La opa, un jaque al liderazgo que persigue Illa
El plan del ‘president’ para poner Cataluña a la cabeza de la economía española en los próximos años pasa por la resolución de la operación de compra del Sabadell por parte del BBVA


Si se consuma la absorción del Banco de Sabadell por el BBVA, se convertirá en ilusoria la pretensión del presidente Salvador Illa de que Cataluña alcance a medio plazo el liderazgo económico de España. Si la opa prospera, el proyecto de Illa habrá sido implícitamente desautorizado por los accionistas del que por ahora es el único gran banco con sede en Cataluña.
El programa de Illa habla de “recuperar” para Cataluña el primer puesto en la clasificación del PIB por comunidades autónomas, en el que hace ya una década fue desplazada por Madrid. Pero no está nada claro que esa clasificación exprese también liderazgo. En las últimas décadas, Cataluña no ha perdido únicamente sedes de empresas que huían de las turbulencias políticas de 2017. Las aceleradas transformaciones económicas del último medio siglo han provocado cambios muy sustantivos en la situación relativa de Cataluña en el contexto español. España ya no es la economía agraria con focos industriales en Cataluña, País Vasco y Asturias. Madrid ya no es únicamente la capital política y administrativa, sino que además es un potente centro financiero, industrial y comercial internacional.
La modernización económica de España, que era uno de los objetivos históricos del catalanismo, se ha producido ya. Es la nueva realidad. Ha alumbrado una potente economía, en la que sigue habiendo importantes desigualdades sociales y regionales, pero en la que el crecimiento general ha resituado a todas las partes. En sus diferentes fases y con protagonismos políticos diferentes, Cataluña ha empujado eficazmente en esa dirección. Pero no ha dirigido el proceso. Ya no es verdad que Cataluña y el País Vasco sean los grandes centros industriales en un contexto agrario. Hace ya muchas décadas que hay grandes fábricas de automóviles también en Zaragoza, Madrid, Galicia, Castilla, Valencia, Navarra, por citar solo un sector.
Los factores políticos inciden fuertemente en las decisiones económicas importantes y la batalla por la absorción del Banco de Sabadell recuerda otra sucedida en 2005, cuando Gas Natural, una empresa de base catalana controlada por La Caixa, lanzó una opa sobre Endesa que de prosperar la habría convertido en líder energético en España. La operación fracasó por la fuerte oposición de medios económicos y políticos madrileños, encabezados abiertamente por el PP. Su presidenta regional, Esperanza Aguirre, lanzó la consigna “antes alemana que catalana” que resumía muy sintéticamente el contexto político de aquella batalla.
Lo contaban también en el entorno del entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. En uno de los meandros de la negociación de la reforma del Estatuto de Autonomía, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero le reconoció a Maragall que “el Estatuto y Endesa a la vez, no podrá ser”. La cuestión de fondo era, precisamente, el rechazo que suscitaba en Madrid el liderazgo económico de Cataluña. El presidente del Gobierno se veía con fuerza suficiente como para imponer a la derecha española la mejora del autogobierno de Cataluña, pero no un liderazgo catalán en el sector energético español. El final es conocido y muy ilustrativo: Endesa fue adquirida por la empresa eléctrica Enel, propiedad del Estado italiano. Zapatero y Maragall obtuvieron su Estatuto en 2006, pero en 2010 el PP también lo tumbó en el Tribunal Constitucional. De aquellos polvos de 2005 y 2015, los lodos de 2017.
Ahora lo que está en jaque son las condiciones para el liderazgo.
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