosa tabla salarial de Trias son comprensibles habida cuenta de la económicamente saludable ciudadanía que confía en él. En las municipales de 2023, de las que resultó vencedor, el 40% de los habitantes de los barrios con las rentas más altas de Barcelona le dio su voto. Quizás ese roce con el bien estante vecindario le llevó a afirmar durante la campaña electoral: “Un señor que cobra 3.000 euros, de repente, se encuentra que le han subido la hipoteca, que el gas se le ha disparado, y este señor se encuentra que no llega a final de mes”. En 2022, la renta disponible de los asfixiados habitantes en Tres Torres era de 41.430 euros por año, a casi 30.000 euros de distancia de la de Ciutat Meridiana (11.789 euros).

Es comprensible que el roce de Trias con vecinos de ingresos saneados imprima carácter, pero hay dudas razonables de que elevar a doctrina general un sueldo alto sea una eficaz vacuna contra la corrupción. No es fácil embridar la ambición cuando se dispone de poder.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francesc Valls
Periodista desde los setenta en 'Mundo Diario' y 'Diario de Barcelona', aterrizó en EL PAIS en 1983, después de licenciarse en Historia y Ciencias de la Información. Trabajó en las áreas de enseñanza, religión –en épocas de San Juan Pablo II– o Quadern hasta que recaló para larga estancia en política catalana. Desde 2016, observador externo.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_