Bimba, la capitana de la selección española de rugby que representó una haka se prepara ahora para recibirla
“Quiero sentirlo como una amenaza, no como un espectáculo”, subraya la jerezana de cara al estreno de las Leonas en el Mundial ante Nueva Zelanda, que defiende título


Laura Delgado ‘Bimba’, la capitana de la selección española de rugby, ejecutó en primera persona la escena que marcará este domingo (18.30 horas, Movistar +) un hito para una generación: una haka. La de Nueva Zelanda, la hexacampeona, que estrena la defensa del título ante España, de vuelta a un Mundial ocho años después. Aquella haka fue la guinda a su periplo en Hawke’s Bay, un honor del que pueden presumir muy pocas extranjeras: ella fue la primera europea que lo hacía allí. Aprendió los movimientos y se impregnó de su esencia. “Es algo que nunca voy a olvidar. Es como conectarte con esa energía de agresividad por algo que yo quiero y que mi equipo quiere. Es un sentimiento de tribu. Para ellos, el rugby es religión, aún más que el fútbol para nosotros”. Como entiende el mensaje, lleva tiempo mentalizándose para canalizarlo. “Como he estado en el otro lado, sé que es una forma de intimidar. No quiero recibirlo como cuando estás en la grada y decir, qué espectáculo. Quiero sentirlo como una amenaza. Vale, tú te vas a expresar de una manera, nosotras lo vamos a hacer a la nuestra”.
Responder sobre el campo a las Black Ferns son palabras mayores. “Es un encuentro histórico para nosotras. Vaya para dónde vaya el resultado, queremos ser unas incansables. Eso queremos demostrar a España y al resto del mundo”. Pese al abismo que en teoría debería separar a ambas selecciones, Bimba abraza el reto. “A todo deportista le gusta competir contra los mejores. Estamos listas, deseando jugarlo, la verdad, vamos a dar nuestro 200%. Va a ser un reto muy físico y mental. Sabemos dónde están ellas y dónde estamos nosotras, pero un partido son 80 minutos y todo puede pasar”. Por eso se da a sí misma la licencia de imaginar la victoria. “No voy a dar un discurso diciendo a las compañeras que son muy grandes y después yo no soñar en grande. ¿Por qué no?”
Bimba tiene claro que España ha hecho las tareas desde su última participación mundialista en 2017. “Hemos crecido muchísimo en todos los ámbitos que son necesarios para rendir en el campo. Ahora sabremos dónde nos encontramos, cuánta es la diferencia entre nosotras [la 13ª selección del ranking mundial] y las vigentes campeonas”. Antes de Nueva Zelanda, se midieron en un amistoso ante Inglaterra y cayeron 97-7. “Nuestro premundial no se enfocó en resultados, queríamos seguir probando cosas”. De partida, no se siente menos que nadie. “Élite somos ambas, pero ellas se dedican cien por cien al rugby en países donde está explotado. No van buscando patrocinios, son las grandes empresas las que se acercan a ellas. Eso hace mucho, tienen lo mejor de lo mejor. Hemos mejorado nuestras condiciones, pero no podemos compararnos con estas otras estratosferas”. Las inglesas, anfitrionas, arrollaron el viernes a EEUU en el duelo inaugural (69-7).
Ocho años atrás, Bimba jugaba en Exeter, los inicios de una exitosa carrera en Inglaterra, una liga pionera con contratos profesionales, una figura que no existe en la selección. En España, la federación establece una relación a través de becas que permite cotizaciones a través de un convenio especial. Con todo, un avance relativo respecto a 2017, donde se cobraban dietas. Las becas vencen al final del Mundial y Bimba tiene esperanza de que la suya acabe convertida en una figura profesionalizada. “Tener un contrato laboral nos va a dar estabilidad, tanto económica como futura”. Y acortar así las distancias con otros países como Australia, Francia, Gales, Escocia, Irlanda, Italia o Canadá, cada una a su velocidad.
En un grupo que completan Japón e Irlanda, cuatro equipos para dos puestos en cuartos de final, la capitana no renuncia a nada y quiere “competir” contra las irlandesas, una de las selecciones que más ha prosperado en 2025, hasta el punto de derrotar a Nueva Zelanda. Un síntoma de que todo es posible, pues el histórico de duelos entre españolas y celtas es equilibrado. Y ganar a Japón. En un deporte en claro auge, todas han mejorado: la incógnita es cuánto lo ha hecho cada una. “Nosotras vamos a luchar en el Mundial para que esa brecha sea lo más pequeña posible”. El futuro status de la selección depende de ello, una carga que no asusta. “Es una responsabilidad que siempre llevamos. Somos conscientes de que representamos a nuestro país y queremos más”.
Un futuro que ella verá desde la barrera, pues se retirará a los 35 años cuando acabe el torneo. “He tenido una carrera que no hubiera soñado. También he llorado mucho y eso me ha hecho ser la persona que soy. Ahora quiero cerrar el círculo porque quiero vivir otra vida”. Seguirá en el rugby, aportando desde fuera, entrenando y coordinando. Deja un grupo que poco tiene que ver con el que conoció. “Hay un equipo muy joven, muy ambicioso, realmente tiene mucho futuro. Es un diamante que aún no se ha terminado de pulir. Cuando empecé con esta generación hace tres años, casi me echaba las manos a la cabeza y ahora, guau. Con un año más de rodaje, sería imparable”. Está tranquila. “Ya no me necesitan”.
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