Las Leonas replican el dominio de Nueva Zelanda con un ensayo para la historia
Las ‘Black Ferns’, lideradas por una genial Jorja Miller, someten (54-8) en el duelo inaugural a una España que encontró el premio a su pelea en la última jugada del partido


El tiempo está cumplido en el debut de España en el Mundial de Inglaterra y las Leonas percuten con su orgullo para conquistar los cinco metros que separan el balón de la zona de ensayo. Enfrente, el mito: las Black Ferns, las hexacampeonas neozelandesas. Cuando Inés Antolínez posa sobre la línea, se desata una euforia impropia de un equipo que ha perdido 54-8 ante el rostro mustio de las oceánicas, que no querían ni una mácula en la hoja de servicios. Un ensayo que vale un mundo –el primero en la historia del rugby español ante el gran coco planetario en tres partidos– y que premia el incordio que supusieron las españolas, sacando las uñas una y otra vez en defensa contra el dominio territorial de rigor. Cumplieron la máxima de su capitana, Bimba, y fueron incansables. Una tarde que premia ocho años de trabajo y que no olvidarán las 23 protagonistas. Sudaron cada gota ante lo imposible.
El York Community Stadium, conquistado por la afición española, enmudeció para presenciar cómo las Black Ferns, esta vez de blanco, representaban la haka. La imponente voz de Vici-Rose Green dirigía esa gestualidad total coordinada, desde la mirada al último músculo, para dar vida a la Ko Uhia Mai, escrita para el combinado nacional: un minuto y medio para evocar su narrativa, mujeres unidas por una fuerza común. Las españolas respondieron al momento abrazadas en fila, un mensaje menos combativo que otras selecciones, tanto masculinas como femeninas, que han optado por replicar a la danza avanzando hacia el adversario.
La puesta en escena neozelandesa fue acorde a su danza. Tardaron 15 segundos en bloquear una patada de Amàlia Argudo. Ahí estaban esas camisetas blancas con el serigrafiado de sus seis títulos mundiales cargando con sus delanteras en busca de la grieta. Entraron en la zona de marca, pero Cristina Blanco salvó la papeleta con un placaje poderoso que volteó a su rival antes de que pudiera posar el oval. Fue la primera de varias hazañas defensivas de las Leonas, que cumplían los mínimos, como ganar su touch la primera vez que pusieron el balón en juego desde la banda. Siempre recluidas en su campo, las españolas respiraban saliendo al choque, ensuciando la conquista del balón en el ruck, una victoria para Lourdes Alameda, la única superviviente del Mundial de París 2014. O placajes que ganaban metros como el de Alba Capell. En esas, con la línea neozelandesa algo descuidada en su ansiedad por recuperar, Claudia Peña amagó con una ruptura de ensueño.
Hasta que apareció Jorja Miller, la definición de jugadora total. Campeona olímpica en rugby a siete en París, un formato que explica por qué aúna la envergadura de una delantera, la arrancada de una velocista y una fuerza de piernas propia de una levantadora. Le bastó un lapso de duda de la línea española sobre si fijar su atención en ella o a la siguiente de la cadena para trazar un slalom entre cinco camisetas rojas y abrir el marcador en el decimotercer minuto. Sin tiempo para encajar el golpe, su coleta rubia volvió a ondear. Esta vez se limitó a culminar por el flanco derecho la superioridad generada por el juego a la mano de sus compañeras. Argudo llegó con todo al placaje, pero no pudo evitar el pase letal. Con la flecha por las nubes, estuvo a un tris de generar un ensayo de resumen encarrillando quiebros desde su propia zona de 22 metros. No desembocó en asistencia porque sus compañeras no siguieron su ritmo de ejecución; no el físico, sino el mental. En poco más de cuarto de hora se había hecho un campo entero con el balón en las manos.
La agotadora tarea defensiva española –93 placajes en la primera parte– hizo mella en la delantera, que no pudo evitar el tercer ensayo, firmado por Liana Mikaele-Tu’u tras el pico y
pala de las suyas. Solo entonces, al filo de la media hora, tuvo la primera posesión España en 22 rival. Bimba sirvió el balón desde la banda y se formó un esperanzador maul, una plataforma que avanzó sólida hasta la línea de cinco metros, pero no pasó de ahí. Así las cosas, las Leonas optaron por quitarse el cero con una patada a palos de Peña. Al descanso, 21-3.
España mantuvo el voltaje a la vuelta de vestuarios, pero Ayesha Leti-I’iga, la estrella de la final de 2022 ante Inglaterra, ahuyentó cualquier sueño de remontada con otro ensayo, parecido al segundo: un dos contra uno imposible para Ducher, cuyo placaje no fue suficiente para evitar la asistencia. A la siguiente, terminaron lo que el maul español dejó a medias: su plataforma avanzó como un mercancías para el ensayo de Ponsonby. Holmes, quirúrgica entre palos, embocaba todas las conversiones para engordar el marcador. Por si fuera poco, salió Portia Woodman, la leyenda, que agrandó su récord de ensayos mundialistas anotando su vigesimoprimero. Un aluvión que no rindió a las Leonas, en pie hasta la batalla final. Sus siguientes batallas –el día 31 ante Irlanda y el 7 de septiembre ante Japón– serán más terrenales.
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